
Cultura
Miguel de Molina: arte, baile y mucha copla con raíces valencianas
Una exposición en Valencia reivindica al artista, que estuvo detenido en Buñol y cuya madre vivió en la ciudad

Escuchar «La bien pagá» u «Ojos verdes» remite, inevitablemente, a Miguel de Molina. Cantante, actor, escritor... El intérprete de copla fue uno de los artistas que triunfó en los años 30 en España. Su voz y su teatralidad fueron su seña de identidad aunque también llenó teatros y rodó películas. Pero tuvo que exiliarse a Argentina, donde falleció. Su biografía, para muchos es conocidas. No tanto su arraigo valenciano, ya que, por poner un ejemplo, localidades como Buñol u Ontinyent tuvieron un gran significado en su vida. Como también Valencia, una ciudad que para él era esencial tanto por que su madre había vivido aquí como por la forma en la que la capital del Turia influyó en su vida artística.
Ahora, una exposición "Miguel de Molina: Yo quiero ser diferente", producida por la Universitat de València (UV) y la Fundación Miguel de Molina, da a conocer la vida y el arte de esta gran figura de la cultura española, desde sus inicios en treinta a Madrid hasta su retirada de los escenarios en 1960, en Buenos Aires. Intérprete excepcional, el conocido como «Rey de la copla» renace en Valencia con la que sus responsables consideran la «mayor retrospectiva» de Miguel de Molina. Objetos, trajes, documentos y fotografías invitan a recorrer un cantante que revolucionó el mundo de las artes escénicas.
La muestra se divide en siete secciones. La primera es «Vestuario de diseño», que el propio artista confeccionaba como sus blusas y otras prendas de vestuario. La segunda se dedica a su labor en la escenografía, con el diseño de sus propios espectáculos. Asimismo, la tercera se dedica a Valencia, ciudad y provincia de contrastes para el artista ya que, en el año 30 triunfó, pero fue represaliado durante los años 39 y 40 (estuvo detenido en Buñol, ciudad de la que es hijo predilecto y tuvo una vinculación con Ontinyent, donde visitaba un hospital militar de mutilados de la guerra). Tras su prohibición a actuar por el régimen franquista, en el año 1942, se exilió a Argentina y, en el 57, regresa a Valencia y vuelve a triunfar. Su madre había fallecido diez años antes, en Valencia, en 1947, en el piso de la calle Císcar 41 de Valencia donde ella residía y mucho de este material se ve en esta sección.
En sus memorias escribió de Valencia, que fue «posiblemente la ciudad de España a la que más debo artísticamente y donde se produciría mi verdadera consagración». La capital del Turia fue «el teatro de sus primeros éxitos, un refugio en momentos de desdicha, un punto de anclaje familiar y una fuente de inspiración artística, y Molina la homenajeó repetidas veces desde la distancia», señalan los responsables.
La cuarta sección se basa en el papel que De Molina tuvo en el cine, participando en diversos cortos y películas. En la quinta sección, por su parte, destaca su papel como bailarín y coreógrafo y en la sexta se muestran los testimonios gráficos de una época, figuras con la que coincidió y que admiraba, entre los que destacan artistas como Lola Flores, Sara Montiel, Joan Manuel Serrat y el torero Manolete.
Finalmente, en la séptima y última sección se incorporan las hojas del que fue «Libro de Oro» de Miguel de Molina, en el que hay dedicatorias de poetas como Rafael Alberti (1902-1999, El Puerto de Santa María), quien le hizo un poema dibujado. También de otros autores como Javier López de la Serna y hasta en la primera página de ese libro hubo, en su momento, una firma de Federico García Lorca.
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