Iglesia Católica
El Papa nombra al obispo auxiliar de Valencia, Arturo Ros, como obispo de Santander
Pide las oraciones a los feligreses cántabros y les dice que ya tienen las suyas
El Papa Francisco ha designado al hasta ahora obispo auxiliar de Valencia, Arturo Ros, como obispo de la diócesis de Santander. Arturo Pablo Ros, obispo auxiliar de Valencia desde 2016, nació en Vinalesa (Valencia) en 1964, trabajó en el sector de la banca, y posteriormente ingresó en el seminario mayor de Valencia. Completó los estudios filosóficos y teológicos en la Facultad de Teología S. Vicente Ferrer (1987-1993) y es licenciado en Teología. Fue ordenado sacerdote en 1993. En 2016 el papa Francisco le nombró obispo auxiliar de Valencia y recibió la ordenación episcopal ese mismo año. Es además presidente de la subcomisión Episcopal para la Juventud y la Infancia de la CEE.
En la mañana de hoy, Arturto Ros se ha despedido de la diócesis de Valencia, bajo la atenta mirada del arzobispo Enrique Benavent, y ha dicho que asume "una responsabilidad que me sobrepasa y que solo puedo aceptarla desde la pobreza de espíritu".
Ros ha explicado que se acoge "a la bondad infinita de Dios como los pobres de Dios" y ha hecho hincapié en que "quiero entregarme totalmente a la misión que la Iglesia me encomienda".
Se ha dirigido en su primera carta a los feligreses de Santander y les ha pedido sus oraciones, al tiempo que les ha dicho que "ya cuentan con las mías".
Ha dicho que "llevo en mi corazón a las personas que sufren y que están solas. A los más mayores, a los enfermos, a los que han perdido la esperanza". Ha recordado que "servir significa cuidar a los frágiles" y se ha encomendado a los mártires San Emeterio y San Celedonio.
Arturo Ros ha dicho que se lleva de Valencia "todo, todo porque es mi vida, es mi historia, es mi familia, es mi diócesis, he sido treinta años cura... y me llevo el afecto de la gente". El obispo ha asegurado que se siente "interiormente entre agradecido y confuso porque estoy en un momento que no es que no lo esperara, pero sí que estoy sorprendido".
Ha referido que estuvo en Santander cuando era seminarista pero que luego no ha vuelto: "la información que me llega es que es una tierra preciosa, de una gran belleza, buena gente, noble, cántabra. También me hablan muy bien de las delicias gastronómicas, y sobre todo de una Iglesia viva a la que me incorporo y a la que quiero acompañar, ofreciéndole lo mejor que pueda de mi vida.
Se ha confesado "un apasionado de Cristo y del Evangelio, y quiero anunciarlo como lo hacía Él".
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