Patrimonio
Renace el primer convento franciscano de España
El convento de San Francisco de Asís data de 1390 y desde hace varias décadas no alberga frailes
En la localidad valenciana de Chelva se halla el primer convento de la orden de los franciscanos que se edificó en España, concretamente en el año 1390. Su recinto, con iglesia anexa y circundado todo él por un muro domina una loma en las afueras de Chelva rodeado de árboles y naturaleza. De hecho, ni el camino de acceso está asfaltado.
Hace más de veinte años que el recinto está cerrado, pero no abandonado, ya que diversas personas sensibles al patrimonio del pueblo hace tiempo que lo conservan y cuidan para que no se desmorone.
Al oeste de la localidad está situado el convento cuya estructura original data del siglo XIV. La iglesia adosada es del siglo XVI, de estilo gótico tardío y fachada renacentista, se restauró a principios del siglo XX.
El convento sufrió la desamortización de Mendizábal en el siglo XIX y en el XX los frailes volvieron a sus muros en los que incluso permanecen las primitivas cuevas donde se instalaron los primeros frailes.
La comunidad ha sufrido, como todas, distintas vicisitudes en su historia en este caso en la capital de La Serranía.
El cementerio municipal de Chelva tiene un templete donde reposan los restos de todos los frailes de la orden que fueron asesinados allí al comienzo de la Guerra Civil. Los textos de sus lápidas claman por la brutalidad de los hechos en la irracionalidad del conflicto.
Recientemente, la Fundación María Antonia Clavel, una asociación cultural que sorprende por la importancia de las acciones que acomete (baste visitar el Palacio Vizcondal, recuperado por dicha fundación en el centro del pueblo de Chelva) ha firmado un convenio con la Provincia de la Inmaculada Concepción de la Orden de Frailes Menores, OFM, Franciscanos para a gestión del Convento de San Francisco de Asís.
Un edificio de suma importancia ya que es el primer convento de la Observancia Franciscana que se crea en España en el año 1390, y que gracias a este convenio se pretende que se convierta en un atractivo cultural para la sociedad chelvana y el público en general. Con este hecho la activa Fundación cumple con uno de sus fines que es la recuperación del patrimonio chelvano.
Este convenio se selló el pasado 10 de abril con la firma entre las dos instituciones en el Palacio Vizcondal, sede de la Fundación.
Desde ese mismo momento, la Fundación ha querido involucrar y hacer partícipes en esta nueva etapa del convento a la Fraternidad de Chelva, ya que ellos han mantenido el edificio desde que los franciscanos dejasen Chelva.
Durante el mes de mayo, la Fundación llevó a cargo tareas de mejoras en el Convento como la reparación de las instalaciones de luz y agua, se colocó un sistema de seguridad con alarma (para evitar robos y actos de vandalismo), desbroce del perímetro o mejora de las celdas de los frailes, además de una amplia limpieza y desinfección.
Desde el día 2 al día 29 de junio tuvo lugar en Chelva un curso de Arqueología forense, el cual reunió a estudiantes de antropología de diversas partes del planeta como Estados Unidos, Canadá o Australia, usando las instalaciones del convento y palacio. Esta enseñanza se logró realizar en Chelva gracias a este convenio, ya que sin las instalaciones del convento no se hubiera podido llevar a cabo.
Ahora se pretende que el convento se convierta en un centro cultural. Las visitas comenzarán en breve.
Historia del convento
Desde la Fundación María Antonia Clavel explican con todo lujo de detalles que este convento, primero de la observancia franciscana que se crea en España, contiene dentro de su cerco de más de cinco hectáreas el primitivo convento, formado por unas cuevas, el cementerio y una pequeña iglesia en ruinas. Unos cien metros más abajo se levantan las nuevas dependencias: un claustro central rodeado por la iglesia gótica, el refectorio, las celdas, varios corrales y almacenes. Comprende además una huerta, bancales de secano y una pinada.
En 1373, tres franciscanos venidos desde Aragón, cansados del estado en el que se encontraba la orden, se instalan en Chelva, en unas cuevas propiedad del señor de Chelva y más tarde vizconde, Pedro Ladrón de Vilanova. Estos franciscanos quisieron apartarse de los conventos tradicionales y retirarse para observar mejor la regla, por eso eran llamados observantes, en contra de los llamados conventuales o claustrales, que vivían en los conventos con grandes comodidades. En cambio en la observancia, se vivía de la manera más pobre y humilde posible, por eso se alejaban de los lujos y se retiraban en cuevas.
Don Pedro Ladrón, cuando se enteró se apresuró a visitarlos y les dio su protección y ayuda para la construcción de dos conventos en sus propiedades: Chelva y Manzanera. En 1388 Pedro Ladrón se reúne con Pedro de Luna (futuro Papa Luna) para hablarle sobre la intención de crear estos conventos y, finalmente, en 1390 el Papa Clemente VII aprobó la creación de estos dos conventos, siendo el de Chelva el más antiguo de la observancia en toda España.
En este primitivo convento aún se conserva la Cueva de los Santos Mártires. Llamada así porque allí solían retirarse los llamados “mártires de Granada”, Juan de Cetina y Pedro de Dueñas, que llegaron a Chelva pocos años después de fundarse este convento.
En 1400, fray Antonio Monrós, en su error de creer muy lujoso el convento, le prendió fuego, y fue reconstruido en 1402 por María de Luna, reina consorte de Aragón. En 1505, el obispo de Segorbe, fray Gilaberto Martí, costea el claustro de estilo ojival, del que aún se conservan restos.
Entre 1551 y 1558 se construye la iglesia que aún se conserva, de estilo gótico tardío y fachada renacentista,, costeada por los vizcondes de Chelva, Don Francisco Ladrón y Doña Inés Manrique. Los vizcondes eligieron los pies del altar mayor como su lugar de enterramiento. Cuenta con ocho capillas laterales (cuatro a cada costado), la sacristía a la izquierda y la sala capitular a la derecha. Se decora toda la iglesia con ornamentación barroca en 1671.
Entre 1557 y 1559 ejerce la función de guardián del convento el Beato Nicolás Factor, un excelente poeta, músico y pintor, facultades que cultivó en el convento de Chelva, donde había estado en varias ocasiones. En el siglo XVIII, se construye junto a la iglesia del convento una capilla en su honor.
A partir del siglo XVI, el convento de Chelva funciona también como escuela de filosofía y teología, alcanzando su mayor ocupación en el siglo XVIII, con 50 franciscanos.
El siglo XIX es, sin duda, la peor etapa histórica del edificio. En 1835 ocurre la desamortización de Mendizábal, en la que son expulsados los frailes del convento, y el edificio es vendido a particulares y totalmente expoliado. Esto, junto a que funcionó como hospital militar en la I Guerra Carlista, lo llevó a su parcial destrucción.
En 1908, Doña Concepción Salazar de Ezpeleta, vecina de Madrid, y a la que había ido a parar la propiedad del convento, lo dona desinteresadamente a la orden franciscana, siendo a partir de ese año cuando ocurre la reconstrucción del convento, restaurando la antigua iglesia en estilo neogótico y toques modernistas, y construyendo las nuevas dependencias como el claustro, el ala de las celdas o el refectorio.
En 1936, los seis franciscanos que aún vivían en el convento fueron asesinados a comienzos de la Guerra Civil. Después de la guerra, se reinstaura la comunidad, pero a finales de los años 70, siendo la comunidad muy reducida, se marchan del convento. En los últimos años, la Fraternidad de Chelva, compuesta por vecinos y vecinas de Chelva y de otros municipios, han ido cuidando y manteniendo el edificio
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