Opinión | A través del espejo

En Valencia no ha ganado el amor

No creo que se pueda presumir de haber celebrado un Día del Orgullo con verdades a medias e insultos

Imagen del Ayuntamiento de Valencia iluminado con los colores de la bandera LGTBI
Imagen del Ayuntamiento de Valencia iluminado con los colores de la bandera LGTBIAyuntamiento de Valencia

Han pasado 55 años desde aquel 28 de junio en el que se produjeron diferentes protestas en Estados Unidos para denunciar la persecución en la que vivía el colectivo LGTBI+. Desde entonces, se conmemora el Día del Orgullo para seguir defendiendo los derechos de este colectivo.

A muchos puede parecerles que no es necesario recordar que cada uno puede amar a quien quiera, pero lo cierto es que, pese a los avances conseguidos, todavía queda camino por recorrer. Con todo, no me parece la mejor manera de seguir construyendo a base de verdades a medias e insultos.

Cualquiera que haya observado lo ocurrido en los últimos meses en Valencia podría prever que el final no iba a ser feliz. Desde que el Ayuntamiento comunicó que no habría fiesta posterior a la manifestación- propuso otras alternativas- tengo la sensación que las partes implicadas en lugar de buscar puntos de acuerdo decidieron comenzar a estirar de la cuerda.

El punto más polémico fue la colocación de la bandera arcoíris en el balcón del Ayuntamiento. La alcaldesa de Valencia, María José Catalá, intentó explicar que este año- sí lo hizo el pasado- no la colgaría del balcón. Podría haberse limitado a decir que tampoco se hace en otros días internacionales, pero buscó los ejemplos de asuntos importantes para remarcarlo. Y citó el Alzhéimer, el ELA o el cáncer. En lugar de colgar banderas se utilizan "mupis" y se ilumina el Ayuntamiento. Y así se ha hecho durante varios días en los que el Consistorio ha lucido los colores del arcoíris. Lo llamativo es que no ha habido quejas hasta que ha llegado el Día del Orgullo. Ni siquiera en fechas tan celebradas y conocidas como en del Día de la Mujer.

Sin pedir más explicaciones, la oposición le acusó de comparar a las personas LGTBi+ con enfermos. No hizo falta nada más para que el asunto acabase en las televisiones nacionales y que las redes se llenasen de insultos a la alcaldesa. Catalá ha insistido en que no hizo esa comparación, pero no ha servido de mucho. PSPV y Compromís abundaron en esta idea en el pleno municipal, asegurando que le había traicionado el subconsciente.

Sinceramente, no creo que haya sido una buena manera de celebrar con orgullo un día en el que se reivindica la libertad de amar. El pleno del Ayuntamiento me produjo casi de todo menos amor.