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Diario de una cuarentena con niños: Día 25

Día XXV. Nuestra lista de cosas excepcionales por las que vale la pena vivir: Uno, el aperitivo; dos, los Power Rangers que matan al coronavirus; tres, oír a los pájaros cantar ...

El aperitivo es una de las cosas excepcionales que podemos seguir haciendo durante el confinamiento por el coronavirus por las que vale la pena vivir
El aperitivo es una de las cosas excepcionales que podemos seguir haciendo durante el confinamiento por el coronavirus por las que vale la pena vivirlarazon

Los helados, las guerras de agua, que te dejen quedarte mirando la tele cuando ha pasado la hora de ir a dormir, el color amarillo, Songoku... Quien reconozca esta lista es que ha visto “Las cosas excepcionales”. Fue la última obra de teatro que vi antes de confinarme. La interpretaba, provisionalmente, Leticia Dolera, amiga de la infancia de las amigas que me han acompañado la última década. Y su actuación sí que fue excepcional. Era la primera vez que se subía a un escenario en su ciudad, Barcelona. Y esa noche, entre el público, estaba su madre y su tía. Bordó el monólogo de Duncan Macmillan que arranca interpretando a una niña de seis años a la que un día su padre va a buscarla para ir al hospital. “Tu madre ha hecho algo estúpido”, le dice. Tiene depresión y se ha intentado suicidar. Así que ella empieza a escribir una lista de cosas excepcionales por las que vale la pena vivir. Una lista que se antoja infinita y que le acompañará toda la vida, porque cada día nos pasan cosas excepcionales por las que vale la pena vivir. También ahora que todos estamos confinados.

La noche que fuimos al Club Capitol, el covid-19 había llegado ya a Barcelona. Pero aunque Carol, que vive en Milán, nos había avisado de la que nos venía encima si no actuábamos contra el virus, después de la obra de teatro, con las emociones a flor de piel, nos perdimos por el Raval y acabamos haciendo una lista de cosas excepcionales que se fue animando con la misma rapidez con la que las botellas de vino y las jarras de cerveza se vaciaban.

1) “Un primer beso”. 2) “Los berberechos”. 3) “La salsa espinaler”. 4) “Bañarse en bolas en el Mediterráneo”... Esa noche, nuestra lista también se hizo infinita, porque cuando nos despedimos, seguimos pensando sobre los motivos que tenemos para vivir. 232) “Los secretos”.

Para hacer más divertido el confinamiento, también les he propuesto hacer a Marc y a Bruna una lista de cosas excepcionales. Primero empecé a escribir sus propuestas. Bruna: 1) “Ir al parque”. 2) “Tirarme en el tobogán” 3) “El columpio” 4). “Un color de colorines”. 5) “Ponerme a Cloe -su muñeca- en la barriga para que nazca”. Luego pasamos a dibujarlas. Y Marc dibujó un campo de fútbol, unos niños jugando a cromos de fútbol, a su equipo de fútbol, a Leo Messi y para que no le digan que no tiene vida más allá del fútbol, un aperitivo.

Doy fe de que los aperitivos les vuelven locos. Hoy su padre y yo estábamos teletrabajando. A las 13.30 horas las fieras tenían ya hambre y yo no tenía la comida lista. La consellera de Salud, Alba Vergés, tiene la manía de salir a dar el parte del día a la hora de comer. Mientras cogía notas como una posesa, Bruna se ha escapado a la cocina, ha cogido una bolsa de patatas chips y ha huído. Bueno, a los pocos minutos ha regresado con la bolsa medio vacía para ofrecerme una patata. Pero en vez de cogerla y darle las gracias, le he quitado la bolsa, que luego no me come la verdura. Entonces, la voz de Vergés ha desaparecido. Bruna ha cogido aire, como hace el lobo feroz antes de derribar la casa del cerdito mediano y me ha soltado: “¡Cochina, marrana, cerda americana!”.

Sé que me tendría que haber enfadado o puesto muy muy triste, es lo que la niña pretendía, pero no he podido contener la risa y Bruna se ha enfadado tanto que después me ha costado 17 minutos que dejara de llorar.

Hace días que ya que no escribimos ni dibujamos la lista de cosas excepcionales. Ahora, cada día, antes de empezar a comer, juntamos las manos, como “Dartacán y los tres Mosqueperros” y uno a uno pensamos una cosa por la que brindar. El ritual siempre empieza igual: “Un, dos, tres, ¡familia!”. Pero hoy, le hemos dejado a Bruna empezar y repetir propuestas. 21) “Un, dos, tres, el aperitivo. 22) “Un, dos tres, las gambas 23) Un, dos tres, las arañas feas”. 24) Un, dos tres, coronavirus cochino, marrano, cerdo americano. De repente, la lista de cosas excepcionales se ha convertido en una barra libre para insultar a los enemigos de Bruna, hasta que Marc ha reivindicado su turno y ha soltado: 25) “Un, dos, tres, Power Rangers que matan al coronavirus”. ¿Cómo, los Power Rangers matan a los coronavirus? ¿Dónde están los Power Rangers? ¡Que alguien los saque de Netflix!

Cuando la lista se había ido de madre, el padre ha reivindicado su turno: 26) “Un, dos, tres, os quiero mucho".

Yo también.