Barcelona
Diario de una cuarentena con niños: Día 49
“La amistad nunca puede ser sustituida por el conocimiento. ¡Prefiero ser un idiota!”. ¡Viva Bob Esponja!
No hace mucho, en el patio del colegio, descubrí que soy una de las pocas madres, por no decir la única, que dejo ver a mis hijos “Bob Esponja”. A mi me parece una serie formidable para ver en familia porque reímos todos. No veo que sea más disparatada que el “Doctor Slump”, la niña que hablaba con cacas animadas en forma de merengue y hacía la vida imposible a unos extraterrestres con cara de culo.
No sé si ahora me haría tanta gracia, porque la verdad es que cuando tienes 3 y 5 años te mueres de risa sólo con escuchar la palabra “caca”. Ahora, ya no le veo la gracia a repetir “caca, culo, pedo” y reír, pero Marc y Bruna se desternillan.
Me pregunto qué le ven las otras madres a “Bob Esponja” para prohibir la serie a sus hijos.
Quizás es porque el frenesí visual puede alterar la atención de los niños. O quizás piensen que Bob Esponja es un dibujo feo o es porque su relación de amistad con una estrella de mar que se llama Patricio dicen que tiene tics homosexuales. Pero sólo por el sentido de la amistad que tienen Bob Esponja y Patricio, ya me parece una buena idea que la vean los niños. Suya es la frase: “La amistad nunca puede ser sustituida por el conocimiento. ¡Prefiero ser un idiota!”. Vale, ahora que los padres estamos haciendo de profesores y vemos lo que cuesta que se concentren aunque sea diez minutos para leer una página, algún padre podría pensar: “¡Dios, que el niño aún me aprenderá la frase como pretexto para no sentarse a hacer los deberes!”. Pero los niños están solos en casa, los únicos amigos que tienen son la familia y los imaginarios. Además, qué queremos que sean nuestro hijos cuando sean mayores. Queremos que sean felices y los amigos son un ingrediente indispensable para la felicidad. Punto.
Tampoco me engañaré, estas frases brillantes que aparecen en Bob Esponja están pensadas para los padres. “Nunca conseguirás lo que quieres si permites que la gente te pisotee”, dijo un plácton. ¡Jajajajá! “Con imaginación, tú puedes ser todo lo que quieras”, dijo en otro capítulo Bob Esponja. ¡Jojojojó!
El creador de la serie era un biólogo marino metido a dibujante. Se llamaba, Stephen Hillenburg. Se llamaba en pretérito imperfecto porque falleció hace menos de un año de ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica). Dejó 242 episodios de las historias de una esponja con ojos saltones que vive en una piña en el fondo del mar y trabaja haciendo una hamburguesas de cangrejo requetebuenas en “el Krustaceo Krujiente”. Además de una estrella de mar, entre sus amigos, porque Bob Esponja no ve enemigos, hay un calamar, un plácton y una ardilla que se mueve bajo el agua con un buzo.
Y por qué hablo de “Bob Esponja”. Porque ayer noche, cuando fui a dar un beso de buenas noche a Marc, me dijo que tenía ganas de llorar y se puso a llorar. No era el lloro de una rabieta. Lloraba porque estaba triste y nunca había visto esa expresión en su cara. Los niños pequeños se enfadan, berrean, sienten rabia, mucha rabia, tanta, que pueden convertirse en el increíble Hulk en un abrir y cerrar de ojo, pero no están tristes. Pensé que era cosa del virus, que también nos ha traído una pena inmensa que nos hace estar tristes sin saber explicar con palabras muy bien por qué. Pero Marc sí sabía por qué lloraba. “He visto una cosa muy triste en los dibujos de Bob Esponja”, me dijo. “A Patricio se le ha caído un diente”, ha empezado a contar. Resulta que el diente tenía vida propia, son cosas que pasan en los dibujos animados, y era amigo de su “casero”, no sé si podemos llamar así también a Patricio, al fin y al cabo, vive en su boca. Al caerse, hacía las maletas para irse al país donde viven los dientes de leche. Y se despedía de Patricio porque no iban a volverse a ver nunca más. “Sí que es triste, pero han podido despedirse y Patricio tiene a su lado a Bob Esponja para hacerle reír otra vez”, le digo a Marc. Me quedo con él hasta que se duerme. Al día siguiente ya no se acuerda de Patricio y su diente.
Pero en tiempos de coronavirus, yo sigo pensando en ese diente. Ese amigo que se va y no vuelve, me recuerda a todos los números que tecleo cada día a las 23.30 de la noche, cuando el departamento de Salud nos hace llegar el parte de los fallecidos por covid. 10.211 desde que empezó la pandemia. Sobre todo, pienso en los que se han quedado y no han tenido el consuelo de los velatorios. Abrazos, palabras, miradas. Con la desescalada llegará el consuelo.
En Google, encuentro justicia para “Bob Esponja”. Madres y padres que no dejáis ver a vuestros hijos esta serie que sepáis que la revista “Time” la considera como uno de los programas de televisión más importantes de la historia de la pequeña pantalla.
Ahí van algunas frases de la serie:
- Si crees en ti mismo y con una pizca de magia, todos tus sueños se hará realidad”, Bob Esponja.
- “No es siempre importante lo que dices. A veces lo más importante es lo que no dices”, Señor Cangrejo.
- “A veces tienes buscar en tu interior para solucionar tus problemas”, Patricio.
- “Nadie puede cambiar a una persona, pero alguien puede ser el motivo para que otra persona cambie”, Bob Esponja
- “Con imaginación, tú puedes ser todo lo que quieras”, Bob Esponja.
- “Nunca conseguirás lo que quieres si permites que la gente te pisotee”, Placton
- "La amistad nunca puede ser sustituida por el conocimiento. ¡Prefiero ser un idiota!, Bob Esponja
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