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Histórico Camarena, sí

Crítica de Clásica. Teatro Real
Javier del RealEFE

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Obras de Carissimi, Giordano, Bononcini, Bellini, Rossini, Donizetti, Giménez, Guerrero, etc. Tenor: J. Camarena. Piano: Á. Rodríguez. Teatro Real. Madrid, 13-XI-2019.
Javier Camarena ya ha ingresado en la historia del Teatro Real. No solo por haber sido protagonista de tres de los cuatro bises concedidos desde la reapertura del teatro, sino también por el apoteósico éxito cosechado con un recital en principio «light», a beneficio del Programa Social del Real, al que asistieronrepresentantes de todos los ámbitos de la sociedad española tras haber abonado mil euros por una butaca «premium» con cena posterior incluida. Solo se echó de menos a Sanchez e Iglesias y no fue porque estuviesen jugando al póker, sino porque nunca se les ve en óperas o conciertos. Pero a la hora prevista se añadieron otros 40 minutos de propinas ante el delirio de un público que cada vez aplaudía con más entusiasmo. El artista recogía feliz las ovaciones. Pero es que apenas hizo dos pausas, una breve junto al pianista acompañante y otra cuando éste tocó el intermedio de «Las bodas de Luis Alonso».
Si no estaba en plena forma al inicio, pronto lo estuvo. Cantó bien las canciones de Carissimi, Giordano, Bonocini o Bellini, para arrancar los primeros estruendosos aplausos con «La danza» rossiniana, pero el recuerdo de Pavarotti en el mismo escenario era imborrable. Empezó luego la parte operística, con una antológica aria de «Ricciardo e Zoraide», ya exhibiendo sus fáciles y proyectados agudos y en el más puro estilo belcantista. Utilizó «Una furtiva lágrima» para relajarse y estuvo a punto de tener que bisarla de nuevo. Venían después aria y cabaleta inicial del tenor en «Il pirata», ópera endiablada para el tenor y la soprano, que subirá al escenario del Real en pocos días. No se puede cantar mejor. No se trata solo de las notas altas, sino de la técnica para los pianos casi inaudibles, los filados, las «messa di voce» apabullantes, el fiato y una potencia inusitada para un tenor ligero que se va convirtiendo en lírico sin perder el registro alto. «Mujer de los ojos negros» cerró la parte oficial, mostrándose a medio camino entre la calidez de Domingo y la perfección de Kraus. Sinceramente, yo no sabría con quien quedarme de los tres en esta romanza de «El huesped del sevillano». Luego, entre aclamaciones interminables, «Los Gavilanes», «La tabernera del puerto», «El trust de los tenorios»... y, finalmente la ranchera que proclama «…Yo sigo siendo el rey». No sé si lo es, porque hay cinco dedos en una mano con la que contar a los grandes, cada cual en su repertorio, Kaufmann, Beczala, Flórez, sin duda Camarena y el quinto se lo dejo a ustedes.