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Irene Vallejo: «Quemar un libro es llevar el genocidio a las letras»

Publica «El infinito en un junco» (Siruela), un volumen apasionante que cuenta la historia de los libros y recorre los principales acontecimientos que ayudaron a su difusión
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Irene Vallejo ha publicado «El infinito en un junco» (Siruela), que es una erudita inmersión en una de las mayores invenciones de la humanidad: el libro. La autora ha publicado un libro de libros; una obra para contar su devenir desde que se hacían con arcilla y se escribían con letra cuneiforme pasando por sus posteriores, y sucesivas, transformaciones y alfabetos. Un compendio de historias, aventuras y grandes conquistadores que no lo fiaron todo al dominio de la espada.
–¿Cómo sería el mundo si se hubieran salvado todos los libros perdidos?
–No tendríamos espacio para respirar. Tiene que haber una selección. Ni siquiera en la antigüedad merecían todos la pena. Cátulo celebraba una ceremonia donde quemaba los libros espantosos. Luego están los libros perdidos que son un dolor para el corazón, como puede ser el último ejemplar de una obra maravillosa que estuvo en algún un monasterio y cuya voz apagaron el fuego, los insectos o el agua.
–¿Los libros son el texto o también el soporte?
–Los dos. Los avances materiales ampliaron la esperanza de vida de las palabras cuando había pocos ejemplares de cada obra y que vivieran más o menos suponía su desaparición o pervivencia.
–¿Cómo serán en el futuro?
–Decía Umberto Eco que hay objetos en nuestra civilización, como la rueda, la cuchara, las tijeras y el libro, que no tienen muchas mejoras. El hacha lleva con nosotros desde hace milenios y el ratón del ordenador está empezando a desaparecer. No creo que el libro cambie en los siguientes milenios. Los rollos que antes contenían libros desaparecieron, pero ahora nos dicen que el futuro de las pantallas es que sean enrollables.
–Julio César y Alejandro Magno apoyaron la cultura.
–Ha habido poderosos muy inteligentes que ponen de su parte a los creadores para sostener su poder, dar voz a sus mensajes y crear el relato. Augusto fue el primero que entendió eso y tuvo su círculo de escritores afines. Los líderes más inteligentes han entendido que los libros ayudan a transmitir mensajes.
–Y ha habido persecuciones.
–La circulación de libros supone poner en circulación ideas que no gustan al poder. Se han perseguido libros, se han destruido bibliotecas del enemigo para destruir su identidad y se sigue haciendo. La destrucción de la biblioteca de Sarajevo fue un acto de agresión al pasado cultural del enemigo. Es llevar el genocidio hasta las letras. Alejandría supuso el afán de reunir todos los libros en un solo lugar. La biblioteca fue varias veces destruida y es una metáfora de lo peligroso que son los libros.
–¿Por qué el libro es el objeto de la época analógica que mejor resiste en la época digital?
–Las nuevas tecnologías y el viejo libro no están enfrentados: se modifican y sirven de modelo el uno y el otro. Pueden convivir. Pero objetos como el libro tienen la capacidad para enamorarnos. No de todos los objetos nos enamoramos. Hay gente que trata a los vinilos como joyas, pero no al CD. Hay cosas que amamos y otras que no. El libro tiene aura; en cambio nos deshacemos de los móviles sin más.
–¿Qué personaje fue determinante para el libro?
–La persona que adaptó el alfabeto fenicio y lo trajo a Grecia es esencial. Una veintena de letras nos sirven para contar todos los pensamientos y todas las ideas. En las civilizaciones anteriores las lenguas eran difíciles. Cuando se inventa el alfabeto, todos pudimos aprender a leer y escribir. Dejó de ser el lujo de una élite y pasa a ser un espacio que hemos conquistado.
–«Los documentos de la historia también son de la barbarie», dice Walter Benjamin.
–Las ideas tienen que circular y nosotros debemos tener la libertad de elegir. Soy contraria a cualquier censura. Si desapareciera el «Mein Kampf» ayudaríamos a los negacionistas. Es un testimonio de lo que él pensaba. Esos libros se pueden seguir leyendo siempre que expliquen en qué sociedad nacieron. Hay obras de Platón y Aristóteles que poseen pasajes que no tienen nada que ver con nuestros criterios. Platón consideraba que los gobernantes tenían derecho de mentir al pueblo por nuestro propio bien. Él defendía las «fake news».
–¿Qué le preocupa de los libros digitales?
–Que necesiten ser enchufados a la electricidad, que depende de una empresa, puede sufrir un ataque extranjero o que suba mucho el precio, y otra vez el conocimiento queda relegado. El libro de papel ha sido el mayor avance en la democratización del saber.

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