Víctor Alfaro: «Aunque nos empeñemos en no parecerlo, somos civilizados»
Ha reeditado «Alejandro y la gorra del tiempo», un cuento ambientado en la Guerra Civil 80 años después de su fin
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En estos tiempos en los que nos cuentan tantos cuentos sobre la Guerra Civil, Víctor Alfaro ha desenvainado las palabras que le brotan de su imaginación para escribir un libro infantil apto para adultos e ideal para leer en familia que nos demuestra la importancia de tener presente el pasado y que somos civilizados, aunque a veces nos empeñemos en no parecerlo. 80 años después de acabar el conflicto, «Alejandro y la gorra del tiempo» (Mueve Tu Lengua) se reedita para narrar cómo un niño tímido y solitario en la actualidad se transforma en un chico valiente, atrevido y audaz en 1939 tras ponerse una boina que descubre en un viejo arcón en casa de sus abuelos junto a un traje militar. Se trata de un emocionante y divertido relato de un locutor de radio que escribe para sanar.
–Imagine que una tarde viaja al pasado y se da de bruces con la Guerra Civil. Y que en ese momento conoce a su abuelo. ¿Qué le diría?
–Vería a mi abuela Carmen, que vivió esos bombardeos en la Gran Vía con apenas 12 años. Le impactaron tanto que luego de mayor solo se acordaba de aquella época. Creo que no le desvelaría mi identidad.
–¿Y qué le diría ella a usted?
–Tenía un par de ovarios. Me hubiera cogido de la oreja para que dejara de llorar.
–¿Por qué escribió este libro?
–Para que mis hijos sepan de sus bisabuelos a través de anécdotas divertidas. No pretendo dar lecciones ni enseñar, simplemente, entretener y divertir.
–¿Los niños saben lo que es una guerra?
–Creen que sí por las películas y los videojuegos, pero ojalá nunca deban saberlo. Ni me quiero imaginar cómo se afrontaría en la actualidad. De hecho, me da miedo escuchar a mi abuelo, con 96 años, advertir sobre los peligros que conllevaría el estallido de un conflicto en Cataluña. No quiero pensar que puede haber otra guerra en España, ya que somos civilizados, aunque nos empeñemos en no parecerlo.
–Si usted tuviera una gorra con la que viajar en el tiempo, ¿preferiría hacerlo al pasado o al futuro?
–Me gustan las sorpresas y el futuro nos deparará muchas, pero yo soy de los que pasan horas y horas viendo álbumes de fotos antiguas, de los que preguntan a sus padres por sus infancias... Preferiría el pasado.
–¿Lo olvidamos con demasiada frecuencia?
–No sé si lo olvidamos, pero es importante tener presente el pasado. Los adultos siempre deberíamos recordar al niño que llevamos dentro.
–¿Olvidar es una forma de mentir?
–Hay olvidos necesarios. Algunos recuerdos duelen.
–¿La memoria ayuda a no repetir los mismos errores?
–Nos puede dar pistas. Pero el hombre es el único animal que tropieza dos veces, y tres, con la misma piedra.
–En este libro hay quien sueña con el diálogo y la búsqueda de puntos en común. Han pasado muchos años, y sin embargo...
–Mi mejor amigo y yo somos totalmente opuestos, pero nos queremos y discutimos con pasión y cabeza. Me da mucha pena la gente que discute para herir o humillar. Hace falta más cintura, porque los españoles somos demasiado pasionales para tratar ciertos temas. El mejor legado que podemos dejar a nuestros hijos es que aprendamos a dialogar más y a pelear menos.
–¿La palabra sirve para poner fin a cualquier conflicto?
–No soy un experto, pero está claro que las peleas y las guerras, que aparentemente son una solución, provocan heridas que no cicatrizarán nunca.
–¿Nos cuentan muchos cuentos sobre la Guerra Civil?
–Probablemente. A mí me gustan los honestos, no los manipulados, que son los que abundan.
–¿No cree que está más viva que nunca?
–Desde luego. Se está hablando mucho de la guerra, del franquismo, de la Transición... Debería ser una oportunidad, pese a que no lo está siendo.
–¿Y cuál sería la moraleja?
–Que nunca tenemos que ver a nuestros hermanos y vecinos como enemigos, por eso en el libro no hablo de bandos.
–¿Cómo es la historia de España?
–Decía el poeta Ángel González que es como la morcilla de su pueblo: se hace con sangre y siempre se repite.
–¿Es usted un locutor de radio que escribe o un escritor que locuta?
–Un locutor que escribe. Soy un apasionado de la radio, es lo que me da de comer y me motiva.
–Pero lleva escribiendo toda la vida...
–Porque me divierte mucho jugar con la imaginación.