Sección patrocinada por sección patrocinada
Teatro

Teatro

La Cubana, 40 años de “shows”, cachondeo y noches de calabozo

La compañía catalana celebra cumpleaños en Madrid con una función especial en la que repasarán buena parte de su trayectoria

Un momento de la representación de "Adiós Arturo"
Un momento de la representación de "Adiós Arturo"Jordi Pla

La Cubana cumple 40 años y, por ello, tiene todo los motivos para el cachondeo. En esas pillamos a Jordi Milán, director de la compañía, preparando la “tontería”, dice, de esta noche.

-¿Tontería?

-Sí, un poco de jolgorio...

Asentados en el bueno rollo, La Cubana abre esta noche el baúl de los recuerdos y de él sacaran todos los recuerdos, personajes y momentos de estas cuatro décadas. Aunque primero cumplirán con su actual quehacer en el Teatro Calderón de Madrid, “Adiós Arturo” (en cartel hasta el 29 de marzo).

La compañía ya no es esa que estrenó a principios de los 80 “Cubana’s delikatessen”, esa que terminó en el calabozo tras su primera intervención en la capital, en la calle Montera, concretamente. “Evidentemente hemos cambiado muchas cosas, como la infraestructura”, apunta Milán, “pero la filosofía, la manera de hacer, casi artesanal, de los actores es la misma”. Lo dice un hombre que todavía hoy da gracias por lo vivido, “por pasar de las cajas de cartón en una furgoneta de segunda mano a un tráiler y poder viajar en AVE o avión”.

Lo que, en principio, nació “como el sueño de hacer teatro” derivó en una compañía profesional que ha superado los años. “Si en los 80 hubiéramos sabido todo lo que teníamos por delante nos hubiéramos cagado en los pantalones. No teníamos más pretensión que hacer lo que nos gustaba, pero la cosa empezó a ir bien y tuvimos que dejar los trabajos. Nos lo tomamos como un juego en el que hacer el gamberro durante el primer verano y, entre una cosa y otra, hemos llegado hasta aquí”, explica su director.

Son 40 los años que celebran, pero Milán no quiere oír hablar de “crisis”: “Eso no existe ni en el teatro ni en la vida real. La vida siempre va para arriba”. Siempre optimistas, aunque sin grandes pretensiones más allá del disfrute. “Vamos con las ganas de contar una historia distinta en cada espectáculo, una aventura que es como un melón, no sabes lo que va a salir hasta que lo abres”.