La cruel tortura de Kubrick: así destruyó a Shelley Duval en “El resplandor”
La actriz vivió los 13 meses de rodaje con un nivel de estrés emocional y físico tal que tuvo secuelas mentales que no ha logrado superar
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Shelley Duvall tenía 28 años cuando Stanley Kubrick la eligió para protagonizar “El resplandor” junto Jack Nicholson. Stephen King, autor de la novela, prefería que Jessica Lange diera vida a la mujer dura pero ingenua esposa de Jack Torrance, interpretado por Jack Nicholson, un hombre encargado de vigilar un hotel de montaña al que la soledad y sus propios fantasmas le hacen volverse loco y lo convierten en un asesino. Duvall era una actriz prometedora y Kubrick la puso en su punto de mira y le hizo pasar los 13 peores meses de su vida, hasta el punto que tras el rodaje quedó destruida, con una profunda depresión, que derivó en una enfermedad mental de la que a día de hoy no ha logrado recuperarse.
En una entrevista concedida en 2016, Duvall no quiso entrar en detalles de la película pero recordó que el rodaje que fue un infierno para todos los que trabajaron en ella: “Había un gran elenco. Todos eran personas maravillosamente divertidas..., pero luego estaba Stanley Kubrick, el director de esta obra maestra icónica. Todo lo que diré es que si el director no hubiera hecho lo que hizo, con tanta fuerza y crueldad, no habría obtenido el mismo resultado en la película”.
Y es que el director trató de sacar todo el provecho de sus actores y utilizó tácticas, cuando menos, cuestionables. Desde el primer día, aprovechó cualquier oportunidad para castigar a Duvall y prohibió al resto del equipo consolarla. Es más, la consigna era que la ignoraran siempre que fuera posible. Quería generar en ella el sentimiento de soledad, aislamiento y miedo. Así, Duvall se quedó sola, sin amigos en el rodaje más duro de su vida.
Cuando llegó la icónica imagen del bate de béisbol, en la que el personaje de Jack Nicholson acecha y avanza lentamente hacia su esposa mientras ella trata de escapar, Kubrick nunca le explicó a Duvall lo que iba a ocurrir, por lo que la cara de pavor de ella al ver lo que sucedía era auténtica, no tuvo tiempo de discernir si se trataba de realidad o ficción.
Además, la torturó hasta la extenuación y la obligó a repetir la escena 127 veces, tras lo que la actriz acabó deshidratada de tanto llorar y exhausta por la cantidad de altibajos emocionales vividos. Ese día acabó con heridas abiertas en las manos de agarrar el arma después de que Kubrick les ordenara repetir una y otra vez hasta que lograran transmitir lo que él les pedía
Las consecuencias de esta situación llegaron pronto y la actriz comenzó a perder el pelo por el estrés. El director nunca le dirigió una palabra bonita, ni de agradecimiento, todo lo contrario. Quería mantenerla en continuo estado de estrés durante el rodaje. "Stanley me presionó y me presionó más de lo que nunca me habían presionado antes. Es el papel más difícil que he tenido que interpretar”.
Otro de los momentos de tortura fue la legendaria escena de la puerta, en la que un desquiciado Jack Torrance intentaba abrir la puerta del baño con un hacha para matar a Wendy, mientras ella trataba de escapar. Esta escena precisó tres días de rodaje y también tuvo que ser repetida en numerosas ocasiones para lograr la toma perfecta. Fueron necesarias 60 puertas de madera y Nicholson confesaría después que Duvall había hecho tenido que hacer el papel y el esfuerzo duro que había visto en su vida. También recordó que ella se acercó para mostrarle cómo se le caía el pelo a mechones y que ella estaba constantemente agotada física y mentalmente para cumplir los las exigencias del director.
Pero si despiadado fue Kubrick, los críticos de cine lo fueron más y se cebaron con la actuación de Duvall, que calificaron de cómica, sobreactuada y “cómicamente mala”. De hecho, tanto la actriz como el director fueron nominados a los Golden Raspberry Awards, los Óscar de las peores películas del año. Tal fue la repercusión que Duvall pasó desapercibida para el gran público durante años y tras hacer un par de películas más, decidió retirarse del mundo cinematográfico.
Ni siquiera le gustó a Stephen King, que se sintió tan traicionado que decidió crear una miniserie de televisión basada en su novela en 1997 y tuvo que firmar un documento en el que se comprometía no volver a criticar la película para que Kubrick le permitiera adaptar el guión original.
Tras la entrevista que Duvall hizo en 2016 fueron muchos los espectadores los que quedaron asombrados de su estado físico, su imagen, sus dientes rotos y la incongruencia de algunas de sus respuestas y criticaron que se la mostrara de esa manera tan despiadada sólo por hacer espectáculo. Pero Duvall tenía una razón para hacer esa aparición pública: necesitaba dinero para poder seguir pagando su tratamiento.
Ahora, vive alejada del mundanal ruido en una casa de campo en Texas y rara vez se la ve aparecer en público.