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Muere Lucía Bosé a los 89 años de una neumonía

La actriz tenía una destacada filmografía y trabajó a las órdenes de Fellini, De Santis, Antonioni o Juan Antonio Bardem, entre otros cineastas. Su hijo Miguel Bosé ha confirmado la noticia: “Ya está en el mejor de los sitios”

Tenía 89 años y una vida fecunda, muy vivida, aunque se lea redundante. Lucía Bosé había nacido en Italia en 1931. Se hizo con el duro telón de fondo de una terrible guerra mundial y supo lo que costaba salir adelante. Con su cabello teñido de azul desde hace años, La “mamma” era una mujer de carácter fuerte, de convicciones, de genio. Una mujer de clan en torno a la cual se arracimaban los hijos, los nietos, los amigos de la familia, tanta gente que acabó por dedicarse, de una u otra manera, al mundo del arte.

Su adolescencia tuvo sabor a pastelería. En una de ellas trabajó para sacarse unas liras hasta que llegó la oportunidad de presentarse al concurso de Miss Italia, en 1947. Lo hizo sin demasiada convicción pero se alzó con el premio y las puertas del cine se le abrieron. Lo primero fue un cortometraje de Dino Risi sobre las “Cinco jornadas en Milán"(realizado en 1948-1949 con el asesoramiento artístico de Alberto Lattuada y Giorgio Strehler). Y poco después ya debutó en el largo como protagonista de "Non c'è pace tra gli ulivi de Giuseppe de SantisGiuseppe de Santis, último capítulo de la trilogía campesina del maestro neorrealista en el cual tiene el papel de una pastora de la Ciociaría, al lado de actores como Raf Vallone y Folco Lulli. Es también en 1950 cuando da muestra de su genio para la interpretación en “Crónica de un amor”, ópera prima de Antonioni en la que interpretaba a Paola Molon.

En 1951 vuelve a rodar con De Santis otra vez en “Roma ore 11”, filme que trata el tema del desempleo femenino y que ofrece una característica galería de retratos de mujeres, aunque será Antonioni quien la brinda una nueva oportunidad para demostrar su talento en "La signora senza camelie”, sobre el doble fracaso de una mujer que triunfa como actriz pero no consigue la felicidad en el terreno personal.

Comedia y esquíes

En el mismo periodo, Lucía Bosé también es la protagonista de numerosas obras que confirman su madera como actriz capaz de interpretar los más variados registros: desde la comedia rosa tardo-neorrealista, en la que interpreta dos de los títulos más famosos de la filmografía de Luciano Emmer: el divertido “París, siempre París", de 1951, con Aldo Fabrizi y, sobre todo, “Tres enamoradas” (1952), en la que da vida a una modista que, tras convertirse en maniquí no olvida sus orígenes ni tampoco al novio de toda la vida, hasta títulos de acento más cómico al lado, por ejemplo, de Walter Chiari, como “E’l’amor che mi rovina” (1951), donde se coloca los esquís para interpretar a una monitora a las órdenes de Mario Soldati.

Sin embargo será 1955 un año fundamental para la actriz al protagonizar tres títulos clave para su carrera: En “Gli sbandati”, de Francesco Maselli es Lucía, una joven alocada que enamora al conde Andrea, interpretado por Jean-Pierre Mocky. Vendrá después “Muerte de un ciclista”, a las órdenes de Juan Antonio Bardem y “Así es la aurora”, dirigida por Buñuel al volver Francia tras su estancia en México, Bosé interpreta al personaje de Clara, una joven viuda italiana que reside en Cçorcega y vive una purísima historia de amor con el médico Valerio, la única del cineasta con un final feliz.

Sin embargo, su prometedora carrera sufre un parón el 1 de marzo de ese mismo año, 1955, al casarse por lo civil con el diestro español Luis Miguel Dominguín en Las Vegas. El 16 de octubre lo haría en España por la Iglesia. Dos mundos, en apariencia irreconciliables, como el tiempo así demostró. La pareja tuvo tres hijos: Miguel, que adoptaría el apellido materno, y Paola y Lucía, que optaron por el paterno. Sin embargo, tras un parón laboral la actriz echa de menos los rodajes, trabajar, colocarse delante de la cámara. Y en 1968 vuelven las ofertas. El matrimonio no duró mucho, apenas siete años, por las constantes infidelidades de él, que tuvo un sonado romance con Ava Gradner. Harta de aguantar Lucía Bosé pidió el divorcio al torero, como así le llamaba, y se quedó con sus tres hijos: “Le dije que si no me los daba le pegaría un tiro", confesó tiempo después.

El “abuelo” Picasso

Poco después de su boda conocerá la pareja a Pablo Picasso, una persona importante en sus vidas. “Es la persona más extraordinaria e increíble que he conocido. Muchas veces me llamaba y me decía: ''Ven aquí para hablar un poco y me cuentas cosas de España’’. Y yo iba a su lado y le contaba esto y aquello y entonces me respondía: ‘’Si ya lo sé’’. ‘’Y para qué quieres que venga si todo lo que te cuento ya lo sabes’’, le preguntaba yo. Y nos reíamos. En mi corazón siempre ha estado Picasso. Y no el artista, el pintor, sino la persona”, decía Lucía Bosé del malagueño.

La “culpa” de que se conocieran la tuvieron los toros y el escritor y cineasta Jean Cocteau. Una tarde Picasso y Jacqueline, su esposa de entonces, había ido a Arles a ver una corrida y se interesó por la pareja, que viajó con frecuencia a las dos residencias que tenía el artista en Francia, una en el Castillo de Vauvenargues y la otra en Notre Dame de Vie, la vivienda de verano que poseía cerca de Cannes. Junto a los niños, Miguel, Paola (de quien fue padrino) y Lucía, disfrutaba como si fuera su abuelo. E incluso los pequeños pasaban temporadas en la residencia de Notre Dame de Vie, tiempo durante el cual asistían a la escuela en Cannes.

Según recoge el libro de Pablo J. Rico de La Casa “Picasso & Dominguín: arte y amistad” Lucía Bosé fue “un espíritu excepcionalmente sensible e inteligente, un ángel entre dos minotauros ensimismados”. Picasso decía: “Me hubiera gustado ser Luis Miguel Dominguín. Eso sí es arte”. Admiraba al torero enormemente, su manera de hacer, su batalla en el ruedo, ese frente a frente. Incluso le apoyó en el proyecto de construir una plaza de toros cubierta en Madrid, una iniciativa que nunca se materializó. Quizá la separación del matrimonio en 1967 fue distanciando a ambos “minotauros”.

Colgada de los ángeles

Pero ella seguía pensando en el cine. En los sesenta la quieren en Italia. Y la reclaman Fellini, Los Taviani, Bolognini, aunque el regreso se produce ese mismo año de la mano de Pere Portabella con “Nocturno 29”. En 1969, un año después Fellini la llama para una pequeña colaboración en “Satiricón” y trabaja con los hermanos Taviani en “Bajo el signo del escorpión”. Durante los setenta y ochenta continuará haciendo papeles puntuales que alterna con la televisión, como es el caso de “La Cartuja de Parma” (1982), donde da vida a la marquesa del Dongo y la celebrada “La señora García se confiesa”, al lado de Adolfo Marsillach.

A partir de finales de los 80 y los 90 sus intervenciones son cada vez más espaciadas. Y acaba por retirarse. Su nueva vida se desarrolla en Brieva, en Segovia, donde hace realidad un sueño de su juventud: poner en marcha en 2000 un Museo dedicado a los ángeles en el pueblo Turégano (donde nació un grande arte español, el pintor Esteban Vicente), que cuenta con más de 80 obras de diferentes artistas y que se levanta en una antigua fábrica de harinas de más de tres mil metros cuadrados. A este empeño se había consagrado los últimos tiempos, aunque sufragarlo y mantenerlo le había dado serios problemas. No era fácil; sin embargo no se rindió. Y siguió de cerca a los querubines que de la mano de un buen puñado de artistas contemporáneos colgaban de las paredes del edificio.

Filmografía esencial:

-"Chronique d’un amour" (1955)
Uno de los primeros éxito de las actriz es este debut cinematográfico de Michelangelo Antonioni
-"Muerte de un ciclista" (1955)
Uno de sus trabajos más relevantes es este filme dirigido por Juan Antonio Bardem
-"Así es la aurora" (1955)
La intérprete se unió a este trabajo de Luis Buñuel poco después de que el director regresara de México
-"Satiricón" (1969)
Uno de los filmes más conocido de Federico Fellini. Supondría su regreso a Italia tras su paso por el cine español
-"Vera, un cuento cruel" (1973)
Lucia Bosé se unió a una de las directoras experimentales del cine español en esa década: Josefina Molina
-"Los viajes escolares" (1976)
La actriz se sumó al rodaje de este filme de Jaime Chavarri, con el que rodaba por primera vez.
-"Crónica de una muerte anuncia" (1986)
Francesco Risi adaptaba a la gran pantalla este éxito de Gabriel García Márquez
-"El niño de la luna" (1989)
Agustí Villaronga dirigía este drama sobre un niño que contó con la presencia de la actriz
-"El último harén" (1999)
Esta película ambientada en un harén turco que recuperaba a Lucia Bosè después de mucho tiempo
-"La noche que no acaba" (2010)
Este documental de Isaki Lacuesta sobre Ava Gardner fue la última vez en que ella se puso delante de una cámara