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Pérez de la Fuente: «Parece que la información se ha democratizado, pero estamos donde Galdós lo dejó»

El director iba llevar la batuta de los actos del año dedicado al escritor, pero el COVID-19 lo ha parado todo hasta nuevo aviso

Juan Carlos Perez de la Fuente en la capilla del Colegio Mayor Elías Ahuja
Juan Carlos Perez de la Fuente en la capilla del Colegio Mayor Elías AhujaJesus G. FeriaLa Razón

«Se escucha un sonido seco, agudo, monótono, acompasado, producido por un hierro que percute sobre otro hierro. Al instante comprenderéis que una mano diabólica se ocupa en clavar las tablas de un ataúd; (...) es el trabajo que busca la riqueza en el cólera, y cada vibración de aquel hierro indica un poco de oro conquistado a la miseria. Del seno pestilente de una epidemia nace una industria, y multitud de artesanos ganan el sustento». Lo escribía Benito Pérez Galdós sobre la epidemia de cólera de 1865. Más de siglo y medio después, toca campear con otra crisis sanitaria, y, aunque los sonidos no son los mismos, las imágenes no distan de aquello.

–Esto se ha puesto tan serio como aquello.

–Me fastidia que no sepamos todo. Parece que la información se ha democratizado, pero no. Estamos donde Galdós lo dejó, en la epidemia de cólera. Me pregunto si empleamos mal la ciencia. Como hombre de teatro, me atrae, tiene teatralidad. Yo he vivido la colza y el sida, que se llevó a mucha gente y ahora hemos bajado la guardia.

–Hay gente que jugaba a infectarse antes de todo esto...

–Es una barbaridad. Nos creemos dioses y no lo somos. Lo importante de la vida es la salud y, por eso, con la Sanidad pública no se juega.

–¿Para qué sirve la cultura en estos momentos?

–En casos así, lo que importa es la ciencia. Ahora he tenido un problema de salud [antes del coronavirus] y ves lo vulnerable que te vuelves. El mundo se viene abajo con una enfermedad.

Pensaba Juan Carlos Pérez de la Fuente que este iba a ser el Año Galdós, y así sigue siendo por números: centenario de su muerte, pero el Covid-19 ha arrasado con todo lo planeado y ha dejado en el aire buena parte de la celebración de una efeméride de la que el director iba a llevar la batuta en la Comunidad de Madrid. Hablar con él sobre todo lo que tiene en la cabeza es introducirse en un torbellino de ideas que, incluso, llegan a cortar la Gran Vía para llenarla con un mantón de Manila de 300 metros. Desde el confinamiento, le surgen ideas hasta para el Día del Libro y propone «hacer una guerra de libros desde los balcones». Pero la vida continúa y «lo primero es lo primero», dice, así que también le ha tocado defender la residencia en la que está su padre: «Tuvimos que movernos para que las instituciones la blindaran del virus. En el centro ya se habían tomado medidas desde mucho antes». No se puede estar quieto, más si le tocan a los suyos, y así, entre unas cosas y otras, ha quedado muy lejos ese director cabizbajo del 2016 al que Celia Mayer le dio la patada en el Teatro Español.

–¿Entendió este Año Galdós como una compensación?

–No me gustaría. Sería triste que a mis 61 años fuera solo eso.

–¿Ha echado de menos la gestión?

–No, gracias, ahora controlo el masoquismo.

–¿Todavía le escuece aquello?

–Sí. Cada vez que nombran a alguien para un cargo me pregunto para qué sirve un concurso público si a nivel judicial no tiene ningún valor. Luego los políticos hacen lo que quieren. Fue difícil lograr que el odio no me devorara. Me gustaría sentarme con Carmena y preguntarle si sigue pensando que hizo bien.

–¿Qué se planteó?

–Marcharme de España. Solo me retenía mi padre. Si no, me hubiera ido a Nueva York.

–¿Qué hubiera sido de usted?

–Desde la llegada de Trump lo hispano tiene que dar la batalla.

–¿Pero sigue con la espina clavada de no haber terminado aquel proyecto?

–No te quepa la menor duda. Hay pendiente un «Macbeth», parado porque, como empresario, no puedo enfrentarme a él y ahí es donde lo público deben arriesgarse.

–¿Entiende que el teatro público debe ser deficitario?

–Pues hagamos una ley del mecenazgo. La Seguridad Social también da pérdidas.

–¿Es tan necesaria la cultura como esa Seguridad Social?

–Claro. Cada vez que veo que antes del telediario de TVE nos ponen programas de cotilleos me repatea. No pueden hacer eso con mis impuestos.

–¿Y cómo lleva esta situación tan marciana?

–Lo principal es estar bien y, después, estoy pendiente de ver qué pasa con las medidas del sector. Saber qué pasa con el teatro.

–¿Confía las medidas que se vayan a adoptar en el sector?

–La noticia, ¡del 18 de marzo, ojo!, fue que Alemania daba una cantidad para el mundo del teatro, la ópera, de la danza... Además de declararlo «bien de primera necesidad». (Risas) Creo que ya te he dicho todo.

–¿Cómo saldremos de esta?

–Saldremos. Nos creemos que esto es nuevo, pero ya pasó. Lo recogió Galdós en el diario «La Nación» [la cita del inicio]. Lo que demuestra que este señor está de plenísima actualidad.

–Usted conoce bien el campo por su familia. Es curioso que, entre otros, los que nos estén sacando de esta sean los agricultores, que hace nada estaban protestando.

–Paradojas. Galdós dice que el campo está «absolutamente abandonado», y ahí también se puede dialogar hoy con él. Salieron a la calle porque no se les valora, aunque los políticos hablen de repoblar la España vaciada... Se necesitan más medidas. Hemos sido un país agrícola de siempre. Desde que nos pensamos que solo vivimos del turismo empezaron los problemas. Comenzó a fallar el sistema.