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Ana Caro de Mallén, la mujer que hará que tiemble el Siglo de Oro

El Instituto Cervantes presenta una nueva versión, editada por Ana M. Rodríguez-Rodríguez, de «Valor, agravio y mujer»

La pasada edición del Festival de Almagro rindió homenaje a Ana Caro Mallén con la celebración de un ciclo dedicado a la autora áurea
La pasada edición del Festival de Almagro rindió homenaje a Ana Caro Mallén con la celebración de un ciclo dedicado a la autora áureaLa RazónLa Razón

Fue un brote de peste el que terminó con la vida de Ana Caro de Mallén y también fue un brote, esta vez de coronavirus, el que zanjó la exposición que el Instituto Cervantes dedicaba a las mujeres desatendidas del Siglo de Oro español, Caro entre ellas. Como era costumbre en el XVI y el XVII, los muertos de peste pasaban a mejor vida junto al resto de sus pertenencias, que eran quemadas sin compasión. Ante la duda, ya lo hemos comprobado en los últimos meses, lo que prima es la salud, y si esta requiere suprimir libertades o, en este caso, acabar con el legado de una persona, se acata y se calla. Mejor el calor de la llama para desinfectar que alentar a un posible rebrote del bicho (ahora, por suerte, parece que un chorrazo de lejía acaba con los males). Daba igual lo que se dejaba atrás, al final, era la vida lo que estaba en juego y, por entonces, la ciencia era algo más lenta y mucho menos aséptica que hoy. Lo que ocurre es que semejante actuación nos ha privado cuatro siglos después de, entre otras y otros, saber quién fue realmente la señora Caro, además de perder muchas de sus páginas. Sí sabemos que fue una poeta y dramaturga áurea, «pero que muy buena», dicen los que la han profundizado. Incluso era famosilla. Y también conocemos que fue adoptada por el matrimonio que formaban Gabriel y Ana María. Así lo recogen unos registros que sugieren que el origen de la autora y «esclava» fue morisco, aunque las dudas son casi tantas como las certezas. Si durante años se pensó que Ana Caro había nacido en Sevilla, por algo Vélez de Guevara la definió como «la décima musa sevillana» (no confundir con la «décima musa» de Lope, que fue Oliva Sabuco), «las últimas investigaciones parecen situar en Granada su lugar de procedencia». Lo afirmaba ayer Ana M. Rodríguez-Rodríguez a través de una conferencia virtual (lo que ahora resulta ser una «webinar» en el diccionario infinito de la mercadotecnia). La profesora es la responsable de la edición de una de las dos obras de teatro conservadas de Caro, «Valor, agravio y mujer» (la otra, «El conde Partinuplés»), un texto disponible en la web del Cervantes. La desescalada recupera a la mujer con la que, según Rodríguez-Rodríguez, «se nos van a mover todos los pilares del Siglo de Oro». Y es que «son muchas cosas las que no conocemos»: hasta puede que la mojigatería no fuera la que se nos ha vendido. Solo así se explican las bromas sexuales que Caro pone en boca del gracioso de la pieza. ¿De verdad podemos conocer una época a sabiendas de las muchísimas páginas, como las de la autora, que no hemos leído? Sería algo así como ponernos la vacuna del covid casi a pelo, sin haber estudiado todo y sin las comprobaciones oportunas. Quizá haya que repensar el Siglo de Oro...