El discurso que Europa ha esperado durante más de dos meses y se dijo en 1947
Aquel 5 de junio, desde la Universidad de Harvard, George Marshall hacía pública la iniciativa con la que Estados Unidos ayudaría al Viejo Continente tras la Segunda Guerra Mundial. Esta vez la ayuda ha sido interna, pero el objetivo viene a ser el mismo: reflotar la economía
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El pasado 27 de mayo la Comisión Europea daba un balón de oxígeno a todo el continente. Presidentes, Bolsas, economistas, empresarios... Todos cogían aire ante la propuesta de un fondo de 750.000 millones de euros para la recuperación económica del Viejo Continente. Los países de la Unión se iban a repartir 500.000 millones a modo de subvenciones a fondo perdido y otros 250.000 como préstamos.
Después de semanas de críticas a una Europa que parecía que no hacía demasiado por la viabilidad de sus miembros. La Comisión, impulsada por el eje franco-alemán y con los recelos de los cuatro “frugales”, cumplía, de esta forma, las peticiones del Sur. En concreto, las de Pedro Sánchez, que desde el inicio de la pandemia reclamó una “solidaridad contundente”.
La mayor crisis de Europa desde la Segunda Guerra Mundial y con una situación que recordaba al brote de gripe de 1918 (con el continente arrasado por la Gran Guerra) llevó al presidente español a reclamar una "economía de guerra y promover la resistencia, la reconstrucción y la recuperación europea”, así como adoptar “cuanto antes” medidas que respalden el endeudamiento público que estaban asumiendo muchos de los países. A todo su bloque de propuestas lo llamó el “nuevo Plan Marshall”, en referencia directa a la iniciativa norteamericana de ayudar a Europa tras 1945.
Escrito por Charles Bohlen, el discurso famoso tuvo lugar en la Universidad Harvard el 5 de junio de 1947, e hizo pública la contribución a la recuperación europea. No hubo periodistas en el acto, pues el presidente Truman prefirió mantener a la Prensa estadounidense apartada por entender la medida como “impopular”.
Marshall estaba convencido de que salvando la economía europea se lograría estabilidad la política. De hecho, eran los países europeos los encargados de organizar el programa: "...La verdad de la cuestión es que las necesidades de Europa para los próximos tres o cuatro años en alimentos y otros productos esenciales procedentes del exterior, principalmente de América, son tan superiores a su presente capacidad de pago, que tienen que recibir una ayuda adicional sustancial o enfrentarse con un deterioro económico, social y político de un carácter muy grave. El remedio consiste en romper el círculo vicioso y restaurar la confianza de la gente europea en el futuro económico de sus propios países y de Europa como un todo...
...Dejando a un lado el efecto desmoralizador sobre el ancho mundo y las posibilidades de desórdenes resultantes de la desesperación de la gente afectada, las consecuencias para la economía de los Estados Unidos parecen evidentes a todos. Es lógico que los Estados Unidos hagan cuanto esté en su poder para ayudar a volver a una salud económica normal en el mundo, sin la cual no cabe estabilidad política ni paz segura. Nuestra política no va dirigida contra ningún país, ni ninguna doctrina, sino contra el hambre, la pobreza, la desesperación y el caos. Su objetivo debe ser la vuelta a la vida de una economía operante en el mundo, de forma que permita la aparición de condiciones políticas y sociales en las que puedan existir instituciones libres. Tal ayuda, a mi modo de ver, no debe llevarse a cabo en pedazos a medida que se desarrollen las crisis. Cualquier ayuda que este Gobierno pueda prestar en el futuro debe procurar una cura antes que un simple paliativo...
...El papel de este país debe consistir en una ayuda amistosa en la elaboración de un programa europeo y un ulterior apoyo a dicho programa en la medida en que pueda ser práctico para nosotros hacerlo. El programa debería ser un programa combinado, aceptado por un buen número de naciones europeas, si no por todas...
...Parte esencial de cualquier acción afortunada por parte de los Estados Unidos es que el pueblo de América comprenda, por su parte, el carácter del problema y los remedios a aplicar. La pasión política y los prejuicios no deben intervenir. Con previsión, y con la voluntad de nuestro pueblo de enfrentarse con la ingente responsabilidad que la historia ha puesto claramente sobre nuestro país, las dificultades que he subrayado pueden ser superadas, y lo serán", argumentó Marshall en Harvard.
Meses después, París sería el escenario elegido para repartir el montante. Se pidieron 22.400 millones de dólares entre 1948 a 1951 que Washington redujo a 17.000 millones, pero el éxito fue tan extraordinario que bastaron 13.000 millones (equiparables a más de 300.000 en la actualidad): pues, como contó recientemente David Solar en estas páginas, “la producción de bienes y servicios se incrementó en un 128%”.