Cartas desde el holocausto
Ya se han escrito muchas y variadas novelas cuyo telón de fondo es la vida en la Argentina de la década de 1940, cuando al puerto de Buenos Aires llegaban oleadas de inmigrantes procedentes de Europa o del vasto mundo, pero «El gueto interior», de Santiago Amigorena, no se parece a ninguna otra. Entre muchos motivos, por una razón especial: no es una novela que intente «recrear» una época ni busque, tampoco, hacer un «retrato» de aquellos años. Es, en todo caso, una novela personal, una historia atravesada por la emoción, el dolor y el devenir de la Historia con mayúscula. Vicente Rosenberg, protagonista de «El gueto interior», es el abuelo del autor. Judío nacido en Polonia, dejó su país y a su madre y a sus hermanos en Varsovia para empezar una vida diferente en Buenos Aires. Se casó con una mujer que prefirió ser su esposa antes que seguir estudios de Farmacia, tuvo hijos y, como se dice, forjó un incipiente futuro como dueño de una tienda de muebles mientras, poco a poco, lentamente, fue sintiéndose parte de esa ciudad que lo había acogido como había acogido a tantos otros inmigrantes, quienes, a su vez, fueron dándole un nuevo rostro a Buenos Aires.
El nazismo desde Argentina
Pero estar lejos del país de origen, más allá de todo, no le resulta del todo fácil a Vicente. Especialmente cuando las noticias que van llegando de Europa, a las puertas de una nueva guerra y con un nazismo que no para de crecer, no son para nada alentadoras. Su consuelo, no obstante, es la vida que vive en Buenos Aires, rodeado de sus hijos, de su mujer y de un par de amigos con los que se reúne en el mítico Bar Tortoni, y las cartas que su madre, puntualmente, le envía desde Varsovia. Hasta que los nazis deciden establecer el gueto en la ciudad y su madre queda dentro del gueto y las cartas, antes puntuales, se hacen más espaciadas en el tiempo y luego, con el paso de los días y los meses, dejan de llegar.
Vicente, entonces, comprende lo que ocurre en Europa y en Varsovia y entra en su gueto personal. Un gueto interior, hecho de recuerdos, de melancolía, y envuelto en un horror que, por más palabras que se quieran usar para definirlo (Shoa, Holocausto), nunca será fácil de nombrar. Traducida (la novela fue publicada primero en francés) de manera exquisita al castellano rioplatense por Martín Caparrós, primo hermano del autor y, por lo tanto, también nieto de Vicente Rosenberg, «El gueto interior» es uno de los textos más conmovedores y personales que se han escrito sobre lo que signfició realmente vivir la guerra de Europa en una ciudad del Atlántico Sur.
Diego Gándara