La derrota del comanche de Cuerno Verde en Nuevo Méjico
El 3 de septiembre un grupo de soldados españoles capitaneado por Juan Bautista de Anza acabó con la vida del temido gran jefe indio
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En 1764 España se hacía con el territorio de Luisina que Francia cedía para compensar a los españoles de la pérdida de la Florida aunque fue recuperada en 1783. Con Luisiana y Florida la corona española ejercía su soberanía sobre un enorme territorio, que hoy forma parte del sur de los Estados Unidos y del norte de Méjico, que se extendía sobre California, Arizona, Colorado, Carolina del Norte y del Sur, Nuevo Méjico, Tejas... Estos territorios estaban habitados sólo por unos pocos españoles, nacidos a uno y a otro lado del Atlántico, y por numerosas tribus indias originarias del país. A mediados del s. XVIII el Imperio español alcanzó su mayor extensión.
En 1724 Pedro Rivera y Villalón realizó un viaje por Nueva España, actualmente Méjico y el suroeste de los Estados Unidos, para inspeccionar las poblaciones y los presidios (fuertes) del país en un viaje de 13.000 kilómetros y de tres años y nueve meses de duración. Estos territorios vivían en una situación de inseguridad. Los apaches, comanches, wichitas... se dedicaban a atacar a las tribus sedentarias, a los colonos y campesinos occidentales, saquear ranchos y misiones, esclavizando a todas las mujeres y niños que caían en su poder. Sus correrías eran una amenaza constante para las posesiones del Rey de España.
Los apaches y comanches era las tribus más belicosas. Los apaches habían sido una nación hostil a los españoles hasta la llegada de los comanches, momento en que se pusieron bajo la protección de los asentamientos españoles y de los misioneros. Comenzaba una relación pacifica que se iba a prolongar durante décadas. El gran jefe de guerra apache chiricahua Jerónimo (1829-1909) seguía hablando español y estaba bautizado a pesar de que cuando vivió España ya había abandono el continente americano. Para reforzar las defensas de estos territorios fronterizos se construyeron numerosos presidios y se fomentó el asentamiento de colonos blancos, tanto de población española -canarios y andaluces especialmente- como de extranjeros católicos de origen alemán y francesa.
En estos territorios se vivieron sucesos luctuosos y muy desconocidos como la masacre de la misión de San Sabá en Texas en 1758 por una partida de comanches y que provocó la expedición de castigo conocida como la Campaña de Río Rojo. España, para mantener el orden en los presidios que se extendían por Coahuila y Texas, Nuevo México, Alta California y Baja California contaba con muy pocos soldados. La fuerza más famosa de España en Nuevo Méjico eran los Dragones de Cuera, creados para la defensa de la zona de frontera en los Estados Unidos actuales. Su nombre derivaba de la cuera, abrigo largo, sin mangas, constituido hasta por siete capas de piel, con gran resistencia a las flechas de los indios, junto a una chaqueta corta de lana de tela azul con vivos rojos, pantalones azules, gorra azul, pañuelo negro, un sombrero con una cinta roja, zapatos y polainas. Eran una unidad montada y fuertemente armada.
Mientras que un soldado regular español disponía de un fusil y una espada, los dragones de cuera estaban equipados con un fusil corto, un par de pistolas, un arco y flechas, una espada corta, una lanza y un escudo de piel de búfalo. Cada Dragón de Cuera tenía seis caballos a su disposición, un potro y una mula. Los dragones de cuera estaban integrados normalmente por criollos, mestizos, indios hispanizados y algunos esclavos liberados. La mayor parte de sus oficiales eran criollos. Los requisitos para el alistamiento como dragón de cuera eran haber alcanzado los dieciséis años de edad, medir 1′50, estar sano, ser católico y libre de pecados.
En el verano de 1757 una partida de tres mil apaches partía desde la misión de San Sabá en Tejas a los territorios de caza del norte para intentar frenar el avance de los comanches. Iban a luchar con unos comanches que ya contaban con algunos caballos y armas de fuego compradas a los franceses. La expedición fue un desastre. En febrero hubo una correría de los comanches sobre el presidio español para, en marzo, dos mil comanches con guerreros de otras tribus amigas, arrasar la misión de San Sabá pero sin ser capaces de asaltar el presidio español mandado por un veterano de la frontera, el coronel de dragones Diego Ortiz de Padilla. Si España quería conservar Texas no podía consentir la actitud levantisca de los comanches por lo que se organizó una expedición de castigo contra ellos.
En San Antonio de Bejar (donde se encuentra la famosa misión de “El Alamo”), en enero de 1759, se preparó una expedición a las tierras de los tawakoni, tonkawa y wichitas integrada por 576 soldados españoles y 176 apaches. Junto al río Brazos, en pleno mar de hierba, se produjo el asalto a un asentamiento de tonkawa que produjo 55 indios muertos y la captura de otros 149. El 7 de octubre una avanzadilla de 70 españoles puso en fuga a un grupo que persiguió hasta un gran poblado de wichitas, en el que ondeaba una bandera francesa, en la orilla del río Rojo. De la nada surgió una gran partida de indios. El combate duro cuatro horas. Las cosas no pintaban bien y al caer la noche el coronel Ortiz ordenó retirada viéndose obligado a abandonar varias piezas de artillería. Esta expedición fue un fracaso pero se pudo comprobar que la Confederación de Tribus Nanitoches (compuesta por más de 20 tribus liderados por los comanches) de Luisina, todavía bajo dominio francés, era enemiga de los españoles. Una situación que se prologó por tres décadas.
En 1789 Juan Bautista de Anza preparó una campaña contra los comanches y sus aliados. La expedición se componía de 600 soldados, 150 de ellos dragones de cuera como fuerzas de vanguardia y de choque, más 200 apaches y yutes. Avanzado de noche, en silencio, durante días, el 31 de agosto lograron llegar sin ser detectados al campamento del jefe Cuerno Verde que logró escapar, para ser alcanzado por los dragones de cuera el 3 de septiembre, momento en que se produjo la batalla conocida como de Cuerno Verde, en la que los soldados españoles dieron muerte al jefe indio, a su hijo y a cuatro jefes comanches más. Esta victoria provocó que los comanches, navajos y utes pidieran la paz.
Los comanches no volverían a atacar las posesiones españolas de Nuevo México durante década quedando protegidos por la Leyes de Indias. El comercio con los indios se normalizó en las comancherías en las que los españoles vendían armas de fuego, caballos, ganado y todo tipo de productos a los indios. La paz que reino hasta la expulsión de España de América a comienzos del s. XIX y que, con la llegada de los colonos norteamericanos a sus territorios, supuso su casi total aniquilación de los pueblos indios.