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Calparsoro y los quinquis que quieren ser Cristiano Ronaldo

A medio camino entre el cine de los 70 y la acción del thriller moderno, el director presenta en Málaga «Hasta el cielo»
Daniel GonzalezGTRES

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Se presentó sobre el escenario del Cervantes un hombre en el que se intuía la figura de Daniel Calparsoro, pero del que nadie, a primera vista, podía asegurar que era él. Tapado hasta límites insospechados, el juego del descarte hizo confirmar que se trataba del director, pues, entre los presentes (Luis Tosar, Carolina Yuste, Miguel Herrán y productores), solo faltaba su rostro, escondido tras la mascarilla y una gorra verde de principio a fin, luego completaría el «look» con unas gafas de sol durante el posado en el Muelle Uno.
El cineasta pisaba ayer la capital malagueña para proyectar «Hasta el cielo», «el trabajo de mi vida» y todavía pendiente de estreno hasta que la pandemia lo permita. Una cinta que comienza con esas trazas del cine quinqui de los 70 y los 80 y que termina con la adrenalina de los thrillers modernos. Es el arco que maneja Calparsoro en un filme en donde se habla de un personaje, «Angelito» (Miguel Herrán), que tiene que lidiar con los sueños, la ambición y el amor a dos bandas con Estrella y Sole (Carolina Yuste y Asia Ortega).
Ángel «viene de la nada, de un estercolero, y quiere llegar a lo más alto», explican. Un tipo que se comporta como un empresario pese a que no tenga nada de ello. Para Calparsoro, representa «el nacimiento de un gánster patrio» que construye su imperio a base de butrones y alunizajes. Fue este el protagonista que le explotó en la cabeza mientras veía la televisión, en laSexta, en un «”Equipo de investigación” de Marlaska», asegura para ser más precisos. «Aquí hay una película», se dijo el director antes de ponerse a ficcionar lo que tenía ante sí: de Gao Ping al atraco del ferry de Balearia, aunque «sin ínfulas de documental» y con un elenco en el que los Tosar, Fernando Cayo, Yuste, Patricia Vico y Herrán se combinan con un buen número de primerizos «para conectar con la realidad». «Quería un trabajo de extrarradio y no lo encontré hasta entonces».
De esa idea original hace ya siete años y el resultado es ese acercamiento del «quinquismo» a nuestros días. Sin embargo, aquí no se habla de chicos sin planes consumidos por las drogas, sino de un hombre que busca alcanzar las Cuatro Torres que ve desde su barriada y desde las que, en teoría, se manejan los hilos. Algo que se antoja como un sueño inalcanzable. «Es un chaval consciente de su situación y limitaciones y, por eso, está dispuesto a asumir los riesgos. Luego, a medida que avanza, va descubriendo sus habilidades en el mundillo. Un proceso en el que no le puede la corrupción, sino la subsistencia», explica Calparsoro.
La meta es forjar un negocio para subir en ese ascensor social que se le había negado hasta entonces. Ser uno de esos ejemplos que publicitan los anuncios, el cine y el fútbol: alcanzar el lujo con las mismas zapatillas, coches y relojes que lleva Cristiano Ronaldo, como ejemplo supremo de la triste idolatría de hoy. Una fama que, para Herrán, lleva «más cosas sucias que bonitas. Lo importante es el prestigio», afirma el actor.