¿Por qué nuestra capacidad de concentración solo dura 9 segundos?
La teoría de Bruno Patino es inaudita y desalienta. En su nuevo libro analiza el por qué de este fenómeno en nuestro mundo actual
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La tesis de la que parte Bruno Patino en «La civilización de la memoria de pez» es tan explosiva como desconsoladora: la capacidad de concentración del ser humano en el mundo contemporáneo ha quedado reducida a nueve segundos. Uno solo más que la de un pez. En un periodo de tiempo tan escaso, no hay lugar para la información ni para la filosofía. Cuanto suceda en esos nueve segundos, ha de ser breve y atractivo, capaz de captar nuestra atención. Y es que, como sostiene Patino a lo largo de este ensayo, la «economía de la atención» –nueva modalidad del capitalismo– se ha apropiado del mundo digital, suscitando una auténtica confrontación de estrategias por ver quién logra captar con mayor efectividad el interés del usuario.
El ensayo redactado por Patino posee una virtud y un déficit. La virtud es su estructura ágil y, sobre todo, una capacidad extraordinaria para señalar puntos de debate y de reflexión. Cada capítulo suele comenzar con una sentencia que, a modo de aforismo, supone el ejercicio literario y reflexivo más interesante del texto. Pero, en paralelo a esta enorme inteligencia para la detección de problemáticas, el libro adolece de cierto «raquitismo analítico». Cada concepto enunciado no termina de ser desarrollado en los términos deseados: más allá del silueteado esquemático a través de cifras y anécdotas, el hallazgo no es exprimido lo suficiente y cada capítulo deja un sabor agridulce.
La doctrina de las opiniones
No obstante, y como se acaba de decir, Patino hace emerger un arsenal de pautas de comportamiento del sujeto contemporáneo que convierten a este libro en un retrato antropológico de la actualidad de recomendada consulta. La economía de la atención –desvela– nace del deseo de descoser la capacidad de concentración. Y la manera en que ello se consigue es mediante la aceleración inusitada de la experiencia.
La velocidad extenúa la concentración y, por ende, la democracia. Lo verosímil sustituye a lo verdadero, y, en este remplazo empobrecedor, las «fake news» encuentran campo libre para su expansión. Las redes sociales se han convertido en una fábrica de verdades individuales, o, lo que es igual, en un espacio de descrédito generalizado en el que cada usuario se afana en imponer su visión del mundo, al tiempo que deslegitima la de todos los demás. La combinación de «aceleración» y de «posverdad» ha dado lugar a una «histerización de la conversación pública» por la que cada individuo es adoctrinado mediante sus propias opiniones.