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Torquemada, auge y caída de un miserable

Juan Carlos Pérez de la Fuente pone el broche de oro al Año Galdós con una adaptación de la tetralogía del usurero protagonizada por Pedro Casablanc y en versión de Ignacio García May

Pedro Casablanc se desdoblará en varios personajes para levantar la tetralogía galdosiana de "Torquemada"
Pedro Casablanc se desdoblará en varios personajes para levantar la tetralogía galdosiana de "Torquemada"Cipriano Pastrano DelgadoLa Raz—n

Nada menos que cuatro novelas, con cientos de personajes y un sinfín de escenarios, ha tenido que condensar el dramaturgo Ignacio García May para convertir en monólogo todo el imaginario novelesco que don Benito Pérez Galdós desplegó en torno al personaje de Torquemada. O para convertirlo, mejor dicho, en cuatro monólogos. Porque es así como está estructurada esta obra, que tiene en verdad cuatro protagonistas, uno por cada novela, y un solo actor para dar vida a todos ellos: Pedro Casablanc. Un proyecto original, sin duda, y sumamente atrevido, en la medida en que sus artífices no han querido sacrificar un ápice de la ambición literaria del original, aunque hayan tenido que amoldarse a las lógicas limitaciones que impone la pandemia en estos tiempos, y que hubieran impedido levantar una gran producción con un elenco amplio.

“Torquemada en la hoguera”, “Torquemada en la cruz”, “Torquemada en el purgatorio” y “Torquemada y San Pedro” son los cuatro títulos –publicados entre 1889 y 1895– que conforman el ciclo que Galdós dedicó al prestamista Francisco Torquemada, un tipo que logrará ascender socialmente practicando la usura sin escrúpulos en el Madrid del último tercio del siglo XIX, cuando determinados usos del dinero empezaban ya a plantear problemas de índole moral a ese mismo liberalismo que, poco antes, había visto en el comercio el nuevo y mejor garante del progreso del individuo en todos los órdenes de la vida.

Sin embargo, en la versión escrita por García May, titulada de manera directa y escueta “Torquemada”, el usurero no aparece nunca como un personaje sobre el escenario. El espectador tendrá que formarse una idea de este singular y ausente protagonista a través de lo que otros dicen y opinan de él. García May reconoce que tardó mucho en dar con la forma más apropiada de contar la historia, si bien fue el director del montaje, Juan Carlos Pérez de la Fuente, que ya tenía muy clara la estructura de la función que quería, quien lo colocó en un rumbo determinado. “Cuando Juan Carlos (Pérez de la Fuente) me encarga la versión –confirma el autor–, él ya tenía claro que esta debía abarcar las cuatro novelas y estar escrita para un solo actor. Al principio…, pensé iba a ser imposible; porque yo, además, no me siento cómodo escribiendo un monólogo en el que alguien habla sobre sí mismo en primera persona; me resulta algo molesto, y casi siempre… un poco falso. Tuve que darle muchas vueltas hasta dar con la manera más convincente de articular ese monólogo. Me di cuenta de que Galdós utilizaba, en la voz del narrador, otros puntos de vista ajenos a él; ese narrador contaba muchas veces lo que otros, a su vez, contaban por ahí de Torquemada. Es más o menos lo que ocurre en ‘Ciudadano Kane’. Y a esa pluralidad de puntos de vista fue a lo que me agarré yo también para hablar sobre este usurero”.

Un personaje, este Torquemada, que el director del montaje, después del exhaustivo repaso que ha hecho este año a toda la obra de Galdós, no duda en calificar como “uno de los más profundos de cuantos salieron de su pluma, y el más rico y logrado de todos los masculinos; quizá sea uno de los mejores avaros de la historia de la literatura”. Efectivamente, Galdós hizo de su Torquemada mucho más que un avaro: escrutó comprensivamente el alma de su personaje, y la recorrió con fino sentido del humor, para convertirlo, ante todo, en un ser humano complejo.

Y debió de sentirse orgulloso del resultado de este “caso patético” de hombre, como él mismo definió a su protagonista, cuando decidió recuperarlo poco después; porque el plan inicial no era, ni mucho menos, hacer una tetralogía en torno a él. De hecho, “Torquemada en la cruz”, la primera novela en la que aparece, es una obra autoconclusiva que difiere ligeramente en estilo y naturaleza de las otras tres que luego vendrían. “Como escritor, y sin ser un experto en Galdós –aventura García May–, creo que, cuando un personaje te queda tan redondo como a él le quedó este, es normal que quieras volver a él para contar más cosas. Es algo que le ha ocurrido a muchos autores; sin ir más lejos, a Shakespeare con Falstaff. Lo que al principio piensas que no es relevante termina siéndolo”.

Por otra parte, es indudable que el personaje es una utilísima herramienta en manos de Galdós para radiografiar una sociedad finisecular en la que el espectador advertirá sin esfuerzo muchos de los males que hoy nos siguen asolando. “La obra cuenta la transformación de un hombre que pasa de ser usurero a ser banquero de moda; de banquero, a senador; y de senador, a marqués. Las resonancias en el presente de ese ascenso, y de la posterior caída…, me parece que son evidentes –dice tajante Pérez de la Fuente–. El espectador va a encontrar, me temo, a muchos personajes de la vida pública española de hoy”. Y para que ese encuentro del público con su realidad más reconocible pueda producirse con buenos resultados artísticos, será indispensable el trabajo de Pedro Casablanc, un actor muy reputado dentro de la profesión que no parece tener miedo a ningún reto. “A veces uno hace un reparto ideal, y luego tiene que hacer el reparto real; esta vez –dice muy satisfecho su director–, el reparto ideal es el real. Creo que es probablemente el mejor actor de su generación”.

Dónde: Teatros del Canal (Sala Negra), Madrid. Cuándo: desde hoy hasta el 4 de enero. Cuánto: desde 25 euros.

GALDÓS EN EL VESTUARIOS DE SUS PERSONAJES

Dentro del Año Galdós, y coincidiendo con las representaciones de “Torquemada”, los Teatros del Canal acogen la exposición “Cornejo, el sastre de Galdós”, que recorre la actividad de esta mítica sastrería en relación a las numerosas producciones sobre obras del autor canario en las que ha participado. El vestuario que lucieron Ana Belén y Maribel Martín en la histórica serie “Fortunata y Jacinta”, uno de los trajes que llevó Fernando Fernán Gómez en la película “El abuelo” o algunos de los vestidos realizados para el montaje teatral de “Tristana” son parte de las más de cincuenta piezas que se exhiben en esta muestra. La exposición sirve también como tributo al oficio de vestuarista, porque, según Pérez de la Fuente, “la narrativa de un personaje pasa también por el acierto en la elección de un brocado, de una pluma, de un botón, del detalle de una enagua, de la curva de un escote”. Curiosamente, aquel año 1920 que vio morir a Galdós fue el mismo que saludó el nacimiento de la sastrería Cornejo.