Joyce Carol Oates, un crimen racista en la familia
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Sabemos con antelación a la lectura de este libro que los temas que trata Joyce Carol Oates (Lockport, Nueva York, 1938) son duros, pero nunca dejan de impactarnos con la fuerza de un puñetazo directo al estómago; no en vano, uno de sus libros más conocidos trata sobre el boxeo como epítome de la violencia. Es precisamente ese impacto lo que busca la autora para que tengamos presente hasta qué límites amargos y sombríos pueden llegar la pobreza, los abusos sexuales, el clasismo y el racismo en la niñez y la adolescencia de las mujeres y cómo todo ello puede transformar y trastornar el rumbo de las vidas de muchas de ellas. En «Delatora» vuelve a estos temas encarnados en una niña de doce años, la pequeña de una familia pobre y numerosa que conoce por azar (a través de un bate de béisbol, el arma ejecutora de la violencia desatada en su vida cotidiana) la implicación de sus hermanos en un homicidio.
El vocabulario de la amargura
Sin que ella en realidad desee hacerlo, se convierte en el testigo esencial para la detención, juicio y posteriores penas de cárcel de los jóvenes. A partir de ahí, su vida estará definida por palabras como «exilio», «vergüenza», «amargura» y «secretos», sobre todo, esta última, que aparecerá continuamente, tanto en la adolescencia como en su vida adulta, cuando el acoso sexual será un ingrediente habitual y el sentimiento de culpa, un lastre ineludible. Un nutrida galería de personajes transita por la novela, todos perfectamente dibujados a través de sus actos, de la mirada de los otros, de sus propias reflexiones o por pequeños detalles; toda una sociedad, en fin, se despliega a través de ellos, partiendo del principio de los años noventa en el norte de Estados Unidos, en South Niagara, una etapa en la que el racismo se mantenía de forma tan retorcida que cuando un blanco mataba a un negro se defendía arguyendo que le culpaban por ser blanco.
Hay, sin embargo, posibilidad de escapar a todo esto, y la protagonista es una niña feliz a pesar de la «áspera dureza» y la amargura de su madre, personaje que personifica de forma excepcional todo el resquemor, la amargura y el odio reprimido por una vida fracasada. Las novelas de Oates golpean al lector párrafo tras párrafo, su lectura no es en absoluto placentera, pero precisamente por eso permanecen en el recuerdo, hacen reflexionar y son conmovedoras en el más estricto sentido de la palabra conmover: perturban, inquietan, alteran, mueven fuertemente o con eficacia. Todo esto puede sentir un lector mientras lee este libro.
▲ Lo mejor
La recreación de una sociedad clasista y racista, así como profundamente injusta con las mujeres
▼ Lo peor
En realidad, nada que merezca ser mencionado para quien suscribe esta reseña
Sagrario Fernández Prieto