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Los libros de la semana: de los palacios presidenciales de Latinoamérica a la violencia descarnada de Joyce Carol Oates

Entre las novedades que despuntan durante el comienzo de este 2021 destacan la recopilación de reportajes para «The New Yorker» sobre la última década de actividad política en América del sur del periodista Jon Lee Anderson y las fatalidades de una niña de doce años protagonista de “Delatora”
La RazónLa Razón

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Latinoamérica, de las chabolas a los palacios presidenciales

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La década que va desde 2010 hasta 2020 en América Latina es el centro de atención del nuevo libro del periodista americano Jon Lee Anderson, que reúne las principales piezas que, a lo largo de estos diez años, publicó en «The New Yorker». Diez años en los que la política iberoamericana vivió un camino tan convulso como transformador; una década en la que se pasó del liderazgo de los gobiernos de izquierdas a los de derecha, pero también al renacimiento del populismo, a la devastación de la naturaleza y al aumento de las desigualdades sociales y económicas.
Traducidas por el escritor mexicano Daniel Saldaña París, en las más de cuarenta crónicas que forman «Los años de la espiral», Anderson registra fenómenos como el terremoto de Haití, los históricos acuerdos de paz en Colombia, el restablecimiento de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba y entrevista a sicarios, novelistas y mandatarios, además de trazar variados perfiles sobre líderes políticos como Hugo Chávez, Nicolás Maduro, Fidel Castro, Dilma Rousseff, Jair Bolsonaro, Cristina Fernández de Kirchner, Manuel Noriega y, entre muchos otros, Andrés Manuel López Obrador. Anderson, en todo caso, se escapa de toda tesis o de cualquier conclusión unívoca, más allá de que el libro, en su conjunto, puede ser leído como un ejercicio de historia política sobre el presente de América Latina. Porque, aunque limita sus crónicas a esos años que él llama «de la espiral», muchas de sus observaciones remiten a un pasado que viene desde los tiempos de la Guerra Fría.
Afán de hegemonía
El libro, en ese sentido, tiene su epicentro en el apogeo del régimen chavista en Venezuela y en el triunfalismo que «su afán de hegemonía», dice Anderson, le insuflaba a buena parte de la izquierda continental, a pesar de las diferencias de Chávez con Lula da Silva, Dilma Rousseff, Michelle Bachelet o José Mujica. Pero el punto de inflexión de aquellos años de la espiral ocurrió entre 2012 y 2013, cuando con la agonía y la muerte de Hugo Chávez todo empezó a tambalearse como la Torre de David y terminó por derrumbarse. Los años que siguieron al fallecimiento de Chávez fueron, según Anderson, la «apoteosis de un periodo feliz», pues a partir de entonces se inició un proceso en el que aparecieron hechos relevantes como el restablecimiento de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba o el proceso de paz llevado a cabo en Colombia. Una apoteosis que, concluye Anderson, terminó con Trump.

▲ Lo mejor

El autor compone un completo fresco de la realidad latinoamericana durante los últimos años

▼ Lo peor

Por momentos, se ofrece una visión meramente política sin entrar en otros aspectos clave
Diego Gándara

Una vecina cotilla y un poco mohosa llamada Anne Tyler

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La cronista de la vida de la gente corriente descubre verdades universales sobre un reparador de ordenadores. Desde el arranque comenzamos a preguntarnos qué demonios pasa por la mente de Micah Mortimer mientras Tyler nos lo cuenta con la despreocupación de un vecino cotilla. Sus tareas domésticas están estrictamente programadas e incluso su relación con Cassie, una amiga a la que se niega a llamar novia, está rodeada de reglas sistematizadas. Aunque no hay rastro de compadres varones, este hombre que no se considera infeliz sí tiene ruidosas hermanas a quienes reprocha el «insoportable caos» en el que viven.
Para una novelista que ha pasado más de 50 años capturando en detalle la vida y el alma de la gente común, el perfil de este protagonista es un traje hecho a su medida. Un tipo que solo se desestabilizará por hechos también vulgares y patéticos, como que a su chica la expulsen de su apartamento. Pero eso no arredra a Tyler, quien, durante 22 libros, nos ha seducido precisamente por su perfecto tono a la hora de musicar las vidas insignificantes. En este caso, el moho que crece en nuestro personaje parece haberse extendido a las entrañas de la narración, puesto que terminamos asistiendo a una serie de situaciones de moderadas excentricidad presentadas sin perspicacia psicológica. Las mejores novelas de Tyler son tan maravillosas que han eclipsado sus cuentos, pero ese habría sido el formato ideal para esta historia.

▲ Lo mejor

Su estilo sin pretensiones y la aparente intrascendencia que retrata, nunca intrascendente

▼ Lo peor

Magnífica pintora de paisajes, quizá la autora vuelva esta vez en demasiadas ocasiones a las mismas escenas
Ángeles López

Joyce Carol Oates, un crimen racista en la familia

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Sabemos con antelación a la lectura de este libro que los temas que trata Joyce Carol Oates (Lockport, Nueva York, 1938) son duros, pero nunca dejan de impactarnos con la fuerza de un puñetazo directo al estómago; no en vano, uno de sus libros más conocidos trata sobre el boxeo como epítome de la violencia. Es precisamente ese impacto lo que busca la autora para que tengamos presente hasta qué límites amargos y sombríos pueden llegar la pobreza, los abusos sexuales, el clasismo y el racismo en la niñez y la adolescencia de las mujeres y cómo todo ello puede transformar y trastornar el rumbo de las vidas de muchas de ellas. En «Delatora» vuelve a estos temas encarnados en una niña de doce años, la pequeña de una familia pobre y numerosa que conoce por azar (a través de un bate de béisbol, el arma ejecutora de la violencia desatada en su vida cotidiana) la implicación de sus hermanos en un homicidio.
El vocabulario de la amargura
Sin que ella en realidad desee hacerlo, se convierte en el testigo esencial para la detención, juicio y posteriores penas de cárcel de los jóvenes. A partir de ahí, su vida estará definida por palabras como «exilio», «vergüenza», «amargura» y «secretos», sobre todo, esta última, que aparecerá continuamente, tanto en la adolescencia como en su vida adulta, cuando el acoso sexual será un ingrediente habitual y el sentimiento de culpa, un lastre ineludible. Un nutrida galería de personajes transita por la novela, todos perfectamente dibujados a través de sus actos, de la mirada de los otros, de sus propias reflexiones o por pequeños detalles; toda una sociedad, en fin, se despliega a través de ellos, partiendo del principio de los años noventa en el norte de Estados Unidos, en South Niagara, una etapa en la que el racismo se mantenía de forma tan retorcida que cuando un blanco mataba a un negro se defendía arguyendo que le culpaban por ser blanco.
Hay, sin embargo, posibilidad de escapar a todo esto, y la protagonista es una niña feliz a pesar de la «áspera dureza» y la amargura de su madre, personaje que personifica de forma excepcional todo el resquemor, la amargura y el odio reprimido por una vida fracasada. Las novelas de Oates golpean al lector párrafo tras párrafo, su lectura no es en absoluto placentera, pero precisamente por eso permanecen en el recuerdo, hacen reflexionar y son conmovedoras en el más estricto sentido de la palabra conmover: perturban, inquietan, alteran, mueven fuertemente o con eficacia. Todo esto puede sentir un lector mientras lee este libro.

▲ Lo mejor

La recreación de una sociedad clasista y racista, así como profundamente injusta con las mujeres

▼ Lo peor

En realidad, nada que merezca ser mencionado para quien suscribe esta reseña
Sagrario Fernández Prieto

Todo lo que Beethoven le debe a Viena

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Se devora, este libro, con el placer de poder dedicar nuestro tiempo –oído, cerebro y alma– a uno de los autores que más nos emocionan y de cuyas obras jamás nos cansamos. Aunque estamos ante un nuevo texto de uno de los compositores sobre los que más se ha escrito, el cuaderno de bitácora que trazan estas páginas aporta el suficiente provecho como para acudir a él, aprender nuevas cosas y pasar estupendos instantes desgranando aspectos de su existencia y su obra.
El ensayo nacen de dos sensibilidades, ¿se trata, acaso, de dos libros en un solo volumen? Sin duda, pero no resulta un quebranto para el resultado en tanto que es profunda y deliciosamente equilibrado. Y una pregunta mejor: ¿Beethoven hubiera sido el mismo en otra ciudad que no fuera Viena? Posiblemente, no. Solo la ciudad ilustrada de finales del XVIII podría ser el destino último de aquel joven pianista renano imbuido de los ideales de la Aufklärung que, a sus veintipocos años, partió hacia la capital danubiana para abrirse paso como intérprete y compositor. Un libro que se adentra, sin pedir excusas, en el medio en el que vivió «nuestro sordo más internacional» una gran parte de su vida. La más personal. El resultado es magnífico; riguroso, analítico, ponderado, múltiple, rico, inteligible y con una honda dimensión musical. De una profundidad de campo atómica para los sentidos.

▲ Lo mejor

El profundo análisis que realiza sobre la importancia del binomio formado por el compositor y esta ciudad

▼ Lo peor

Que no se aclara la fecha y el lugar del descubrimiento por parte de Wagner del «Fidelio»
Ángeles López

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