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«Yo soy el que soy»: Dura historia verídica en clave musical ★★★☆☆

.El Pavón Teatro Kamikaze
La Razón

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Autores: Aaron Lee y Zenón Recalde. Director: Zenón Recalde. Intérpretes: Aaron Lee, Verónica Ronda y Gaby Goldman. El Pavón Teatro Kamikaze, Madrid. Hasta el 30 de enero.
Narración oral dramatizada y ambientada musicalmente. O algo así, tal vez, cabría decir si tuviéramos que etiquetar esta extrañísima e interesante propuesta teatral que nace a partir del libro en el que el músico Aaron Lee cuenta su traumática experiencia vital en un periodo concreto: desde los 15 hasta los 20 años, es decir, desde que reconoce su homosexualidad a sus padres hasta que logra conducir sus pasos con seguridad en el mundo y empieza a triunfar como el excelente violinista que es.
En un difícil ejercicio interpretativo que la actriz resuelve de manera sobresaliente, Verónica Ronda relata los episodios –algunos de ellos casi inhumanos– que Lee tuvo que vivir durante ese intervalo de tiempo, y va incorporando para ello a los distintos personajes que intervienen, según el caso, en los hechos narrados. Todo ocurre en el escenario, y esto no deja de resultar muy curioso, en presencia del propio Lee, que participa en la función como músico –acompañado al piano por Gaby Goldman–. En este sentido, resulta muy bonito el juego escénico que plantea el director Zenón Recalde, cuando Ronda, haciendo de Lee y sintiendo como Lee, circunda al violinista, y lo mira como si mirara su propia imagen en el turbulento pasado que está evocando.
La historia que late al fondo es impactante y conmovedora; y el trabajo de los tres intérpretes, brillante, tanto en lo dramático como en lo musical. Pero, eso sí, por separado; la cosa flaquea un poco más en lo que tiene que ver con la ambientación: a la hora de acompañar el texto, el piano –que sí hace subrayados y golpes de efecto muy ingeniosos y eficaces– lleva en ocasiones un tempo demasiado rápido de acuerdo al sentido y al peso de la narración. Asimismo, hay una fractura, en la parte final, del formidable ritmo que llevaba hasta ahí toda la función, cuando a la vibrante interpretación de la «Chacona» de Bach, ya de por sí bastante larga en el conjunto de la obra, le sucede poco después una innecesaria canción que demora y va dejando descolgado el desenlace.
Lo mejor
El público verá sobre el escenario a tres soberbios intérpretes contando una historia impactante.
Lo peor
El aroma a Disney de las dos canciones, las cuales, además, aportan poco a la función a pesar de estar muy bien interpretadas.