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Libros de la semana: de las costuras del nuevo puritanismo a George Steiner como defensor del “mundo del ayer”

En “Woke” (Alianza), Andrew Doyle escribe un delicioso relato saritico para ridiculizar el extremismo ideológico de la izquierda identitaria

Figuras como Lidia Falcón han pedido el cese de Irene Montero como Ministra de Igualdad
Figuras como Lidia Falcón han pedido el cese de Irene Montero como Ministra de IgualdadefeLa Razón

“Un lector”: George Steiner, el último defensor del “mundo de ayer”

Se publica en España una antología de sus textos que él mismo hizo en vida. El volumen incluye también inéditos que nunca habían visto la luz
★★★★★
Jesús FERRER
Hace un año casi por estas fechas moría George Steiner. Con él desaparecía la conciencia del valor emancipador de la lectura, el intelectual humanista versado en múltiples saberes, la voz de la tolerancia intercultural y el exponente liberal de la mejor identidad europea. Perspicaz crítico literario, irónico comentarista de la realidad, decidido defensor de la recuperación pedagógica del mundo grecolatino, su característica bonhomía era la evidencia de un espíritu independiente de insobornable integridad ética. Ensayos como «Después de Babel», «Presencias reales» o «La idea de Europa» constituyen un sólido legado intelectual al que cabe añadir ahora la publicación de «Un lector», que incluye textos inéditos.
Steiner selecciona fragmentos que constituyen la urdimbre de sus más representativas obsesiones culturales: la trascendencia moral de las artes, la variada significación humana de la dramaturgia de Shakespeare, su fascinación por la música –Schönberg sobre todo–, el nihilismo tolstoiano, la impactante filiación nazi de Heidegger, la cercanía inicial y posterior distancia crítica hacia las teorías de Luckacs, las luces y sombras de la traducción literaria, el poder creativo del lenguaje, sus recelos ante el psicoanálisis o el irónico escepticismo ante el teatro del absurdo, entre otros referentes.
La condición humana
Y siempre con la insistente idea de que la cultura tiene una proyección espiritual, que debe representar la mejor excelencia de la condición humana. Así lo detalla: «¿Podemos avanzar mucho más en nuestra poética de la comprensión, en nuestra búsqueda común de la identificación, interpretación y transmisión de aquello que es indispensable en la literatura y las artes sin el reconocimiento de su trascendencia?».
El carácter multidisciplinar de sus conocimientos hace de este ensayista un abanderado del humanismo contemporáneo, con la reminiscencia del intelectual renacentista y el filósofo ilustrado. Pionero de los estudios de literatura comparada, experto en la deriva estética de la Lingüística, defensor a ultranza del valor civil de la educación y divulgador de intrincadas cuestiones teóricas, su obra reivindica aquella Europa del «mundo de ayer» de Zweig, porque es en una cultura de excelencias artísticas y derechos humanos donde radica para Steiner la identidad europea. Este libro se erige en faro y símbolo de esa mentalidad que conviene defender a toda costa.

▲ Lo mejor

La extraordinaria claridad expositiva y que el autor sabe aunar amenidad y rigor a partes iguales

▼ Lo peor

Nada destacable en estos textos de quien es ya un clásico ensayista contemporáneo

“Hamnet”: El hijo muerto de Shakespeare que inspiró su «Hamlet»

Maggie O’Farrell firma una obra redonda, de enorme belleza, que supone un homenaje al bardo inglés y bucea en sus misterios
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Sagrario FERNÁNDEZ-PRIETO
Los archivos históricos de la ciudad de Stratford registran el matrimonio de William Shakespeare con Anne Hathaway y el nacimiento de sus tres hijos: Susanna y después los gemelos Hamnet y Judith, un niño y una niña. Maggie O’Farrell ha indagado en esos y otros archivos sobre el gran bardo inglés y encontrado vacíos importantes y a veces algo más llamativo: esas notas a pie de página que aportan datos que no parecen suficientemente relevantes para ser incorporados al cuerpo del texto.
Engarzando con absoluta maestría la ficción y la realidad, O’Farrell le da una nueva vida a la esposa de Shakespeare, llamada Agnes aquí, y crea para ella una historia previa a su boda, absolutamente verosímil, y también una posterior, cuando su marido ya se había marchado y triunfaba en los escenarios de Londres. Allí estrenó «Hamlet» cuatro años después de que su hijo Hamnet muriera a los 11. Cuatro años y una letra de diferencia entre la muerte de un hijo y la que es para muchos la mejor obra dramática de la historia de la literatura.
Maggie O’Farrell ha creado, en fin, una gran historia, enormemente conmovedora, que indaga acertadamente en el dolor y la pérdida con una destreza y una sensibilidad sencillamente magistrales. La autora confesiesa su eterna fascinación por las incógnitas que se ocultan detrás las piezas teatrales de Shakespeare. Y este es el sugestivo resultado de esa atracción que siempre ha sentido.

▲ Lo mejor

La empatía que despierta su lectura gracias a unos personajes cercanos y dibujados con enormes matices

▼ Lo peor

No se le puede poner ni un pero a una obra en la que también destaca una viva recreación de la época

“Woke”: una sátira necesaria en estos tiempos ridículos

Andrew Doyle, que está detrás del seudónimo de Titania McGrath, escribe un delicioso libro que rompe con lo establecido por el nuevo puritanismo de la izquierda
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Lluís FERNÁNDEZ
Dos ideas se imponen al leer el libro satírico sobre la ideología «Woke» de Titania McGrath, pseudónimo del cómico inglés Andrew Doyle: el fin justifica los medios y la performatividad de género. La crítica burlona de las sandeces de Judith Butler sobre su teoría de la deconstrucción antiesencialista de la sexualidad incide en sus fundamentos mismos: «El género y el sexo son actuaciones, actos performativos que son modalidades del discurso autoritario». Otra delirante, Beatriz Preciado, le añade su toque «queer-arty»: «El género sería el efecto retroactivo de la repetición ritualizada de “performances”».
Resultado, el «turista de género», que va del endocrinólogo al cirujano en una deriva en busca del «estatuto ontológico» perdido y hallado imaginariamente en sucesivas «performances» trans con tal de hacer coincidir un cuerpo equivocado con un alma inexistente. ¡Toma ontología!
Para estos pirados de la política de la identidad –raza, género y sexo–, quienes osen oponerse a ella son lo peor. No comprenden que la biología está por encima de la ideología y que la realidad es un constructo cultural. Razón por la cual el acto performativo de John Austin, «decir algo es hacer algo», adquiere su pleno sentido. La fuerza del «enunciado performativo» es esa magia negra del acto del habla que por el hecho de enunciarse se realiza la acción enunciada. Craso error, porque el acto del habla solo lo hace en el enunciado, no fuera de él. Sin embargo, para el activismo «Woke» desear algo es un hecho real. Ejemplo clarificador de Titania: «A los sentimientos no les importan tus hechos. Si sientes que algo es verdad, entonces es verdad». Para ser activista «Woke», añade, «solo hay que añadir una bandera arcoíris a tu perfil o increpar a una persona mayor que no entiende lo que significa “no binario”, y ya estás mejorando el mundo», y «no te puedes considerar feminista si no te manifiestas por derechos que ya tienes».
La «lacra» de ser blanco
En esencia, se burla del heteropatriarcado, «of course», y de la blanquitud, esa lacra de ser blanco, hetero y binario. El corolario es tan certero como el panfleto feminazi de la ley de igualdad: «Solo alcanzaremos la verdadera igualdad cuando se valore más a las mujeres que a los hombres». La singularidad de «Woke» es que está escrito por antífrasis, dice lo contrario de lo que se piensa. Contra toda evidencia, se ha establecido la utopía woke. Y contra toda racionalidad se mantiene. Corolario: «Odiar a alguien por el color de su piel no es racista si esa persona es blanca».

▲ Lo mejor

Es uno de los «best-sellers» más divertidos del momento que pone en solfa las bobadas de género

▼ Lo peor

Lo mejor es lo peor. Solo una cita: «Si entretiene, es entretenimiento. Si ofende, es discurso del odio»

“Yoga”: el libro que le costó dos disgustos a Carrére

Después de quedarse fuera de la prestigiosa lista de nominados al Premio Gouncourt, la controvertida obra del escritor francés ve la luz
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Ángeles LÓPEZ
Decimos, quienes le amamos, que en cada libro de Carrère se encuentra el mejor Carrère. El definitivo. Pero después de tantos años, ha llegado, si no su gran obra, sí la más legítima. Se titula «Yoga», pero no va de yoga. Aborda la «literatura de lo real», pero miente por omisión. Se puede definir diciendo lo que no es: ni novela documental, ni crónica, ni no ficción. Acaso sea una autoficción pero también trasciende al concepto... Vaya por delante que tampoco es «El reino», pero cuenta mucho de quien ha escrito estas páginas que generaron un escándalo con su ex mujer, lo que le dejó fuera del Goncourt y le concedía el derecho a censurar párrafos que hablaran de ella antes de su publicación. Por ello, el autor tuvo que inventar un personaje. El resultado: su texto más metaliterario.
Arranca con la intención de redactar un libro sobre la meditación y termina derivando en la pareja, el terrorismo islamista o los refugiados... Explica cómo su salud mental se agrava hasta ingresar en un hospital a causa de su Trastorno Afectivo Bipolar de tipo II. Nuestro hombre ,«narcisista, inestable, abrumado por la obsesión de ser un gran escritor», edifica un análisis sobre la locura y la fragilidad donde recurre a Montaigne, Proust, Houellebecq y una buena nómina de artistas «neuróticos funcionales». Una obra bipolar que, como Buda, busca la «vía de en medio» entre la libertad espiritual.

▲ Lo mejor

Que se trata de un libro fuerte, instintivo y vertiginoso sobre la dura profesión de vivir

▼ Lo peor

Tal vez el desmedido ego del autor puede llegar a eclipsar hasta su propia obra