“Nación”: resiliencia feminista, resiliencia gallega
La directora y profesora Margarita Ledo vuelve a mezclar realidad y ficción para contar la historia del cierre de la fábrica de Pontesa, en Vigo
Creada:
Última actualización:
Como enclave estratégico en la España del desarrollismo, a principios de la década de los sesenta se levantó en Vigo la fábrica de Pontesa, destinada a la confección de loza y otros enseres del hogar para un país que, represión y dictadura mediante, quería salir del pozo de la posguerra gracias al sector secundario. La nave, además de dar trabajo a toda una comarca, se erigió en símbolo de emancipación femenina gracias a la primera generación de mujeres que salía de casa por primera vez para traer un sueldo. Cuatro décadas después, en 2001, deprimida la cuenca de la ría y rematada gracias al símbolo del euro, la fábrica de Pontesa dejaba de operar para siempre y, además de dejar sin trabajo a cientos de personas, sumía a la zona en la ruralidad económicamente depresiva de la que una vez había conseguido escapar, como si el sueño del futuro hubiera sido en vano.
En “Nación”, la directora y profesora universitaria Margarita Ledo utiliza los manierismos del documental para volver sobre aquel traumático cierre, efectivo en 2001, y para hablar con esas mujeres que si bien no consiguieron cambiar el mundo, al menos transformaron el suyo. Ficción y realidad se mezclan, como en toda su filmografía, para ofrecer un relato costumbrista de las vidas de Nieves, Ester o Manuela, trabajadoras que todavía anhelan volver a pisar la fábrica. “Después de varios largometrajes documentales, me di cuenta de que nunca había abordado mi generación, porque detesto el exceso autorreferencial. Pero pensando en mi juventud, recordé a esas mujeres que por primera vez se estaban metiendo en las fábricas, abriendo camino. Y en seguida vino a mi mente el edificio de Pontesa, con esa arquitectura tan perfecta”, explica la realizadora sobre el génesis del proyecto. Y continúa: “Son mujeres que, con aquel primer sobre castaño de su jornal, se sentían tremendamente realizadas”. No en vano, una de ellas recuerda en el filme sentirse “rica con aquellas primeras pesetas a su nombre”, incluso aunque tuvieran que entregarlas casi de inmediato en casa.
Épica de resistencia
La historia de “Nación” como película, que se dio cuando Ledo se topó con la caja de resistencia de las trabajadoras, 20 años después del cierre, como método para costear los derivados judiciales de haber llevado a la fábrica a juicio por una recalificación “irregular”, según explican, de los terrenos donde estaba la fábrica, es también la de un pasado que ya no volverá jamás y la muerte “práctica” del derecho al trabajo de muchas mujeres. “Cuando cerró la empresa, había un acuerdo para que el suelo de la fábrica fuera para las trabajadoras tras su venta, ya que no estaba calificado como edificable. Ellas defienden que se recalificó y se vendió presuntamente por un precio mayor al pactado, de cuya diferencia no vieron nada”, explica Ledo sobre el proceso judicial que salpica el filme y lo devuelve de vez en cuando al plano de lo real.
Ledo, que presentó su documental en el mismo Festival de Sevilla en el que se pudo ver “El año del descubrimiento”, coincide en que hay una especie de paralelismo cautivador en ambos filmes: “La suya es una película sobre cómo se apagó el sindicalismo en nuestro país y la mía es la de cómo se inició el feminismo en su vertiente más política, con mujeres reivindicando sus derechos sin estar dispuesta a dar un solo paso atrás”. Los paralelismos, más allá de los disturbios “glocalizados” en los que dan comienzo e insertan al espectador en la acción, también pasan por la reivindicación de lo propio y lo tangible como única “patria”. ¿Hace falta irse a Angela Davis para tener referentes feministas teniendo a mujeres gallegas vivas que puedan contar esa historia? La directora responde: “No son en absoluto incompatibles ambas historias de feminismo, pero sí que es cierto que una tiene mucha más exposición que la otra. Es una épica de resistencia, junto a la del naval gallego, que está cayendo en el olvido y es importante que las chicas más jóvenes lo conozcan”. Gracias a las actrices gallegas Mónica Camaño, Mónica de Nut y Xoana Pinto, que forman un solo personaje coral con distintos rostros, Ledo articula un relato sobre el feminismo incipiente sí, pero también sobre la nostalgia como toxicidad en el costumbrismo: “Cuando hablabas con muchas de las mujeres que pasaron por Pontesa, la mayoría siguen soñando con volver. Fue difícil, pero conseguimos llevarlas a hablar a la fábrica, que todavía existe, y una vez allí les cambió la cara por completo. Era como si nunca hubieran dejado de trabajar y fue muy emocionante”, confiesa la directora.
Con la misma vehemencia con la que un novel defendería su primera película, Ledo se despide afirmando que su película también es una revisión del concepto del “female gaze”, acuñado por Laura Mulvey, y que no es otra cosa que llevar a la pantalla “el concepto del cuerpo femenino, y su mirada, tal como son”: “Quería filmar mujeres de edad avanzada más allá de los clichés a los que estamos acostumbrados, no de un modo paternalista ni condescendiente, tampoco como víctimas, sino desde una perspectiva más natural, menos pervertida y manipulada”, añade. Esa naturalidad, mezclada con el costumbrismo que roza la excelencia cuando diferentes generaciones se sientan a la mesa a debatir ese “qué nos ocurrió” hacen de “Nación” un documental incontestable, un triunfo de la voluntad más artesanal y una experiencia reflexiva que crecerá con el tiempo.