Buscar Iniciar sesión

Los festivales llenan la España vacía

Pueblos y comarcas organizan eventos musicales para dar vida y visibilidad a su realidad con la esperanza de que los visitantes echen raíces y contar su historia con el reclamo de los conciertos
Bosque S

Creada:

Última actualización:

Algunos, como Mozota, en Aragón, o Balboa, en León, son pueblos que no superan superan centenar de habitantes durante el año. Otros lugares, como Villabuena de Álava y Elvillar en La Rioja Alavesa o la Ribeira Sacra tienen reconocimiento como lugar turístico y gastronómico. Todos son lugares con una historia que merece ser conocida y gentes que se enfrentan a la dura realidad de su geografía y demografía, que les relega a un lugar periférico y a un futuro lleno de incertidumbre. Estos enclaves también tienen en común que en los últimos años buscan en la música algo más que un entretenimiento pasajero: una forma de mostrar su realidad y también, ojalá, de que haya quien decida arraigarse en la belleza de sus paisajes.
Así lo piensa Lorena Gonzalvo, que habla en nombre de El Bosque Sonoro, un proyecto nacido de tres vecinos de Mozota que esconden su identidad detrás de máscaras y ocultan su nombre real porque el proyecto del festival que dirigen no es suyo, es de su pueblo. Eso sí, el crédito que estos jóvenes han contraído para pagar el festival, que este año recibe a 800 personas del 1 al 4 de julio, sí que tiene su nombre, apellidos y DNI. El Bosque Sonoro no recibe ninguna subvención pública ni espera ser rentable a corto plazo, pero es un sueño «a ciegas» de tres jóvenes de la llamada «España vaciada». «No nos sentimos como un pueblo de la España vaciada, porque aquí ocurren muchas cosas a pesar de lo pequeño que es. Por eso nos seguimos emocionando al ver cómo ha crecido este proyecto, que surgió de la autogestión. Es una oportunidad para que el día de mañana las hijas y nietos de los vecinos mantengan el nexo con el pueblo y ellos acaben enriqueciéndolo», dicen con palabras colectivas.
Conocimiento mutuo
Lorena Sánchez, como portavoz, explica algunos de los efectos positivos de este evento en la localidad a 25 kilómetros de Zaragoza. «Gracias al festival, se desbrozaron caminos, se acondicionado el cauce del río Huerva y se recuperó el claro donde la gente del pueblo solía hacer vida social pero que estaba un poco abandonado», explica. El Bosque Sonoro aspira a no dejar la menor huella ambiental: utilizan platos de fibra vegetal, compran a proveedores de la zona. «Mozota vive de la economía agraria. No hay industria ni comercio, no es un pueblo de grandes alternativas. No hay una atracción turística, pero es un pueblo precioso como hay tantos otros en Aragón y en España. Es un paraje natural maravilloso, que hay que poner en valor. Ojalá que a la gente que venga les encante y se queden a vivir muchas personas». Novedades Carminha, Viva Suecia, Iván Ferreiro son parte del cartel de este año.
En un rincón de El Bierzo, casi entrando ya en Galicia, está Balboa, otra localidad agrícola de apenas 50 habitantes que ha hecho de los eventos culturales su motor de desarrollo. Allí, un grupo de jóvenes, en este caso madrileños, levantaron el Observatorio Festival (25 y 26 de junio), un proyecto que va más allá de los días de conciertos y que se propuso crear un mapa sonoro del lugar. «Nos han recibido con los brazos abiertos y nosotros hemos hecho esfuerzo por poner en valor las tradiciones locales. Un porcentaje grande del público del festival viene de Madrid y no queríamos que la gente vaya y se vuelva sin más, sino que se estableciese un diálogo entre el pueblo y los asistentes. Y por eso hemos desarrollado un mapa interactivo que se llama Balboa Observa adonde puedes acceder y que recoge historias, anécdotas, tradiciones, con fotos, vídeos y audios de las costumbres locales y de la historia de su gente. Esas memorias se recogieron y este año se va a profundizar con una ruta durante el festival en el que se profundiza en ello. Y se va a grabar un documental también para explicar toda la interacción del festival, Balboa, y sus tradiciones», explica Javier Bornstein Co-Director del Festival.
Tierras de vinos
La era pandémica –y la post-pandémica que está por venir– ya está trayendo consigo algunos cambios en el sector que seguramente vendrán para quedarse. El más evidente es el de la limitación de público, una medida que permite una seguridad sanitaria que los macrofestivales aún están lejos de conseguir y que permiten una experiencia más disfrutable que un macrofestival. Dentro de ese marco de aforos reducidos y seguros, llega la primera edición del Esférica Rioja Alavesa, un evento que se celebrará en diversas poblaciones de la zona del 19 al 22 de agosto y que tendrá como reclamos musicales a Morcheeba, Depedro, Josh Rouse y Delafé. Según Carlos A. Montilla, director del festival, el Esférica nace para «conectar el territorio con la música como hilo conductor, pero nuestro esfuerzo reside en que no haya un público cautivo, sino que conozca de forma libre la región». Esférica Rioja Alavesa tiene previsto un aforo de 400 personas –sujeto a cambios si las restricciones de relajan–, que durante cuatro días, además de ver conciertos en escenarios no habituales, tendrán tiempo de pasearse por las calles y los caminos de las cinco localidades donde se llevará a cabo: Laguardia, Samaniego, Lapuebla de Labarca, Villabuena de Álava, Elvillar y Elciego. Es decir, la cultura como una herramienta para reivindicar el valor de unos espacios rurales a veces olvidados, que no suelen ser la primera opción de muchos turistas nacionales de interior. Sin embargo, la región tiene enclaves a descubrir como el pórtico del siglo XIV tallado en piedra –una joya arquitectónica– y las bodegas subterráneas que agujerean los cimientos de Laguardia; el récord Guinness de Villabuena de Álava como el pueblo con más bodegas por habitante del mundo (un lugar donde se sentiría muy cómodo el Mads Mikkelsen de Otra ronda); o el imponente Balcón de la Rioja. Algunos de estos lugares acogerán conciertos que respetarán la sostenibilidad ecológica y la singularidad del espacio.
También el 17º Ribeira Sacra trata de reivindicar la tierra y sus costumbres, de comunicarlas. La Galicia interior, siempre a la espalda del litoral, más próspero, mira hacia atrás y basa su leit motiv en las localidades que prosperaron en torno a la viticultura heroica, la que se lleva a cabo con gran esfuerzo por laderas con una inclinación media de 17 grados, de ahí el título del festival que este año, del 16 al 18 de julio, recibe a Teennage Fanclub y The Excitements.