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Marilyn Monroe, su doble muerte

La carismática actriz, cuya vida no fue precisamente un camino de rosas a pesar de los éxitos en la gran pantalla, falleció de la manera que se le suele exigir a una estrella para ascender al peldaño de mito: sola, trágicamente y con una explicación plausible que difería de la versión oficial

Fotografía de la actriz Marilyn Monroe, del fotógrafo Frank Worth que forma parte de la exposición de Worth, fotógrafo de la intimidad de las estrellas de Hollywood entre las décadas de los años 40 y 60 larazon

Marilyn Monroe murió del modo que se le exige a una celebridad para ascender al peldaño de mito: trágicamente y con una explicación plausible distinta a la oficial. El cuerpo de la actriz fue hallado en su casa de Brentwood (Los Ángeles) el 4 de agosto de 1962. Marilyn yacía en la cama, desnuda y boca abajo, y llevaba entre seis y ocho horas sin vida. Su última llamada, a las cinco y cuarto de la tarde, fue a su psiquiatra. Entre los medicamentos junto a la cama, un frasco con cápsulas de Nembutal. La autopsia constató una sobredosis de barbitúricos y, aunque no había nota de suicidio, el asunto se cerró con esa rúbrica. A partir de aquí, el camino de la conspiración se bifurca. Quienes no creen la versión oficial se dividen entre los que ven la mano de la mafia detrás y los que están convencidos de que el clan Kennedy quiso silenciarla. Y, aunque parece que no, ambas teorías son compatibles.

¿Una conspiración?

Muy pocos días antes de morir, Marilyn anunció que iba a dar una rueda de Prensa. Que no revelase el objeto de la misma supone campo abonado para la conspiración. Algunos creen que, despechada por el abandono de John Fitzgerald Kennedy primero y de su hermano Bobby después –tuvo relaciones con ambos, no solo con el presidente–, había decidido hacer pública información íntima que dañaría la imagen del clan. En el libro de reciente publicación «Sinatra and me: The Wee Small Hours», de Tony Oppedisano, el que fuese gerente del inmortal cantante e íntimo amigo de Marilyn explica que seguramente la actriz solamente quería contar que había retomado su relación con Joe DiMaggio. Sin embargo, Frank Sinatra estaba convencido de que su muerte ni había sido accidental ni un suicidio. No solo porque la conocía, sino porque fuentes no reveladas le deslizaron fue asesinada con una sobredosis de Nembutal por orden de Bobby Kennedy o bien de la mafia. Sinatra no es el único con nombre propio que señala en esa dirección: el actor Gianni Russo, que interpretó a Carlo Rizzi, el marido maltratador de Connie Corleone en «El padrino», dice conocer la clave que se le escapa a «La Voz». Criado en Little Italy (Manhattan) y con un abuelo siciliano ahorcado por crímenes de tinte mafioso, Russo trabajó para Frank Costello, líder de una de las cinco familias de Nueva York. Según él, el capo de Chicago Sam Giancana ideó un plan para chantajear a JFK y a su hermano Bobby –entonces fiscal general de EE UU– mediante un vídeo de la actriz practicando un trío con ambos. Con ello pretendían forzar al presidente a invadir Cuba y recuperar el negocio del juego que la revolución castrista había barrido. Sin embargo, Marilyn habría descubierto la trama y quiso hacerlo público, relata Russo en «Hollywood Godfather: My Life in the Movies and the Mob»: «Tuvo que ser Bobby. Nadie más la mataría. La mafia no lo habría hecho porque les gustaba; era una chica fiestera. Dale un par de pastillas, unos tragos y se follará a todos», contaba un explícito Russo al «New York Post».

La versión contradictoria

Existe una versión paralela y en parte contradictoria a la de Russo publicada por el sobrino de Sam Giancana. En el libro «Double Cross: The Explosive Inside Story of the Mobster Who Controlled America», Chuck Giancana explica que el padre de JFK se apoyó en los resortes de la mafia para engrasar la carrera política de su hijo y acercarlo a las clases populares. Sin embargo, una vez en la Casa Blanca, el presidente no devolvió favor alguno, antes bien al contrario: él y su hermano endurecieron la lucha contra el crimen organizado. Giancana se lo tomó como una bofetada en la cara y escogió dañarlo atacando a alguien a quien tuviera afecto, su ex amante Marilyn Monroe. En «The Secret Letters Of Marilyn Monroe and Jacqueline Kennedy», Wendy Leigh añade que Giancana se alió con el poderoso líder sindical Jimmy Hoffa, quien se la tenía jurada a Bobby a causa de unos duros conflictos en los tribunales. Según Leigh, los barbirtúricos que acabaron con la vida de Marilyn eran una de sus armas preferidas cuando los sicarios mafiosos buscaban no dejar rastro.

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