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Sakler, la familia que drogó a Estados Unidos

Patrick Radden Keefe presenta su estudio en el ensayo «El imperio del dolor»
Quique GarcíaEFE
  • Víctor Fernández está en LA RAZÓN desde que publicó su primer artículo en diciembre de 1999. Periodista cultural y otras cosas en forma de libro, como comisario de exposiciones o editor de Lorca, Dalí, Pla, Machado o Hernández.

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Sackler es uno de esos apellidos que, como pueden ser el de Rockefeller o Ford, es sinónimo de poder, ambición y riqueza en Estados Unidos. Esta familia construyó su descomunal fortuna en torno al negocio de las farmacéuticas, con productos como el Valium. Solo con la comercialización del OxyContin el clan obtuvo unos beneficios multimillonarios de 35 billones de dólares. Precisamente ese medicamento resultó un potentísimo y adictivo analgésico que provocó la crisis de los opiáceos, con medio millón de muertos.
Ese mundo es el que ha investigado el periodista Patrick Radden Keefe en «El imperio del dolor», publicado por Reservoir Books. El autor visitó ayer Barcelona para participar en un acto en el CCCB, pero antes habló sobre un libro que incluso ha sido aplaudido por el ex presidente Barack Obama. Los Sackler han tenido siempre una imagen de filántropos al estar vinculados como generosos mecenas a instituciones como la Universidad de Oxford, al igual que museos como el Louvre, el Guggenheim o el Metropolitan. Sin embargo, «ha sido construido a partir del dolor de mucha gente». El libro reconstruye precisamente todo eso, algo a lo que llegó mientras investigaba sobre los cárteles de drogas ilegales mexicanos, con el Chapo Guzmán encabezándolos. «Descubrí que estaba aumentando el consumo de heroína en Estados Unidos y quise saber por qué», comentó el periodista.
Fue entonces cuando supo que aquello tenía que ver con un medicamento llamado OxyContin, un calmante con altos niveles de adicción: «Era consecuencia de la mala praxis de la farmacéutica Purdue Pharma, propiedad de los Sackler», dice el autor. Todo ello trajo como consecuencia, subraya Patrick Radden Keefe, «medio millón de muertes en Estados Unidos durante las últimas dos décadas, además de dos millones de adictos».
La investigación le hizo descubrir numerosas irregularidades, algunas de ellas vinculadas con la FDA (Food and Drog Administration), la entidad encargada de regular la puesta en marcha del medicamento. «El funcionario encargado de homologar el OxyContin acabó trabajando para los Sakler y cobrando tres veces más. Cuando reclamé la documentación sobre él a la FDA me aseguraron que había sido destruida o se había perdido. Hasta ahora no ha aparecido, como otros documentos».
La aparición del libro no ha podido ser más oportuna: coincide con un momento en el que las farmacéuticas han tenido un gran protagonismo con la búsqueda de las vacunas. El escritor admite que se sentía incómodo por ese hecho, por traer a las librerías un trabajo en plena pandemia y con él mismo vacunado. Eso fue lo que le hizo reflexionar que «se puede ser escéptico de las farmacéuticas, a las que solo les mueve el negocio, pero no se puede negar la verdad científica. Las farmacéuticas son una industria, aunque también son capaces del milagro de las vacunas; no quiero dar argumentos a los antivacunas».