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Literatura

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Los libros de la semana: de la crispación política y el “trumpismo” al regreso de Anne Hébert

Entre las novedades literarias de la semana también destaca la última novela de Francesco Pecoraro o la Guerra Fría según Justo Navarro

La confesión de Brandon Fellows
La confesión de Brandon FellowsJIM LO SCALZOEFE

“Polarizados”: Dios salve a los Estados Desunidos de América

★★★★☆
Por Jorge Vilches
La presidencia de Trump fue una mina para los ensayistas apocalípticos. Se publicó un número incontable de libros sobre el fin de la democracia en América y el advenimiento del fascismo. Terminó su administración, hubo elecciones, ganó Biden y ahí sigue su sistema democrático. Lo que ha quedado es la polarización, iniciada durante el gobierno de Obama. Ezra Klein, periodista en Vox, que en EE.UU. es un sitio web de noticias, aborda la situación en «Por qué estamos polarizados» con un diagnóstico en la primera parte del libro y soluciones en la segunda. El autor se centra en el caso norteamericano, pero contiene ideas muy interesantes para Europa. La polarización, escribe, es una situación política creada por cuestiones culturales, raciales, psicológicas, territoriales, económicas y sociales que crean identidades enfrentadas e irreconciliables. La «política de identidad» es el empeño de los partidos por alimentar dichas diferencias para ganar votos y eso rompe la democracia. El argumento recuerda la dialéctica amigo-enemigo en las democracias, el daño del pensamiento ideológico, la politización de la vida privada o el uso de las emociones en la comunicación política. Las soluciones colectivas a la polarización que él aporta son en gran parte buenistas, cobrando más interés las individuales. Así, el autor propone un cambio en el sistema político que lo inmunice de las victorias de un partido frentista. Y si se produce el «desastre político» hay que blindar las políticas sociales para que nada cambie.

Soluciones individuales

Propone asimismo crear un sistema electoral que obligue a los partidos a buscar mayorías sociales, a moderarse para llegar a más gente, no solo a buscar la victoria en los Estados estratégicos. También se podría sobrellevar si se equilibran los partidos, es decir, si el perdedor sigue teniendo voz en las instituciones. Quizá lo más interesante es cuando habla de la solución individual a un mundo político polarizado. Coincidimos en que los partidos manipulan a las personas activando identidades, como la de género, la racial o la territorial para usarlas políticamente. Se potencian esas identidades y se desprecian otras que son importantes. Por ello es preciso ser consciente de ese abuso «para moldear y fortalecer las identidades que queremos habitar» y ser libres.
▲ Lo mejor
Su facilidad de lectura y la manera de hacer comprensible los conceptos que trata
▼ Lo peor
La obsesión que el autor tiene en ocasiones con el partido republicano de EE UU

“Bologna Boogie”: una Guerra Fría plagada de espías y cadáveres

★★★★☆
Por Jesús Ferrer
Justo Navarro es un autor de variados registros narrativos y, entre estos, destaca un tipo de novela policíaca que aúna el relato de espionaje, la crónica negra y la reflexión histórica. En esta línea, «Bologna Boogie» es la reciente entrega de las investigaciones del comisario Polo. En esta ocasión lo encontramos en Bolonia durante la postguerra europea tras los pasos de un desaparecido profesor y en el marco de la naciente Guerra Fría. Una sucesión de misteriosos cadáveres, intrigantes agentes, taimados activistas y sorprendentes situaciones conforman una fascinante trama detectivesca donde destaca la trepidante cadencia de la acción.
La amenazante atmósfera imprime a esta historia el tono del clásico relato de misterio con clara incidencia política. Se recrea aquí un mundo de apariencias y equívocos en el que la realidad es engañosa y las pesquisas policiales navegan en el mar de una historia de continuos giros argumentales. Una sutil mirada lírica recorre estas páginas, impregnadas de la inquietante estética del enigma a resolver; el mismo que da vida a unos conspiratorios protagonistas. Más allá de la acción argumental, alienta la especulación sobre la razón de Estado, el maquiavelismo diplomático y las falaces intrigas políticas.
Bien construidos personajes, ágiles diálogos, buena configuración de los escenarios descritos, así como un torrencial ritmo narrativo conforman la esencia de esta interesante novela de impecable pertenencia al mejor género negro.
▲ Lo mejor
La acertada vinculación lógica entre las diferentes subtramas argumentales
▼ Lo peor
Nada negativo en esta historia que responde fielmente a los códigos del género policial

“Los alcatraces”: solo hay algo peor que un crimen, otro más bárbaro

★★★★☆
Por Ángeles López
El título, «Los alcatraces», hace referencia a los pájaros que se lanzan al mar –«Les fous de Bassan»– y juega con el doble sentido de la palabra «fou»: loco. la obra que le valió a Hébert el Premio Fémina está ambientada en un pueblo rodeado de acantilados en las provincias marítimas quebequenses. Estamos en un lugar protestante, minoritario, anglófono y de habla francesa. Construida en cuatro partes, la novela relata la caída en desgracia del mismo detonada por un crimen reconstruido a través de cinco personajes que lo vivieron. De manera que con las confesiones del reverendo Wilkins se mezclan las reflexiones deshilvanadas de Perceval, el idiota del pueblo (los ecos faulknerianos son inevitables) y las afirmaciones inocentes pero certeras de Nora Atkins y su prima Olivia Atkins. Jóvenes que serán asesinadas durante una noche de tormenta por su primo, cuya voz abre y cierra este coral de talante onírico.
El eje significante (y significativo) de la tragedia es la presencia turbadora de las dos muchachas, de la sexualidad latente. Al crimen explícito, contado en primera persona , subyace otro, oculto, que se nos entrega en fragmentos y en el que el instinto y la culpa priman sobre la razón. El reverendo y sus acercamientos a Nora, que culminan en el suicido de la mujer de aquél, hacen que al asesinato real se superponga otro, inconfesable y, acaso, peor que el anterior: si el primero lleva la impronta de la barbarie al haber sido cometido sin remordimientos, sobre el segundo pesa la huella de la hipocresía.

El fin de la inocencia

Vemos, así, al religioso como la víctima sacrificial y, a la vez, el causante y el testigo de la caída de la comunidad que él estaba destinado a conducir hacia la salvación. Asistimos al Quebec de la época, donde el rol de la mujer y la mojigatería son las marcas indelebles de los escenarios de la obra de Hébert. También vemos la indefensión y el miedo ante la vida adulta, la infancia y el fin de la inocencia como su inevitable reverso, la muerte como el triunfo y la liberación de las fuerzas oscuras que moran en el interior de nosotros. La cuestión del origen del mal permanece ineludible, lo mismo que la respuesta que la autora sugiere: que cobra formas diversas pero éstas son sucedáneas de los terrores que habitan en nuestra conciencia. Una ficción que reviste un nivel narrativo que roza lo sublime cuyos temas, pese a ser turbadores y, a veces, luctuosos, se tratan con la fluidez y la siniestra belleza que solo puede tener lo que está destinado a ser eterno.
▲ Lo mejor
Su reflexión sobre el origen del mal y las muy diversas formas que puede adoptar
▼ Lo peor
La incómoda empatía que el autor nos hace sentir hacia unos personajes que dan pena

“La avenida”: un arrollador vistazo a nuestra fallida sociedad

★★★★★
Por Sagrario Fernández-Prieto
El séptimo piso de un edificio es una buena atalaya desde la que se puede contemplar todo lo que cabe a lo largo y ancho de una avenida. Es como si se fuera poseedor de un telescopio espacial que observa galaxias remotas. El protagonista de este libro es un hombre de setenta años que mira, analiza y reflexiona sobre todo lo que sucede en esa calle. Los hechos más nimios o las personas más comunes, los conflictos de origen étnico o la forma de vestir, los gestos y saludos, todo se convierte en material de reflexión sobre el envejecimiento, la sociedad y, de forma especial, sobre las revoluciones políticas que se han sucedido a lo largo del siglo XX, porque es un hombre que un día creyó en el comunismo y que ahora vive en un barrio creado para obreros y proletarios, pero en el que esos términos han perdido por completo su sentido y su significado; y el lenguaje es otro tema esencial para ese tipo que observa y medita con acierto y profundidad, y que desde la altura de su experiencia maneja con habilidad la ironía, el humor y la nostalgia.
La capacidad de investigación que mantiene Pecoraro, su enorme bagaje intelectual, su honda formación como arquitecto, todo suma en este libro excepcional que pone en las manos del lector una historia de la humanidad puntual y cotidiana que a la vez nos traslada a cientos de lugares, épocas y civilizaciones anteriores. Es una obra que resultará enriquecedora, excepcional e inolvidable para todos los lectores que se asomen a sus páginas.
▲ Lo mejor
La lucidez con que el autor realiza esta minuciosa exploración social de nuestra época
▼ Lo peor
Qué objetar a un libro comparado ya con el «Manhattan Transfer» de John Dos Passos