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Libros de la semana: de la distopía de Menéndez Salmón a una sátira sobre el tráfico de órganos

Las novedades editoriales también incluyen una extraordinaria novela de Gregorio Casamayor o las memorias de la hija de Ingmar Bergman y Liv Ullman

Ricardo Menéndez Salmón publica "Horda" en Seix Barral
Ricardo Menéndez Salmón publica "Horda" en Seix BarralLuis DíazLa Razón

“Horda”: un futuro en el que los simios nos prohibirán hablar

★★★★☆
Por Jesús Ferrer
La reciente novela de Ricardo Menéndez Salmón (Gijón, 1971) «Horda» es una fábula distópica donde un mundo tecnificado conserva rasgos de prehistórica depredación y violento control social. Las conductas humanas que cuestionan la autoridad son aquí reprimidas, no existe la vida personal ni la intimidad, y las palabras pierden su significado en favor de la supremacía visual, siendo la imagen el factor de interacción comunitaria. Una especie de Gran Hermano coercitivo y supervisor, el sistema Magma, recuerda la atmósferas de novelas como «1984», «Un mundo feliz» o «Fahrenheit 451».
El protagonista, nombrado como «Él», vaga por este desolado universo con la compañía de un mono, alusión antropológica a los atavismos identitarios. Los simios, única mascota tolerada, representan las contradicciones de una sociedad de apariencia avanzada pero de realidad retroactiva. Una cibernética inteligencia decide que «a cada hombre y a cada mujer que ingresaba en la desmemoria de la madurez se le adjudicara un mono como prótesis y consorte. La presencia del mono refería así al adulto la singularidad de su destino, la prohibición de la palabra». Niños que desfilan con aviesas intenciones, opuestos a los adultos, configuran un enfrentamiento generacional que implica amenazantes proporciones futuras. La esperanza en otra realidad social más justa suscitará en «Él» el deseo de la huida, la conciencia de una emancipadora trangresión civil.

Fraternidad y pillaje

Aunque su escritura se sitúa en 2018, a nadie se le escapa que esta guarda concomitancia con las amenazantes circunstancias de una crisis mundial de muy cercanas resonancias y donde pudieran brillar por igual la solidaridad y la rapiña, la fraternidad y el pillaje. Ballard, Pynchon, Lem y el Cormac McCarthy de «La carretera» alientan estas páginas, en las que un mundo desnaturalizado se ha impuesto sobre la condición humana: «Multitudes afanosas con la boca llena de palabras vacías que elevaban al cielo la gloria perecedera de sus arquitecturas. Pero el mundo estaba destinado a venirse al suelo, a regresar al impulso primordial de la caída». Bajo un estilo de distante frialdad fluye un relato que emociona y sobrecoge. Esta historia de visionaria imaginería y apocalípticos supuestos invita a la reflexión sobre un futuro que acaso ya haya comenzado.
▲ Lo mejor
El retrato de una sociedad deshumanizada por una represiva tecnología
▼ Lo peor
Alguna puntual digresión que en nada mengua el gran interés de la novela

“Estás muerto y lo sabes”: cuando quizá estás mejor en la cárcel que fuera

★★★★★
Por Sagrario Fernández-Prieto
Cómo es posible escribir una novela de poco más de doscientas páginas en la que se perciban ecos de la tragedia griega, de la novela negra, social y costumbrista, y que al mismo tiempo destile un sentido del humor que parece desbordarse por los márgenes y se aprecie hasta en los verbos, colocados de tres en tres, por si el lector quisiera elegir el que mejor le cuadre. La clave de esta filigrana la tiene, por supuesto, el autor, que ya ha demostrado sobradamente su fuste y en esta ocasión se crece hasta el extremo de convertirse en la voz del narrador, describiendo hasta el más mínimo detalle con la precisión de quien presencia todo aunque no intervenga.
Este recurso de estilo es seguramente lo que confiere al libro una atmósfera que resulta muy cinematográfica y que recuerda a las obras más clásicas del género negro, como las de Raymond Chandler. Pero en este caso el protagonista tiene un nombre más familiar, se llama Pacho Heredia, ha cumplido dos años en la cárcel Modelo de Barcelona y sale en libertad provisional. Ha tenido tiempo de trazar sus planes con detalle, de repasarlos bien porque tiene varias cuentas que saldar y poco tiempo para hacerlo. Debe recoger una importante cantidad de dinero y ver a su mujer y a su hijo, el problema es que hay otros que también quieren algo de él, entre ellos, una dura subinspectora que no le va a dejar ni respirar. El «antihéroe» de esta historia se «entristece enfurece cabrea». Una novela inolvidable.

“Crónicas desde el país de la gente más feliz de la tierra”: una sátira macabra sobre el tráfico de órganos en África

★★★★☆
Por Diego Gándara
Es una sátira, pero una macabra con trasfondo político. La tercera novela del nigeriano Wole Soyinka, el primer escritor africano en recibir el Nobel (1986) y autor de una obra tan vasta que incluye ensayos, teatro, poesía y memorias, hunde sus raíces, como en las dos novelas anteriores («Los intérpretes», 1964, y «La estación del caos», 1972), en la propia historia de su país lejos de todo folclorismo y cualquier color local, pero con una mirada que trasciende las fronteras y abarca el mundo actual.
Así, en una Nigeria imaginaria pero que se parece mucho a la de hoy, Soyinka traza las coordenadas de una historia que, con una prosa candente y torrencial, se despliega a través de una serie de tramas encadenadas las unas a las otras formando un abanico amplio de personajes y de situaciones, de escenas y diálogos que, al tiempo que enriquecen la historia, bordean su punto central: el tráfico de órganos para ser usados en rituales funerarios. Sostenido por la creencia popular de que los órganos humanos tienen propiedades mágicas y que conducen al éxito empresarial y político, Soyinka compone esta sátira a partir de un hecho concreto: el robo de cadáveres y órganos de un hospital cuyo director es un médico incorrompible, el doctor Menka, quien, advertido por el hecho, habla con un viejo amigo de la época universitaria, un hombre de la clase alta nigeriana y que está a punto de ocupar un puesto en las Naciones Unidos y mudarse a Nueva York.

Caricatura del poder

¿Quién está detrás de un negocio tan siniestro y macabro y llenándose los bolsillos de dinero?, parece ser la pregunta que se desprende a lo largo de la novela. Y la respuesta, en el fondo, es que todos. O ninguno. Porque tras el robo de órganos se encuentra un líder religioso sin escrúpulos que se ha hecho a sí mismo y al que siguen miles de personas porque ofrece espiritualidad, y otro hombre, hipócrita, ambicioso, una caricatura misma del poder pero un eslabón más dentro de una sociedad secreta y oscura que maneja los hilos del país. La obra, así, puede ser leída de muchas maneras: como una sátira macabra y política, como una historia de corrupción y engaños, o como un libro de misterio y de crímenes sin resolver. En cualquier caso, una cosa está clara: la tercera novela del escritor africano es una obra mayor, una suerte de alegato contra las locuras y las miserías de la clase dominante de su país.
▲ Lo mejor
El tono de sátira pesimista y que refleja muy bien la sociedad de un país africano del siglo XXI
▼ Lo peor
Que la trama, por momentos, resulta demasiado compleja y difícil de seguir

“Los inquietos”: tardes de cine en familia con Ingmar Bergman

★★★★☆
Por Toni Montesinos
Algunas de las más importantes escritoras de la actualidad como Rachel Cusk, Ali Smith, Siri Hustvedt o Lydia Davis han lanzado elogios sobre este libro de Linn Ullmann (Oslo, 1966). Y es que en él, con gran brillantez, busca las certezas de una vida real, la de sus propios padres. De este modo, «Los inquietos» (traducción de Ana Flecha Marco) le sirve para recordar quiénes fueron el cineasta sueco Ingmar Bergman y la actriz Liv Ullmann, y rememorar un amor que califica de «grande y revolucionario», si bien «la verdad es que no se puede saber mucho de la vida de otros, especialmente la de los propios padres»; y no unos padres cualquiera, sino unos que se dedicaron «a convertir sus existencias en historias».
Esa relación paterno-filial tiene un contexto destacado en la memoria de la escritora: Hammars, donde sintió que la familia encajaba a la perfección y donde hoy está el Bergman Center, en la remota isla de Fårö. Su padre había llegado allí en 1965, a los cuarenta y siete años, y decidido hacerse una casa. Un lugar al que Ullmann iba cada domingo a ver películas con su padre cuando a este ya le quedaba poco tiempo de vida (murió en 2007). Y justamente a raíz de estas visitas surgiría el presente libro, pues tenían pensado hacer un texto sobre la vejez basado en una serie de conversaciones grabadas. Un material que, al final, acabó constituyendo el sustrato fundamental que compone este recuerdo familiar, sentido y hondo, en el que revive la propia voz de Bergman.
▲ Lo mejor
Todo lo que cuenta de la relación profesional de sus padres, que rodaron diez películas juntos
▼ Lo peor
Necesita un lector interesado en descubrir una biografía literaria y que le guste Bergman