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Teoría y práctica del indulto populista de Juana Rivas

Algunos gobernantes retuercen las sentencias, desprecian las conclusiones de los psicólogos y tachan como culpable al ex marido mientras Juana Rivas, que llegó a presentar ocho denuncias inverosímiles, todas archivadas, vuelve a ser una mártir
PEPE TORRESEFE

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El indulto parcial de Juana Rivas y las reacciones posteriores de ministras como Irene Montero (Igualdad) o Ione Belarra (Derechos Sociales y Agenda 2030) añaden decibelios al cacao populista. Algunos gobernantes retuercen las sentencias, desprecian las conclusiones de los psicólogos y tachan como culpable al ex marido mientras Juana, que llegó a presentar ocho denuncias inverosímiles, todas archivadas, vuelve a ser presentada como una mártir. Hay quien sostiene que en España el falo penaliza y los genitales discriminan, y que hemos recuperado el derecho penal de autor.
Guadalupe Sánchez, abogada y escritora, autora de «Populismo punitivo», explica que el «derecho penal moderno, propio de los Estados democráticos de derecho, liberales, es un derecho penal del acto. Castigamos el hecho concreto; la gravedad de la pena sería proporcional a la gravedad del acto. En los sistemas totalitarios o autocráticos el derecho penal del acto se combina con otro, de autor, que castiga a las personas por reunir una determinada cualidad, bien biológica o bien ideológica. Un ejemplo fue la ley de vagos y maleantes aplicada contra los homosexuales. O cuando, tras la Revolución Rusa, el régimen comunista penaliza el mero hecho de pertenecer a la clase burguesa. En España sufrimos un derecho penal de autor en función del sexo o el género».
Julio Valdeón: Escribe usted que «una mera denuncia basta para privar a los hijos de la presencia de su padre. Sin embargo, una condena en firme por un delito de sustracción de menores se salda con la impunidad de la autora».
Guadalupe Sánchez: Una barbaridad. Colaron de rondón, en una ley que no tenía nada que ver, una modificación del Código Civil sobre el régimen de visitas. Antes de esa reforma, ante una denuncia de maltrato, el juez, de manera motivada, podía dictar unas medidas cautelares y privar de forma provisional al padre del régimen de visitas siempre que hubiera motivos fundados para hacerlo. Pero ahora basta la mera denuncia, que ni siquiera es un acto procesal, es un acto de comunicación.
Rebeca Argudo: Algo que resulta sangrante en el caso de Francesco y Juana...
G. S.: Habría bastado una sola de las ocho denuncias que ella interpuso, aunque se archivaron todas porque no tenían ningún fundamento ni viso alguno de verosimilitud, para privar provisionalmente al marido del régimen de visitas. A Juana Rivas no es que la hayan denunciado, es que ha sido condenada en primera instancia, en la Audiencia Provincial, y luego confirmada por el Supremo, aunque redujo la pena. Y, sin embargo, por razón de su sexo, va a salir impune, porque con el indulto parcial no va a tener que entrar en prisión, cosa que puede justificarse porque quizá sea perjudicial para los hijos, sino que, además, y esto es lo más grave, recupera la patria potestad sobre los niños. Habiendo cometido un acto gravísimo, porque no solo secuestró a los niños durante un mes, sino que además banalizó el maltrato de forma instrumental para intentar conseguir ventajas procesales.
R. A.: Una ministra de Igualdad ha llegado a separar en un tuit la justicia de la ley.
G. S.: Esta gente llegó a la política pregonando que solo cumplirían las leyes que considerasen justas. Estamos asistiendo a eso. Usan un indulto para incumplir la ley y, además, un indulto no se puede usar para revocar una sentencia o poner en cuestión la justicia. Una cosa es constatar que una pena de prisión, en tanto que el fin social es la reinserción, puede resultar perjudicial en ciertos casos. Pero Juana Rivas no ha mostrado ningún tipo de arrepentimiento por su comportamiento, con lo que la finalidad de la reinserción no se cumple. El tuit de la ministra es gravísimo. Lo que dice es que ante una legislación que ignora la perspectiva de género, nos la saltamos para imponerla.
J. V.: Tampoco puede decirse que el fenómeno sea nuevo...
G. S.: Siempre he definido el populismo como la deslegitimación de las instituciones y el Estado de derecho recurriendo a la soberanía popular. La raíz del mal está en el año 2004, en la Ley de Violencia de Género, una ley que nació con muy buenas intenciones, que se salvó por componendas políticas en el Constitucional con una sentencia más que cuestionable, al entender que la ley no vulnera la presunción de inocencia porque lo que hay que interpretar es que castiga una intención machista en el acto. Eso más los populistas en el poder nos lleva donde estamos.
Para Daniel Jiménez, autor de «Deshumanizando al varón: Pasado, presente y futuro del sexo masculino» (Bowker, 2019) es incluso más preocupante el discurso que se ha enarbolado en torno al indulto parcial, pues «basándose en el informe del Tribunal Supremo» explica «el Consejo de Ministros justificó el indulto parcial en buena medida por el interés superior del menor, basándose en documentación que afirmaba la angustia del hijo mayor tras ser separado de su madre. Si bien esta razón no se encuentra exenta de problemas (pues la documentación corresponde sólo a una de las partes), creo que podría haber sido más fácil de digerir para la opinión pública. Sin embargo, entre la clase política diversas figuras como Irene Montero o Íñigo Errejón adoptaron otro tipo de discurso: el indulto parcial como enmienda a una injusticia y un triunfo menor en la lucha contra el machismo, ignorando que los jueces que defendieron el indulto parcial son explícitos a la hora de decir que no se pronuncian sobre la realidad de las agresiones denunciadas o sobre quién debe tener la custodia de los pequeños».
R. A.: ¿Cuál es el mensaje que recibimos con este indulto?
Daniel Jiménez: El feminismo, como otros movimientos, necesitaba de un enemigo para facilitar y mantener la cohesión de sus miembros y ese es el hombre. El problema comienza cuando las instituciones, en lugar de limitarse a adoptar aspectos del feminismo relacionados con la igualdad, deciden asumir como propio también a ese enemigo. Lo que para un grupo pequeño puede ser una herramienta de cohesión, a nivel estatal alimenta la polarización y corroe el tejido social. Si en el pasado la búsqueda de un enemigo exterior para generar cohesión social podía desembocar en guerras y conflictos, la búsqueda de un enemigo interno con el mismo fin podía tener resultados incluso más trágicos: desde limpieza étnica hasta el genocidio. La interdependencia de los sexos, entre otros factores, hace que en el caso del hombre esto sea inviable y quiero pensar que también indeseable, por lo que su eliminación pasa a ser simbólica: transformando aquello que les convierte en hombres (al confundir la masculinidad con sus excesos). El discurso político en torno al indulto de Juana Rivas es otra consecuencia de este proceso: no es una medida mejor o peor justificada para un caso particular, sino una victoria en el campo de batalla ideológico donde la identidad es más importante que los hechos, pues si a las mujeres hay que creerlas siempre, la implicación es que sólo el hombre miente en este tipo de casos. Y aunque afirmaciones como ésta desafían toda lógica, es habitual que los grupos asuman la veracidad del relato de alguien considerado como uno de sus miembros y sospechen de la versión de un alguien ajeno al grupo. Pero algo tan natural como esta dinámica grupal es enormemente irresponsable en quienes han decidido dedicar su vida al servicio de todos los ciudadanos. El mensaje que envía es que, en una disputa privada, las instituciones no deberían intentar dirimir la realidad de lo sucedido, sino tomar partido en función a la identidad de los implicados.