Crítica de “Destino a Brighton”: los mods nunca mueren ★★☆☆☆

Dirección y guion: Chris Green. Intérpretes: Patsy Kensit, Ricci Harnett, Jesse Birdsall. Reino Unido, 2021. Duración: 101 minutos. Drama.

John Parker, un joven de Manchester, acaba de perder a su padre, mod de toda la vida que ha fallecido tras un accidente y a quien admiraba de manera profunda, de ahí que decida volcar las cenizas del finado en Brighton, la cuna espiritual del movimiento, hasta donde llegará montado en una vieja Lambretta que el pobre tipo le dejó como herencia. En el viaje le acompañará una descarada chica con ganas de mambo y, más tarde, otro veinteañero seriamente perjudicado. Nostálgica «road movie» a mayor gloria de aquellos ingleses de parka verde y coloridos trajes hechos muchas veces a medida agrupados en esa subcultura nacida a finales de los años 50 (con una biblia, el filme de culto «Quadrophenia», Franc Roddam, 1997; si la han visto ya sabrán de qué iban, así como los rockeros, enemigos acérrimos de aquellos «elegantes» muchachos) y que parecen seguir presentes de alguna forma en el panorama británico. Paul Weller y The Jam protagonizan la banda sonora de un filme cuya historia se nos antoja demasiado ingenua y prescindible por muchas pintas calientes y alguna que otra pastillita que le echen encima. Bueno, al menos a quienes les gusten las Scooter se lo pasarán bomba.

Lo mejor: es una «road movie» tan nerviosa como las canciones de su banda sonora

Lo peor: al guion le habría venido bien una repensada, sobre todo, por el sopetón de los giros finales