Jean Paul Gaultier y el escándalo de la masculinidad
El icónico diseñador francés inaugura la exposición “Cine y moda. Por Jean Paul Gaultier” en el espacio CaixaForum de Madrid
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Para Jean Paul Gaultier, el auténtico arquetipo de masculinidad heterodoxa aferrada a la hegemonía estética de lo rudo, lo ibérico y lo salvaje pero con versatilidad suficiente como para abrazar la fragilidad de las emociones sin vergüenza tiene el nombre, los apellidos y el rostro de Javier Bardem. “Es el Marlon Brando español. En “Jamón jamón” era el hombre objeto perfecto”, afirmaba revoltoso ayer durante la presentación en Madrid de la exposición “Cine y moda. Por Jean Paul Gaultier”, una muestra dedicada a la memoria de la cineasta Tonie Marshall con la que el CaixaForum pretende acercar la mirada del público a un estimulante intercambio de naturaleza extraordinaria entre la industria de la moda y la el cine con la experiencia del diseñador francés como vehículo narrativo.
Sin estridencias estéticas que delaten su vinculación pasada con los icónicos corsés retrofuturistas de Madonna o la creatividad de los diseños lúdicos y contestatarios del universo sesentero de William Klein al que perteneció, el todavía “enfant terrible” hizo acto de presencia ataviado con un look holgado, actual, llamativamente sencillo, con sus pies enfundados en unas zapatillas de deporte estilo calcetín como única nota llamativa, denotando el presente de tranquilidad laboral y reposada madurez en el que se encuentra después de haberse bajado de las pasarelas hace tan solo un par de años y llevar más de cincuenta entre agujas, cuerpos, telas, metales y desfiles.
La tercera planta del edificio, compartimentada por diferentes salas por las que transitan cinco periodos, géneros y estilos diferentes, propone un viaje por una suntuosa pasarela en la que Gaultier ejerce de vórtice, repleta de estrellas de cine como Brigitte Bardot, Jeanne Moreau, Catherine Deneuve, Marlene Dietrich o Katherine Hepburn (estas dos últimas, representantes exponenciales de una androginia en la gran pantalla que busca en realidad, propiciar la igualdad de género y encontrar un equilibrio estético en donde exista la posibilidad de que una mujer lleve pantalones y trajes de corte “masculino” sin dejar de sentirse cómoda en su feminidad) y diseñadores de la talla de Pierre Cardin, Yves Saint Laurent, Marcel Rochas, André Courrèges o Paco Rabanne.
Las obsesiones y referencias cinéfilas de este practicante confeso -y devoto- de la inversión de roles, van desde los abrigos largos del “Érase una vez en el Oeste”, de Sergio Leone, hasta el ajetreo visual de una película como “Falbalas”, dirigida por Jacques Becker en el 45 y culpable absoluta de la pasión inicial del diseñador por su trabajo (”Gracias a esta película yo estoy aquí ahora mismo. Sin el desfile de esa casa de costura durante la posguerra nunca me habría dedicado al mundo de la moda”) o la ancestral vinculación con todo el universo almodovariano y su manera de entender y retratar a la libertad y complejidad de las mujeres con la que tanto conectó el modisto en plena efervescencia ochentera de la Movida.
“Antes de conocerle ya era fan de su trabajo. Mi relación con España está sin duda estrechamente unida a la Movida, a las mujeres de aquella época y a Pedro. En el cine de Almodóvar no se comportaban como mujeres objeto tontas. Me enamoré de Marisa Paredes, de Victoria Abril, de Rossy de Palma. Era muy enriquecedor trabajar con todas ellas y con Pedro. Como director, tenía una visión estética muy definida de lo que quería transmitir y eso no es algo que pase siempre. Sus películas eran sus particulares bebés”, apostilló.
Por mucho que la postmodernidad líquida y el hiperindividualismo psicologista se impongan en las sociedades contemporáneas y de forma generalizada nos sumemos casi involuntariamente a esa carrera extenuante por demostrar que es ahora cuando hemos redefinido ¡e incluso creado! conceptos relacionadas con lo fluido, la androginia, lo “queer”, lo disidente, una de las máximas que subraya esta muestra es que Jean Paul Gaultier lleva años creando universos, con sus diseños como herramienta pero también con su relación –profesional y apasionada– con el cine, en los que todas estas formas de proyectarnos como seres con identidad ya tenían cabida mucho antes de que pensáramos que lo estábamos inventando. Porque tal y como declaraba el propio creador, “la feminidad y la masculinidad avanzan al mismo ritmo que lo hace la moda, que lo hace la vida”.