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Santiago Muñoz Machado: «Forma parte del carácter de los españoles ser quijotesco»

Publica una amplia y exhaustiva biografía sobre Cervantes, donde examina también los principales temas que el escritor abordó en sus obras

Santiago Muñoz Machado, director de la RAE
Santiago Muñoz Machado, director de la RAEGonzalo Pérez MataLa Razón

Santiago Muñoz Machado publica «Cervantes» (Crítica), una biografía que alumbra un nuevo rostro del príncipe de los ingenios y saca a relucir esquinazos olvidados de su semblanza y otras aristas insólitas que a veces han quedado sin explorar o a las que no se ha prestado la necesaria atención. Una monografía que recorre con minuciosidad sus aspectos personales y la manera en que los eruditos y estudiosos se han aproximado a su figura, pero que también incide en temas como su supuesto erasmismo, el peso de la cultura popular en sus textos, su incidencia en las relaciones de pareja, su desconfianza sobre la ley y el peso singular que adquiere en su obra la brujería. «Es una forma de contar su vida de otra manera», comenta el director de la Real Academia Española, quien reconoce que «he leído a Cervantes siempre, pero, sobre todo, desde que soy más mayor, a partir de los treinta años. He releído sus obras principales en numerosas ocasiones. “El Quijote”, por lo menos, veinte veces, entero, aparte de pasajes sueltos. Me cae en las manos y leo un capítulo. Las obras maestras no se terminan nunca. Una buena obra literaria no se acaba de leer. Todos los días descubro algo. He aprendido mucho de él, como el análisis de las cosas sutiles que ve, la finura y la manera de abordar asuntos complejos de la calidad humana y su capacidad para afrontar las desdichas con ironía».

¿Algo más?

Ahora miro con ojos cervantinos la vida. Sin enseñanzas dogmáticas. El conjunto de su obra concentra la capacidad de mirar la vida que solo tienen los ojos de los poetas.

¿Qué críticas de Cervantes todavía siguen vigentes en la España actual?

Muchos de sus enfoques siguen siendo válidos hoy en día. Continúa vigente su mirada sobre la corrupción, sobre cómo prima el talento de los que menos talento tienen sobre los que más tienen, la concesión de cargos públicos a los menos adecuados, un problema sobre el que insiste, el caos de la organización política del Estado, cómo se traban las líneas de influencia y las tramas del poder, y en qué consiste y cómo se constituye la relación con los poderosos. No me costaría mostrar que, a pesar de la diferencia de sociedades y de los siglos que han transcurrido y que nos separan, todavía esos temas están delante de nosotros y que su mirada continúa siendo útil por su análisis.

Cervantes, como muchos españoles hoy, desconfían aún de la justicia.

Todavía una de las críticas que se usan contra la justicia es que es caprichosa y que es poco fiable y predecible. Cuando ahora uno quiere quejarse de ella, asegura que está politizada, que no trata igual a una persona rica que a una pobre, que aplica las leyes como le parece, que no tiene en cuenta los antecedentes, que encuentras variaciones insospechadas y que es corrupta. En tiempos de Cervantes, el cohecho de los jueces es que reciben prebendas económicas. Cervantes los acusa muchas veces de esto, como sucede en el episodio de los galeotes, que aseguran que están condenados porque no disponen de dinero para pagar al juez. Ahora ya no es una corrupción económica inmediata. Ahora la corrupción se produce de otra forma. Esa manera es que los jueces corruptos obtienen ventajas sociales que no tienen por razón de su oficio.

Cervantes fue un escritor maltratado y estuvo en la cárcel.

Los escritores manifiestan sus opiniones y cuando sobreviene una situación compleja, cuando lo que dice uno no coincide con el poder imperante o el autócrata de turno, es reprendido, se le mata o envía al exilio. Cervantes es un caso más. No fue perseguido por la Inquisición, pero sí por la Justicia Real, que se ceba con él y, siempre, por cierto, injustamente. En una ocasión cuando era recaudador y después porque en Valladolid existe un juez que interpreta incorrectamente la participación de la familia Cervantes en el asesinato de Ezpeleta.

España no aprecia a los genios de su cultura.

Mirado desde hoy, lo de Cervantes resulta penoso. Conocer las penalidades que pasó un hombre que debería estar protegido resulta muy duro. En aquel tiempo un escritor necesitaba encontrar un hombre rico, pero él no tuvo suerte a la hora de buscar a ese poderoso. Ni siquiera el Duque de Béjar quería que le dedicara la primera parte de «El Quijote». Solo después de que le leyeran unos capítulos, aceptó. Pero después desaparece como mecenas. Cervantes siempre vive miserablemente, con los pocos recursos que tiene, con el que aportan sus hermanas o su mujer, que era un poco rica de pueblo. No se casó con ninguna potentada. Es posible que tuviera recursos cuando trabajaba de recaudador, pero a lo mejor los perdió jugando... Pero la cultura, en general, es poco atendida por el poder público en España. Es una queja justa reclamar que se ocupen de nosotros, de las gentes de la cultura.

¿Cómo enseñarlo hoy?

Hay que usar las modernas tecnologías para introducir a Cervantes entre los muchachos, como esas series de dibujos que había antes... pero sean cuales sean los métodos, nunca hay que perder la obra escrita del centro de nuestra atención. Lo que es una maravilla de Cervantes es su capacidad para la expresión literaria, su escritura. Y eso no hay que cambiarlo por ninguna visualización. Hay que hacer atractivo el personaje y su obra usando todos los medios modernos que se pueda, aunque sea a través de una selección de fragmentos. Tratar de meter en la cabeza de los niños una obra como «El Quijote», que es una época por la que todos hemos pasado, crea una sensación de rechazo. Uno se enamora de Cervantes y sus libros cuando cumples años... hasta llegar incluso a ser un adicto total.

¿España continúa siendo cervantina?

Don Quijote y Sancho expresan el mundo al revés, el poder del loco. Pero también representan el mundo de la valentía, la imaginación, del heroísmo, del caballero llevado a ultranza más allá de lo que es, incluso, razonable. Y eso forma parte del espíritu de los españoles: acometer barbaridades costosas solo por honor o por no apearse de una idea y mantener las convicciones por encima de la razón.

¿El español es hoy quijotesco?

Esa figura sigue existiendo. Forma parte del carácter del español. De vez en cuando aparece un Quijote. Todos nos hemos encontrado en nuestra vida con uno de ellos a la vuelta de la esquina.... A mí, de una manera ya personal, me gusta ser idealista, me gusta soñar, tener proyectos e ideas que van más allá de lo que se puede conseguir, proyectar la vida varios pasos por delante y de lo que razonadamente sabes que vas a alcanzar. Yo soy un poco soñador, y hago cosas, incluso aquí mismo, en la Real Academia Española. Cada vez que me meto en un proyecto, ya estoy pensando en el siguiente y en cómo puedo llevarlo lo más lejos posible que se pueda.

No encontraron los restos de Cervantes.

No aparecieron y tampoco nada que se pudiera identificar como perteneciente a Cervantes. Se sabe que se enterró en las Trinitarias, pero sacar un fémur o calavera que se pueda identificar con él, no. Hubo muchos enterramientos en ese mismo lugar, hubo osarios comunes y sus restos estarán mezclados. Por tanto, no tenemos ninguna seguridad de que haya restos atribuibles a su cuerpo.

¿Habríamos tenido a Cervantes si se hubiera ido a América?

Yo creo que no. La gente no iba a América a escribir. Iba a hacerse rico. Uno de los grandes escritores que saltó a América fue Mateo Alemán, pero lo hizo después de escribir el «Guzmán de Alfarache». No sé si Mateo Alemán lo hubiera escrito igualmente allí. En cambio, lo que sí hizo fue escribir una gramática... Desconozco qué hubiera sucedido en el caso de Cervantes, pero supongo que se hubiera dedicado a hacerse rico, porque le gustaba el dinero.

¿Cuál es el Cervantes que debemos recordar hoy?

Sobre todas las demás consideraciones, el fantástico escritor que era. Hay que tener presente que él fue el primero en haber novelado en nuestro país y el novelista más grande de todos los tiempos que hemos tenido. Pero también conviene quitarnos de la cabeza ese Cervantes omnisciente que muchos han querido buscar. Él no fue un astrónomo ni un matemático y querer extraer la idea de un conocimiento casi universal a partir de alguna de las frases de sus libros resulta exagerado. Esta es una de las manipulaciones que ha habido de su figura. Hubo una época de exaltaciones de Cervantes en que realmente se decía que no solo era un genio literario, sino que tenía conocimientos en casi cualquier materia. Eso fue una tergiversación de su figura que después fue corregida.

¿Cómo era?

Era un hombre sin formación universitaria, pero sí cultivado. Un lector empedernido, ilustrado, un gran observador, muy lúcido, de la sociedad de su tiempo. Uno de sus valores es el humor. A mí todavía me sigue haciendo reír. Este es un elemento crucial, relevante, porque consigue hacer reír todavía hoy, a pesar de todos los siglos que nos separan de su figura.