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Strauss y los demonios de Penderecki alzan la voz en el Festival de Múnich

El fanatismo religioso, el libertinaje de un sacerdote o un exorcismo a principios del siglo XVII son algunos de los temas que trata esta ópera dirigida por Vladimir Jurowski
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La capital bávara, el más importante centro comercial e industrial del sur de Alemania, goza de un enclave envidiable, puente entre Austria, Italia y Alemania. Al pie de los Alpes se puede disfrutar de un paisaje verde salpicado de montañas, lagos y un castillo. En sus proximidades hay puntos de obligada visita para el viajero musical, desde la bellísima Nuremberg, donde Wagner situó sus «Maestros Cantores», a ese Salzburgo natal de Mozart que inaugura su célebre festival solapándose con lo último del muniqués. Un paso más allá Verona abre sus puertas. Es el auténtico pistoletazo de salida para los festivales veraniegos. La actividad musical es sorprendente para su población de unos dos millones de habitantes.
Existen tres óperas: la Nacional, en ese eje lírico centroeuropeo completado por Viena, Berlín y Hamburgo, la del Garnerplatz, donde acude un público muy diferente a escuchar óperas traducidas al alemán, y el viejo y restaurado Prinzregententheather, en donde predomina la filosofía de «sala container» frente a la de producciones propias de los anteriores. Más increíble es la relación de sus orquestas de primera línea: la Filarmónica, la de la ópera Bávara, la de la Radiodifusión Bávara y otras varias ya de menos nivel. Pero en julio, Múnich reúne en un mes una especie de popurrí lírico con su fondo de armario de producciones, al que añade algún estreno y abre las puertas del bellísimo teatro barroco Cuvillié, habitualmente cerrado.
La ópera se asentó en Múnich en 1653 y su desarrollo socio-histórico y musical ha continuado desde entonces de manera inigualable en cualquier otro lugar del mundo. La Bayerische Staatsoper, edificada en 1818 con estilo neoclásico y 2.100 asientos de aforo, ofrece más de 400 representaciones al año, a las que asisten cerca de 600.000 personas. En el transcurso de cada temporada se ofrecen más de 30 óperas, junto con ballets, conciertos y recitales. El programa de la Bayerische Staatsoper es uno de los más variados de todos los teatros de ópera internacionales. Tradición, continuidad y un repertorio impresionante son los sólidos pilares que sustentan a la Bayerische Staatsoper. El Festival de Múnich (del 19 junio al 31 de julio) no solo es uno de los más veteranos del mundo, sino que se ha convertido en referencia obligada cuando han de relacionarse los eventos musicales centroeuropeos del verano. No es tan conocido por el gran público como otros, ya que no ofrece el glamour de Salzburgo o la mística de Bayreuth, pero tiene un nivel de calidad y variedad superior de lejos a los demás. Cada vez encuentra uno más aficionados españoles en el teatro y todos coinciden en que Múnich está a la cabeza de lo que hoy se ofrece en ópera en el mundo.
No estamos ante un festival al uso, ni por duración ni por repertorio. Se mantiene durante todo julio y la programación no aporta mucha novedad, porque más bien se trata de ofrecer una selección de las producciones en cartel con esmerados repartos. De ahí que ningún otro certamen pueda igualar la variedad de títulos de Múnich, convertida sin duda en la cita de referencia para quien pueda permitirse veranear en la capital bávara. El primer festival de ópera bajo la dirección de Serge Dorny se centrará en tres grandes obras de Richard Strauss que reflexionan sobre la forma de arte de la ópera en sí misma y sobre el tiempo, el medio propio de la música. La última ópera de Strauss, «Capriccio», estrenada en el Teatro Nacional en 1942, está en el programa como estreno del certamen. La producción de David Marton presenta a Diana Damrau como la condesa y Michael Nagy como el conde. El director Lothar Koenigs estará en el podio. Las producciones de Barrie Kosky de «Der Rosenkavalier» y «Die Schweigsame Frau» completan el enfoque de Strauss.
Una obra sorprendentemente actual se verá por primera vez en Múnich como estreno inaugural del Festival de Ópera: la de Krzysztof Penderecki, «Los demonios de Loudun», que trata sobre el fanatismo religioso, el libertinaje de un sacerdote y un exorcismo a principios del siglo XVII. El director musical Vladimir Jurowski y Simon Stone dirigen. Las otras ocho producciones de ópera del programa del festival contarán con cantantes como Aida Garifullina, Marlis Petersen o Anja Harteros y cantantes como Plácido Domingo, Leo Nucci, Jonas Kaufmann, Piotr Beczała, Gregory Kunde, Lisette Oropesa, Stuart Skelton, Camila Nylund, Michael Volle, Nina Stemme, Ildar Abdrazakov, Jakub Orlinski, Klaus Florian Vogt, Marlis Petersen, Anja Kampe, Rene Pape, Ludovic Tézier, Maria Agresta, Charles Castronovo y Dmitry Ulyanov, entre otros.
Los recitales con Sonya Yoncheva, Anja Harteros, Ian Bostridge, Christian Gerhaher y Jonas Kaufmann también son de primera. Festivales y conciertos de cámara completan el programa. El Bayerische Staatsballett volverá a presentar nuevas creaciones en su ciclo Heute ist morgen, el Opera Studio se presentará en un concierto del Festival, y la tradición de nuestro Servicio de Festivales continuará. Cinco semanas musicalmente ricas esperan a la audiencia. En la programación, además, «Los Troyanos», «Bluthaus», «Otello», «Traviata», «Peter Grimes», «Macbeth», «La nariz», «Caballero de la rosa», «Boheme», «La mujer sin sombra», «Boris Godunov», «Guerra y paz», «Salomé», «Semele», «Lohengrin», «Dido y Aeneas», «Erwartung», «Tristan e Isolda», «Aida», «Don Carlo», etc. ¿Hay quien dé más?