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Lecturas

Antonio J. Rodríguez recomienda “La señora Bovary”: “Flaubert es pionero de algo que aún hoy nos parece revolucionario”

El periodista y escritor, autor de “Candidato”, propone retornar a los clásicos y leer esta obra del literato francés cuya exploración universal de los afectos encuentra grandes paralelismos con las gestiones emocionales actuales

Antonio J. Rodríguez fue editor jefe en PlayGround y actualmente colabora como periodista cultural
Antonio J. Rodríguez fue editor jefe en PlayGround y actualmente colabora como periodista culturalAnagramaAnagrama

El constante juego de revisión del canon, le empujó a adentrarse entre las páginas de un autor masculino que fuese capaz de anticiparse a la emancipación de la imaginación femenina. Ese vidente involuntario de los afectos, claro, era Flaubert. Y los ojos inquietos detrás de la nostalgia, los de Antonio J. Rodríguez, autor de «La nueva masculinidad de siempre» (Anagrama), que ha vuelto a la lectura de «La señora Bovary» y recomienda, entre otras cosas, el aspecto contestatario de su disección amorosa.

¿Con qué libro andas obsesionado últimamente?

Con “La señora Bovary”, en la edición de Alba; un libro fascinante del cual hay que admitir que está lleno de momentos aburridísimos, y que, sin embargo, no empequeñecen las excepcionales sutilezas de comportamiento que Flaubert describe.

¿En qué elementos crees que reside su poder de atracción?

El canon literario está lleno de personajes femeninos que no son más que la alucinación de un hombre; es decir, personajes en cierta forma sometidos (a la Beatriz de Dante, considerado el personaje femenino más importante de la literatura, le pasa un poco esto). No obstante, también hay autores —hombres, sí— que anticiparon la emancipación de la imaginación femenina: Aristófanes, Ibsen o Flaubert son pioneros de algo que aún hoy nos sigue pareciendo revolucionario.

¿Tienes algún nivel de identificación con cualquiera de los personajes que intervienen?

Hay momentos en la vida en los que todos somos Charles, gente normal, bien integrada en la sociedad y un poco aburrida, y momentos en los que somos Emma, personas desbordadas por la pasión o el deseo de aventura. No puedes ser una cosa o la otra todo el rato: te morirías de aburrimiento o de un infarto. En cambio, tampoco puedes escapar de la influencia de sus personajes.

¿Contienen universalidad los aspectos que trata?

La señora Bovary es un personaje al que el matrimonio le produce inclemencias fisiológicas y que encuentra un cierto desasosiego en sus aventuras extramaritales. Tú lees el culebrón de Piqué e inevitablemente piensas en Emma Bovary: imagínate si es universal el personaje.

¿Cómo recuerdas el primer acercamiento hacia sus páginas?

Muy arduo. Flaubert empieza la historia presentándonos a Charles Bovary, que es un personaje bien aburrido. Hay que excavar algunas cuantas decenas de páginas hasta llegar a Emma, que es por quien todos llegamos a esta historia.

A Gustave Flaubert siempre le inspiró el desamo tal y como demuestran las cartas que intercambió con Louise Colet, una poeta con la que estuvo diez años
A Gustave Flaubert siempre le inspiró el desamo tal y como demuestran las cartas que intercambió con Louise Colet, una poeta con la que estuvo diez añosArchivoArchivo

¿Un párrafo de esta lectura que hayas subrayado con prisa?

Hay un momento en que el amante de Emma hace un comentario ofensivo sobre su marido, y a Emma le asquean estas palabras: aunque la protagonista está teniendo una aventura, realmente ama a su marido. No hay contradicción entre estos dos sentimientos. Insisto: esto se publicó hace 166 años…

¿Habías leído con anterioridad alguna otra obra del autor o autora en cuestión?

Es un autor con el que entré con mal pie: lo leí por obligación siendo muy, muy joven, y hay ciertas lecturas para las cuales uno debe esperar. Es como si le pongo a mi hijo de 6 años “El Padrino” para transmitirle la pasión por el cine. Como diría un conservador: cada cosa a su tiempo.

¿A quién recomiendas este libro?

Hoy nos siguen causando escándalo las historias amorosas que van contra la norma, o incluso nos parece cosa de modernos el pensar o escribir sobre los asuntos del amor, y, sin embargo, ahí tienes cimas de la literatura burguesa dejando bien claro que la vida ideal a menudo es una jaula.