Marte: hogar y centro de negocios
Se publica un libro que recoge cómo Marte representa una alternativa a la Tierra, coincidiendo con el programa Artemis, que el establecimiento de una base lunar y el envío de una tripulación a Marte
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El planeta rojo, de un tiempo a esta parte, ha sido, es, tal vez sea La otra Tierra (traducción de Natalia Zarco), como reza el título de un libro que se acaba de publicar que recrea el modo en que Marte ha despertado todo tipo de temores y expectativas por parte del ser humano a lo largo de la historia, muy especialmente desde la consolidación del género de la narrativa fantástica y la ciencia ficción, con un sinfín de novelas, cuentos, películas y series televisivas. Ahora, cuando se está desarrollando el proyecto SpaceX con el que el magnate Elon Musk planea fundar la primera colonia en Marte, es del todo oportuno leer este libro de Daniele Porretta, arquitecto y profesor de historia del diseño en ELISAVA Barcelona. Y estos días más si cabe, pues la NASA está proyectando volver a la Luna para preparar una futura colonización del planeta rojo.
La idea sería poder hacerlo el año 2050; eso persigue, con tres misiones, la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA), primero con Artemisa I (en inglés, Artemis I; hace referencia a la diosa de la Luna en la mitología griega) mediante un vuelo sin tripulación que no tiene precedentes en la historia espacial: viajará 450.000 kilómetros de la Tierra y a 64.000 kilómetros más allá de la Luna, en lo que es una misión de tres semanas de duración. El objetivo, pues, no puede ser más ambicioso: construir una base estable lunar, incluso levantando una casa móvil, para que las estancias allá cada vez puedan ser más prolongadas. En este sentido, el primer hito podría acontecer el próximo año, en una primera misión tripulada, la Artemis II, que haría el mismo trayecto que su predecesora, a lo que se añadiría la misión Artemis III, que pisaría suelo lunar en 2025, en principio, con la primera mujer y el primer hombre de color que emprendan rumbo a la Luna.
Realmente, todo parece un relato de ciencia ficción. De hecho, muchos lectores recordarán aquel libro de Ray Bradbury, sobre una conquista fantasmagórica de Marte ambientada en 1999, Crónicas marcianas. Allí, los astronautas venidos de una Tierra al borde de la extinción encuentran una sociedad que reproduce la vida humana veinte años atrás, en una suerte de viaje a una pesadilla. En un momento dado, por ejemplo, un viajero del espacio se reencuentra con su familia virtual en Marte y se va a dormir, de forma escalofriantemente natural, a su viejo cuarto de niño. Los colonos, desde enero de 1999 hasta octubre del 2026, no parecerán salir de los salones de su casa y, sobre todo, de sus temores más hondos.
El humano interplanetario
Ese Bradbury que combina mirada a otros mundos posibles e introspección emocional es insuperable, y ese tratamiento lo acercaba tanto como lo alejaba de toda una tradición literaria sobre el Planeta Rojo desde que H. G. Wells publicara La guerra de los mundos (1898), novela en la que se recreaba una invasión marciana, hasta Stanisław Lem, que debutó con el relato El hombre de Marte (1946). Para este, lo extraterrestre tiene un aspecto de normalidad, de desmitificación; así, los supuestos alienígenas, como dice un personaje, “son seres vivos tan falibles como nosotros; y asimismo, igual que nosotros, destinados a morir”.
Porretta conoce todas estas referencias, algunas de las cuales traslada a su trabajo, en que aborda la utopía de una nueva carrera espacial pensada para Marte, el hecho de la humanidad vista como especie interplanetaria o cómo han tratado este planeta diversos autores, caso de Arthur C. Clarke o Isaac Asimov. “El 3 de septiembre de 1976 el lander americano Viking 2 aterrizó en Marte. El lugar escogido para comenzar su misión de recogida de imágenes del planeta fue Utopia Planitia, una vasta llanura de casi tres mil kilómetros, el mismo lugar donde años después el radar SHARAD descubriría un enorme lago de hielo subterráneo”, comienza diciendo el autor. Y realmente no hay mejor palabra que “utopía” para lanzarnos a soñar con explorar el planeta y, “en un futuro no muy lejano, con instalar allí la primera colonia humana”.
El autor parte de la etimología para introducirnos en el estudio geográfico de Marte, para el que se acuñó la palabra “areografía”, palabra derivada del nombre «Ares», dios griego de la guerra cuyo nombre latino es
“Marte”. Hace más de cien años ya se realizaron numerosos mapas del planeta, y el ser humano, a medida que descubría detalles sobre él, lo iba considerando desde el principio como un lugar parecido a la Tierra. Y es que “hacia finales del siglo XIX, coincidiendo con los descubrimientos de Schiaparelli y Lowell, se creará una verdadera y precisa ‘mitología marciana’, alimentada por la idea de que allí pudiera haber vida inteligente”.
¿Vida inteligente marciana?
Parretta dice que justo en ese momento empezaron a proliferar los libros sobre el tema, así como los relatos y los artículos pseudocientíficos que presentaban una civilización extraterrestre. Pero entonces vino la misión de la Mariner 4, en 1965, mediante la cual nos llegaron veintidós imágenes “que mostraban un paisaje árido, lleno de cráteres y aparentemente sin vida, mucho más parecido a la Luna que a la Tierra”. Con todo, las similitudes son evidentes, ya que Marte es el planeta del sistema solar más parecido a la Tierra al tener estaciones y una duración diaria casi igual: 24 horas y 39 minutos, entre otras cosas.
No es de extrañar, por lo tanto, que en la actualidad se vaya enfatizando el interés por el planeta, con iniciativas como la de la sonda InSight, que el 26 de noviembre de 2018 envió su primer selfi desde Elysium Planitia; o la que produjo que recibiéramos imágenes del cráter Korolev gracias al Mars Express, en órbita desde hace quince años en torno al planeta. “Las razones de este retorno –para nada improvisado, visto el gran número de expediciones que se han puesto en marcha desde 2001– no parecen ser el fruto de una moda pasajera, porque están vinculadas a motivaciones más profundas”, aclara Porretta. Es el afán de colonización espacial, el deseo de huir del planeta Tierra, lo que está detrás de estos sueños tecnológicos, afirma, cuando desde la ficción literaria y cinematográfica se nos aboca a la destrucción y el apocalipsis.
¿Será Marte el planeta-refugio adonde podrá trasladarse parte de la humanidad cuando los recursos materiales de la Tierra y las condiciones de habitabilidad de nuestro planeta se vuelvan extremadamente difíciles debido al cambio climático y la degradación del medio ambiente?, se pregunta el autor. Por ahora, tenemos la imaginación, las novelas, las películas... y la realidad, con empresas privadas dirigidas por multimillonarios, como la SpaceX de Elon Musk, la Breakthrough Starshot de Yuri Milner, la Blue Origin de Jeff Bezos y la Virgin Galactic de Richard Branson, todas decididas a imponer la génesis de la nueva era espacial. “Los intereses que mueven a estas empresas son diversos: en primer lugar, la investigación científica; pero también la creación de una industria turística espacial, la venta de tecnología a los Gobiernos y, como objetivo lejano, las posibilidades de explotación de los recursos minerales de otros planetas o capitalismo extractivo”, explica el autor. Pareciera inevitable, pues, que el planeta rojo se convierta en un prosaico foco de negocios en un futuro cercano.
- La otra tierra. Marte como utopía (Siruela), de Daniele Porretta, 156 páginas, 19,95 euros.