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Historia

Héroes de carne y hueso

Joaquín Gil Honduvilla narra en su nuevo ensayo uno de los episodios más olvidados de la Guerra Civil

La resistencia la formaban hasta 1.000 refugiados
La resistencia la formaban hasta 1.000 refugiadosED. ACTAS

El asedio al Santuario de la Virgen de la Cabeza constituye uno de los episodios más aireados por la historiografía oficial posterior a la Guerra Civil que fue utilizado como muestra de una epopeya ejecutada por «cruzados de la causa». La historia de los hechos sucedidos desde el 14 de septiembre de 1936 al 1 de mayo de 1937 han sido profusamente analizados. Durante ocho meses, unos 200 guardias civiles y casi 1.000 refugiados, entre mujeres, niños y ancianos, llegaron al llamado Lugar Nuevo a 34 kilómetros de Andújar en plena Sierra Morena, un territorio ocupado por las fuerzas republicanas desde donde hicieron una resistencia a ultranza. Son muchos los libros publicados sobre el suceso, pero siempre se apoyaron en los informes emitidos por un solo hombre, el capitán Santiago Cortés, máximo responsable de aquella estoica resistencia.

Nuevas fuentes

El ensayo «Resistir hasta morir», que publica el coronel del Cuerpo Jurídico y doctor en Historia y Derecho Joaquín Gil Honduvilla, presenta una visión del asedio inédita, puesto que utiliza «fuentes nuevas que no han sido tocadas por otros historiadores, como los consejos de guerra abiertos a los miembros de la Guardia Civil que formaron parte de la dotación del Santuario. Es curioso porque se ha escrito de ellos como héroes –señala el autor–, pero hay muchos procedimientos judiciales abiertos por la justicia militar sublevada una vez acabada la guerra a aquellos guardias que pasaron como presos a la prisión en Valencia y a campos de trabajo en las obras del ferrocarril en Tarancón (Cuenca). En su libro, Gil Honduvilla aporta mucha documentación referente a dichas causas, oficios, informes, fotografías, recortes de Prensa, telegramas… y a partir de ellos reconstruye aquellos azarosos días. «Piensa que en estos procesos no solamente existen testimonios o declaraciones, también muchísimos documentos escritos a mano por autoridades de ambos mandos, cartas y telegramas del proceso de negociación para acordar la rendición. La República había mandado a los guardias y a sus familias al santuario, pero luego se da cuenta de la equivocación y quiere que salgan de allí. Comienza una negociación que acaba con la decisión de entregarse del comandante Nofuentes, jefe del destacamento, y su posterior arresto por el capitán Cortés, que decide resistir. Al finalizar la guerra –prosigue–, la justicia militar se interesa por lo sucedido, quiere investigar porque empiezan a aparecer denuncias y acusaciones entre ellos por deserciones, abandonos de puesto o desobediencias con superiores. En esa investigación aparecen gran cantidad de testimonios y declaraciones de los guardias civiles que hasta ahora no habían sido tocadas, y nos permiten una nueva visión de lo sucedido, no ya con el texto “oficial” del capitán Cortés, de sus informes y partes diarios de las operaciones militares remitidos a la 2ª División Orgánica, sino del drama humano real vivido entre ellos y sus familias», señala.

La Orden oficial de Gobernación que pide la entrega de armas
La Orden oficial de Gobernación que pide la entrega de armased. actas

Como explica el historiador, «la convivencia fue difícil, una especie de Gran Hermano con 1.200 personas conviviendo en aquellos cerros y con un problema añadido, que el comandante Nofuentes tenía su pequeño clan y el capitán Cortés el suyo, es decir, dentro del núcleo de resistencia se producen grupos con intereses y personalidades muy distintas y complejas enfrentadas entre sí. En este aspecto es importante el testimonio de Nofuentes, que desde que es detenido se convierte en un relator de lo que sucede y la documentación que aporta en el proceso judicial es brutal, habiendo sido destituido por un oficial de rango inferior».

Interés propagandístico

Otro aporte novedoso del libro es que analiza la situación desde los primeros días de la sublevación y el papel jugado por el capitán Antonio Reparaz Araujo, tanto en la organización del reducto defensivo como de la fuga de buena parte de los guardias por los frentes de Córdoba y Granada. «Para entender lo que sucedió en el Santuario hay que conocer lo ocurrido en la provincia y en la Comandancia de la Guardia Civil de Jaén desde el 18 de julio –explica-. Si ahí llegan1200 personas es por algo, saber cómo y por qué llegan y hacen lo que hacen es importante».

¿Por qué no había salido a luz nada de esto hasta ahora? «Porque al terminar la guerra ya se había creado el mito que sirvió al régimen de propaganda y no se airearon mucho estas denuncias. Destruirlo era complicado . A la justicia militar le interesaba conocer los hechos bélicos, los abandonos, las desobediencias…pero no tenía ningún interés en las vivencias domésticas de los refugiados. Hubo testimonios que denotan la gran tensión que vivieron y este trabajo los saca a la luz dando la palabra a los verdaderos protagonistas. No solo fueron héroes, fueron seres de carne y hueso», concluye