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Entrevista

Cristian Mungiu: “La corrección política actual no es tan distinta a la censura comunista”

El reconocido director rumano estrena «R.M.N.», crudo retrato de su país con el que compitió en el último Festival de Cannes

El director de cine Cristian Mungiu - EFE/Caramel Films y BTeam Pictures
El director de cine Cristian Mungiu - EFE/Caramel Films y BTeam PictureslarazonAgencia EFE

Basada en hechos reales, “R.M.N” reúne a una miríada de personajes -entre otros, un niño que se queda mudo ante un incidente que no vemos; la encargada de una fábrica que intenta contratar a unos inmigrantes de Sri Lanka ante la indignación de la población local; un hombre que vuelve a su hogar desde Alemania, con la rabia en un puño- en la Transilvania rural para hablar de una civilización con un pie en el abismo. Su director, el rumano Cristian Mungiu, nos contaba los secretos de su película después de su presentación en la sección oficial del último Festival de Cannes.

-¿Por qué escogió un pueblo de Transilvania como escenario de “R.M.N”?

-Transilvania era un lugar perfecto para situar la acción, porque en ella los conflictos étnicos están a la orden del día. Una de las primeras cosas que haré después de Cannes es organizar una serie de proyecciones por la región en comunidades mixtas de alemanes, húngaros, rumanos y gitanos. Estoy interesado en qué tipo de conversaciones genera. Sé que no cambiaré la realidad, pero tal vez los miembros de esas comunidades puedan reflexionar sobre lo que piensan, y descubrir que son más generosos de lo que creen o, por el contrario, que son más egoístas e irracionales. Mi deber no es dar soluciones sino mostrar los hechos tal y como son.

-La película ilustra la realidad europea como un complejo entramado de crisis -la inmigración, el racismo, la precariedad económica, el choque de clases, incluso el machismo- que desembocan en un tsunami de discursos de odio…

-Hay que saber cómo piensa la gente y cómo hemos llegado hasta aquí. Es importante intentar entender al otro, incluso si expresa algo que es políticamente incorrecto. Si prohíbes que la gente se exprese, si no le escuchas, puedes llevarte sorpresas tan desagradables como el Brexit o el éxito de Marine Le Pen en Francia. Yo vengo de un país excomunista, y creo que la corrección política no es tan distinta del modo en que la censura comunista quería implementar una verdad que era puramente teórica. Con ese discurso al final acabas teniendo una visión del mundo completamente esquizofrénica. Está tu realidad y la suya. Y ahí nace la expansión de los discursos de la extrema derecha que tanto están calando en Europa. ¿Podemos invertir en una educación que haga más tolerante a la gente? Perfecto, pero no les prohíbas lo que pueden o no decir.

-¿Cómo cree que la guerra de Ucrania puede cambiar esta situación?

-La guerra nos ha enseñado que no hemos cambiado nada, que gente que habla tu mismo idioma, que hacía dos días era tu vecino, ahora puede matarte impunemente. ¿Por qué crees que he titulado así la película? No solo es una radiografía del mundo actual sino de la naturaleza humana. Siempre estamos a un paso de descubrir que no somos las bellas, empáticas personas que pensamos que somos. Un animal cruel e irracional duerme en nuestro interior, y basta con que alguien nos diga que todas las normas que respetamos para vivir en sociedad no son válidas para que ese animal despierte.

Fotograma de la película 'R.M.N.", de Cristian Mungiu - BTEAM
Fotograma de la película 'R.M.N.", de Cristian Mungiu - BTEAMBTEAMBTEAM

-Su película es realista, pero abunda en simbolismos…

-Necesitas lo que llamo realidades polisémicas. Si los osos tienen tanta importancia en la trama, es para aludir precisamente a esa animalidad que está presente en ciertos personajes. Si sitúo parte de la acción en los bosques es porque quiero hablar del miedo y de la ansiedad que emergen del subconsciente, de todos aquellos impulsos que tememos porque no conocemos.

-¿Cómo organizó una secuencia tan compleja como la de la asamblea en el centro cultural?

-No te imaginas lo difícil que fue. Por un lado, equilibrar todas esas voces, que se pisaran mutuamente para que fueran capas no jerárquicas. No se trataba de hacer hablar a un colectivo entero, pero tampoco de que nadie fuera representativo, o sonara forzado. Por otro, el reto de hacerlo en un plano fijo me obligaba a que todos los participantes dijeran exactamente lo mismo en cada toma, para que yo luego pudiera jugar con la edición de sonido. Me convertí en un director de orquesta.