Literatura

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50.000 palabras de literatura

José-Carlos Mainer publica dentro de la colección de «Historia mínima» una guía de las corrientes, autores y obras esenciales de nuestras letras

Mainer dirige esta obra a los amantes de la literatura
Mainer dirige esta obra a los amantes de la literaturalarazon

José Carlos Mainer es un lector ordenado y firme que comienza los libros por el principio y los lee de corrido hasta el final sin saltarse ninguna página ni internarse antes de tiempo en las enigmas y secretos que siempre aguardan en los desenlaces. Y parece que, también, es un autor de carácter disciplinado y metódico. Ha redactado «La historia mínima de la literatura española» (Turner) desde el primer capítulo hasta el último, comenzando por el prólogo y acabando por las fragosidades y luchas de los índices. Una obra sucinta, pero de calado, que repasa la evolución de nuestras letras desde los siglos de la Edad Media hasta el día de hoy; desde el «Cantar de Mio Cid» hasta Javier Cercas, Rafael Chirbes o Isaac Rosa. Un ejercicio de glosa y concisión, con todos las virtudes de la brevedad y el sedimento que han dejado en él las horas de lectura y enseñanza, y cuyo peso fundamental ha recaído en el adjetivo, como herramienta o recurso esencial para rebasar, con el impacto evocador de su fuerza, los límites de esas 50.000 palabras impuestas por la editorial para este título. Así, Cervantes nos llega en esta obra como un hombre de «íntima insatisfacción, adobada de ironía y elusiones»; Lope de Vega es aludido como «un patriota, quizá más superficial que Cervantes, y frente a Góngora, a quien aborrecía, se cuidó de aparecer como un casticista, restaurador del viejo gusto castellano», y Quevedo es un poeta, de pensamiento y vida contradictorias, al que «nada le satisfacía», pero que resultó un excelente poeta (recordando a Borges, apunta: «Más que un hombre, era toda una literatura»).

Iberoamérica y el Premio Cervantes

Mainer reconoce que un tono crespuscular impregna estas nuevas páginas; el tono del hombre que «ya nunca se enfada» y que, alejado ya de los arrebatos de originalidad que presiden la juventud, está más preo-cupado en «arrojar luz sobre algunos temas», enalumbrar ciertos conceptos en los lectores, que en plantear tesis que abran horizontes diferentes. Esta historia, sin embargo, viene ya enriquecida con las últimas interpretacione que se han hecho de ciertos periodos y escritores; con las tesis que manejan los recientes debates filológicos. Una incorporación que va más allá de la prudencia y que se atreve a mencionar en estas páginas, orientada y estructura por una idea clara de la literatura, a algunos novelistas actuales, todavía en ejercicio, lo que demuestra que las apuestas no le arredran. Mainer defiende que la literatura española tiene banquillo de sobra, que goza de buena salud en la novela, la poesía y el teatro, pero que la potencia de Iberoamérica es incontestable. «Hay que reconsiderar la posición de la literatura española. A ver cuándo se dan cuenta en el Premio Cervantes que no puede fallarse una vez para ellos y otra para España. Hay, como mínimo, concederse tres veces para los autores americanos y una para los españoles», asegura. El autor, que ha abordado las últimas décadas sin la decantación última que impone el tiempo, ha constatado la vigencia de algunas tendencias, como la perpetuación de ciertos temas, como Guerra Civil española, la Transición o, más recientemente, la crisis, con un representante claro, como es Rafael Chirbes. También ha constatado la integración en el discurso literario del polifacético rostro de internet, pero, de lo que se muestras seguro es cómo seguirá siendo leer: «En el siglo XX se ha escrito y ha habido más autores que nunca. Pero la literatura en el futuro continuará siendo reflexiva, meditada, reposada».

Una historia como una novela

José-Carlos Mainer (en la imagen) quería escribir esta nueva aventura editorial con el pulso narrativo de una novela. Y, por eso, he «suministrado una lectura lineal, un relato razonado de la historia de las letras españolas». Pero en esta ocasión, el volumen no ha terminado con el punto final y, en futuras impresiones, se incoporarán matizaciones, novedades y adendas: «Tengo la impresión de que después de 2007-2008 se ha abierto una nueva sima de la que habrá que dar cuenta en futuras ediciones». Así, más que una obra cerrada, Mainer lo que ha creado es un volumen vivo, sujeto a los vaivenes futuros, permeable a las novedades y nociones que traerá el futuro.