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Festival de San Sebastián
Alberto Rodríguez lanza "Los tigres" al agua de la Concha: "El rodaje en el mar es azaroso y sumamente incontrolable"
El autor de "La isla mínima" presenta en San Sebastián "Los tigres", una exploración honesta de los lazos fraternales con Antonio de la Torre y Bárbara Lennie metidos en la piel de dos buzos

Dentro del agua Estrella y Antonio se comunican a través de códigos afectivos naturalmente cercanos, con un entendimiento salvaje y extraño de lo que está pasando ahí debajo: fuera, esa comunicación se torna distinta y mostrar amor o verbalizar los deseos propios se convierte en un ejercicio de difícil cumplimiento. En «Los tigres», el nuevo trabajo presentado ayer en el marco de la segunda jornada del festival donostiarra con el que el destacado cineasta compite por la Concha, esta relación entre dos hermanos buzos macerada en el entorno costero de Huelva con el narcotráfico como telón de fondo, se adentra en los huecos abisales del vínculo fraternal y en los pormenores thrillerescos del colectivo. Uno tan poco reivindicado como apasionante.
¿Qué fue lo primero que activó tu interés por un mundo laboral tan poco explorado en el cine como el relacionado con los buzos?
Pues mira la historia empezó porque a mí me atraía mucho la petroquímica, que es la fábrica que se ve en la película y en vacaciones pasaba frecuentemente por delante. Un día nos dio por empezar a pensar, bueno, alrededor de esto, ¿cómo se moverán las cosas? Y dimos con los buzos. Desde el primer momento fue como una especie de flechazo, como que enseguida sentimos que detrás de eso había una historia muy interesante que contar sobre un colectivo que prácticamente no está representado nunca, o muy pocas veces en las películas como bien dices, y que también es muy desconocido para la sociedad. El 80% de lo que se mueve en el mundo lo hace en barco y, sin embargo, no sabemos mucho sobre cómo se produce y qué hay alrededor. Y los buzos son una parte muy importante. No hacen solo –como en este caso– la vigilancia de la tubería de una monoboya y el enganche con los petroleros y demás, sino que llevan a cabo todo tipo de actividades, desde la limpieza o el mantenimiento de los barcos hasta las reformas de los muelles o de los puertos, los arreglos de los pantanos, en fin, de todo. Hay hasta buzos que hacen trabajos en aguas residuales o en piscifactorías. También descubrimos que es un colectivo que vive muy al límite, que prácticamente tiene una de las profesiones más peligrosas del mundo, y en algunos casos están bien pagados pero en otros viven siendo bastante precarios. Todo esto era como un caldo de cultivo que nos parecía excitante y un buen punto de partida, y a partir de ahí empezamos a desarrollar la película.
¿Cuánto había de retador en la experiencia de rodar en un entorno subacuático?
Para que te hagas una idea, todas las reglas de lo que sabíamos sobre rodaje en superficie, debajo del agua no tienen ningún sentido. Ha sido como empezar a rodar de nuevo con otras reglas y hay una parte importante que está hecha debajo del agua, pero también hay una parte importante que está hecha fuera y concretamente a mar abierto, con lo cual la dificultad también era muy grande porque en todo momento éramos completamente dependientes de lo que el mar dictase, ¿no? En diez minutos las condiciones que te parecen fantásticas, diez minutos más tarde son imposibles. El rodaje en el mar es azaroso y sumamente incontrolable. Pero también todo este riesgo ha formado parte de la aventura maravillosa y estimulante que ha supuesto este proyecto.
Antonio y Bárbara nunca habían hecho de hermanos en la ficción y la complicidad mostrada, la afectividad y la honestidad entre ambos en este nuevo rol es algo verdaderamente significativo. ¿Cómo surge la magia a la hora de escogerlos?
En el caso de Antonio lo teníamos tan claro que cuando escribimos las primeras versiones del guion, ya el personaje se llamaba como él. Habíamos rodado dos películas previas y además es un tío que se mantiene muy bien físicamente, al que le gusta mucho hacer ejercicio y en ese sentido creíamos que le encajaba muy bien su energía a este personaje. Así que él estuvo en el proyecto desde el principio. Y Bárbara fue una propuesta de Eva Leira y de Yolanda Serrano, las dos directoras de casting con las que también he hecho muchas de mis películas. Bárbara yo creo que es la actriz, dentro del conjunto de intérpretes con los que he trabajado de actores y actrices, de los más intuitivos con los que me he cruzado nunca. O sea, tiene una propuesta siempre, un planteamiento de la lectura del personaje y de la escena profundamente interesante que como mínimo te hace pensar y dudar y resignificar en el caso de que sea contraria a la que tú traías. Ocurre que muchas veces es mejor incluso que lo que habías pensado.
¿Has sentido alguna vez como director, salvando las distancias con el personaje de Antonio, que estabas dejando cosas atrás por estar demasiado involucrado en tu trabajo?
Te diría que cualquiera que se dedique a esta profesión tiene claro que se ha dejado cosas atrás, no una, sino muchas, eso segurísimo. Pero yo este personaje no lo veo exactamente así. Verás. El cine es muy absorbente y termina consumiendo mucho tiempo de nuestra vida, pero lo entiendo como parte de lo que pagas a la hora de rodar. En el caso de Antonio, él es un ser medio anfibio, un titán cuando está en el agua, pero sin embargo cuando sale de ahí todas las decisiones que toma son erróneas. Y esto es lo que hace que sea bastante desastre en su vida algo que a mí por fortuna no me ha llegado a pasar de una manera, digamos que tan problemática.
En el caso de Antonio, se percibe esta idea de que la desesperación o la necesidad son, muchas veces, cuestiones relacionadas con la clase y condicionadas por la profesión.
Es curioso, creo que sí, en la clase trabajadora surge más en los que más necesitan. Sí, sí, claro que sí. En el caso de los buzos, al final es como en todas las profesiones: tú estás cambiando tiempo por dinero siempre que trabajas, pero aquí es un caso extremo, porque en determinado momento lo que estás cambiando es todo tu tiempo, literalmente tu vida, por dinero. La apuesta es tan grande y tan complicada que convierte en interesante todo lo que tiene que ver con la configuración de su mundo. Es difícil ver noticias sobre accidentes de buzos, pero se producen, y con más frecuencia de lo que parece, en muchos casos además con un resultado fatal, con muertos o con gente que no puede recuperar determinada habilidad ya nunca. No hay que olvidar que es una elección muy concreta: están hechos de una pasta especial los buzos. Todos te dirán que un buen día para un buzo es el que no se mojan, el que no bajan al agua. Hasta ese punto llega la conciencia que tienen de lo peligroso que es hacer lo que hacen.
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