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Álex González: "Cuando acabo un trabajo pienso que no me volverán a llamar"

Acaba de rodar «Vivir sin permiso» y se encuentra en un momento de «tomar decisiones» mientras saca adelante un proyecto propio en el que lleva inmerso más de un año entero de trabajo.

Foto: David Jar
Foto: David Jarlarazon

Acaba de rodar «Vivir sin permiso» y se encuentra en un momento de «tomar decisiones» mientras saca adelante un proyecto propio en el que lleva inmerso más de un año entero de trabajo.

Es un actor de éxito en constante actividad. Acaba de rodar «Vivir sin permiso» y está en tiempo de espera para la toma de decisiones, mientras saca adelante un proyecto propio, que va mucho más allá. Nos encontramos con él en la presentación de Orbyt White en Madrid.

–¿Es importante ponerle una buena sonrisa al día a día?

–Hasta en los días que no te apetece... Hay un estudio que ha comprobado que la mente no diferencia lo real de lo que no y nos estresamos de la misma manera cuando pensamos que nos van a echar del trabajo o nos va a dejar la novia que cuando ocurre. Pienso que entonces al revés también será igual. Si haces un esfuerzo por alimentar pensamientos positivos, hay que intentar ser justo y pensar que puede ser que tu pareja te deje o puede ser que se enamore cada vez más de ti.

–¿Qué le saca un sonrisa?

–Desde pequeño siempre he sonreído mucho. Hay que intentar ser agradecido... A mí me gusta el deporte y que mi cuerpo me permita hacerlo, poder viajar, comer con la familia... Casi cualquier cosa me puede sacar una sonrisa.

–¿En qué momento profesional se encuentra?

–He acabado la temporada de «Vivir sin permiso» y estoy en un momento de tomar decisiones. Decidir qué va a ser lo próximo que haga. Siento que cuando tenía 20 o 25 incluso 30 había más margen de error, pero ahora, igual estoy equivocado, pero tengo que ser cuidadoso.

–¿Se avecina la crisis de los 40?

–(Ríe). Absolutamente, pero no creo que sea una crisis , sino una oportunidad de conocerte.

–¿Qué le estimula ahora?

–Siempre he sido un poco egoísta en la forma de afrontar mi trabajo: quería el mejor personaje y trabajar con el mejor director. Ahora soy consciente de más cosas y estoy intentando levantar un proyecto mío personal que llevo macerando en la cabeza año y medio y trabajando en él ocho meses sobre el guión. Me apetece mucho poner algo más, aunque por supuesto tengo luego esa parte ambiciosa de querer protagonizarlo. De hecho, alguien me dijo que lo tendría que dirigir yo, por lo involucrado que estaba en el tema y que otra persona tendría que interpretarlo... Estuve un mes dándole vueltas y no soy capaz.

–¿Qué tipo de personaje le supone más desafío?

–Cuanto más alejado de tu ideología esté más desafío supone. A cada personaje le tienes que ir quitando capas e intentando no juzgarle para intentar comprender sus circunstancias. El para qué uno hace lo que hace es siempre lo más importante. En su día fue Julián, en «Alacrán enamorado», que era un skinhead.

–¿Vive fuera de España?

–No, vivo en Madrid y en realidad nunca me llegué a ir. Me fui unos meses para perfeccionar el inglés, hice un casting y me cogieron y estuve en una serie un año, pero yendo y viniendo.

–¿Se ve España distinta desde fuera?

–Todo se ve distinto. Mi imagen de Estados Unidos desde aquí era distinta a cuando lo conocí, para bien y para mal y España también. En mi caso al menos creo que te haces patriota fuera del país. Adoro España y no solo por la dieta mediterránea y el sol, somos unos privilegiados por la forma de pensar en muchas cosas, aunque en otras no empatizo.

–¿Cómo se lleva con las redes sociales?

–Fatal... Me cuesta mucho pensar que lo que esté haciendo sea interesante para los demás. Supongo que no soy un «millennial».

–Hábleme de sus aficiones.

–Me gusta el deporte y de vez en cuando coqueteo con alguno nuevo y ahora he retomado las clases de batería, porque antes de querer ser actor quería ser músico, pero luego decidí centrar mis energías en una cosa y pensaba que a mis 17 años era mayor para aprender.

–¿Ser actor está a la altura de sus expectativas?

–Las ha superado con creces. Creo, y esto igual suena mal, que no nos han educado para soñar en grande, y no me refiero a mis padres, sino a la sociedad. Coqueteaba con la idea de ser actor, aunque no pensaba ganarme la vida con ello. Y luego esta profesión tiene algo colateral con lo que no contaba que es viajar y conocer a gente maravillosa.

–¿Cómo se lleva con la fama?

–No me gusta nada esa palabra, prefiero llamarlo popularidad. Creo que hay que ser flexible. Si te está yendo bien profesionalmente y eres reconocido y te empeñas en ir al cine un sábado por la tarde o piensas que puedes irte de vacaciones sin que te hagan fotos en la playa, vas a sufrir. Luego hay subidas y bajadas, y todas hay que aceptarlas.

–¿Qué le asusta?

–El fracaso. Cada vez que acabo un trabajo pienso que no me van a volver a llamar.

El lector

El actor afirma que lo primero que hace antes de empezar el día es conectarse con la versión digital de los periódicos para estar al día: «No me puedo levantar sin ver los titulares de lo que ha pasado en el mundo para poder estar informado», confiesa. «Tengo una buena relación con los medios, aunque a veces algunas cosas no me cuadren y me haga un poco el loco...».