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Literatura

Ana Blandiana, una poeta prohibida, justa y libre

La escritora, que ha recibido el Premio Princesa de Asturias de las Letras, siempre ha destacado por su voz crítica y su valentía ante las injusticias

La escritora rumana Ana Blandiana, Premio Princesa de Asturias de las Letras
La escritora rumana Ana Blandiana, Premio Princesa de Asturias de las LetrasLa Razón

En el año 2021 se reunió, por parte de la editorial Galaxia Gutenberg, los tres principales libros de Ana Blandiana (1942), “Estrella predadora” (1985), que la poeta rumana publicó en un tiempo en que su obra no fue prohibida por la dictadura de Nicolae Ceaușescu, “La arquitectura de las olas” (1990) y “El reloj sin horas” (2016). Aquel volumen se tituló “Un arcángel manchado de hollín”, y tenía como encabezamiento cuatro poemas que, en 1984, vieron la luz en la revista “Amfiteatru” y que conllevaron a que el régimen dictatorial rumano prohibiera sus escritos por segunda vez. En este sentido, su figura literaria se asemeja mucho a una compatriota nacida en el mismo año como la narradora Gabriela Adamesteanu; ambas conocieron el diabólico entramado comunista y trataron de sortear la censura gubernamental de entonces.

No fue hasta diciembre de 1989, después de días de violentas protestas contra este dictador que llevaba más de dos décadas en el poder, que la República Socialista de Rumanía dio un cambio de rumbo político. Justamente, recordando toda aquella fase tan gris y trágica se construía la novela de Adameșteanu “Vidas provisionales”, a raíz de la relación adúltera que tienen dos funcionarios de una institución cultural de propaganda comunista durante los años setenta. Un tiempo en que la existencia más privada era objeto de vigilancia por unos organismos gubernamentales que llevaban a cabo un control kafkiano de la población. Por su parte, Blandiana enarboló la escritura poética como respuesta a los abusos comunistas, en sus palabras, “ofrecía algo parecido a la esperanza”, y es que “vivimos en una época en la que ser libre es más difícil que no serlo, en la que, paradójicamente, la libertad de la palabra reduce la importancia de la palabra”.

"Mientras la justicia no logre ser una forma de memoria, la memoria en sí misma puede ser una forma de justicia"

Ana Blandiana

Esta importancia, en la andadura de esta autora nacida en Timișoara, Rumanía, se cifra en una obra compuesta de catorce libros de poesía, dos libros de relatos fantásticos, nueve ensayos y una novela, mucha parte de la cual se ha traducido a veinticuatro lenguas. En cuanto a su compromiso por esa búsqueda insoslayable de libertad, cabe decir que Blandiana reorganizó, como presidente, el PEN Club rumano en los años 1990-2004 y fundó y también presidió Alianza Cívica (1991-2001), que apoyó la implantación de valores democráticos en suelo rumano y la entrada del país en la Unión Europea, además de crear un museo que sirve de centro de investigación y escuela de verano, el Memorial de las Víctimas del Comunismo y de la Resistencia en la localidad rumana de Sighet. «Mientras la justicia no logre ser una forma de memoria, la memoria en sí misma puede ser una forma de justicia», es el lema de este museo, que escribió ella misma.

Narradora fantástica

A sus numerosos premios tanto en Rumanía como internacionales se le suma ahora el Princesa de Asturias, gracias a un jurado que a buen seguro ha podido conocer sus obras, habida cuenta de que están accesibles en varias editoriales españolas, como la citada Galaxia Gutenberg, Visor y Pre-Textos, que presentaba así su libro “El sol del más allá / El reflujo de los sentidos”: “De naturaleza romántica, contemplativa y visionaria, su poesía aspira a un lirismo de las esencias y cultiva un tono sincero y espontáneo de inflexiones metafísicas. Su poética, basada en el sentimiento trágico de la existencia, se perfila como un arte que revela a la vez que esconde los significados de las cosas”. Blandiana se dio a conocer en los años sesenta con los poemarios “La primera persona del plural”, “El talón de Aquiles” (1966) y “El tercer sacramento”, a los que siguieron otros como “Octubre, noviembre, diciembre”, “El sueño dentro del sueño”, en los setenta, y “El ojo del grillo” y “Estrella predadora” en los ochenta.

Tras 1989 aparecería “La arquitectura de las olas”, “El sol del más allá”, “El reflujo de los sentidos” y “o Variaciones sobre un tema dado”, así como la novela “El cajón de los aplausos” (1992). De hecho, la editorial Periférica le ha publicado dos libros en prosa. Uno de ellos, de relatos, es “Proyectos de pasado”, de 1982, en que se hace evidente su activismo contra la dictadura, con mucho humor negro, además. Ahí cuenta cómo a los asistentes a una boda se les envía a una «isla de tierra» en medio de la nada, cómo una periodista recuerda la noche en que fue detenido su padre, o cómo a un antaño famoso actor de teatro se le invita a una función fantasmagórica. Por otro lado, tenemos “Las cuatro estaciones”, libro de 1977 que apareció después de ser rechazado por la censura debido a sus «tendencias antisociales»; también es este una reunión de textos de carácter fantástico, lo que para ella es un medio de denuncia frente al Estado totalitario.

Tres veces censurada

Destaca en dicha reunión «Recuerdos de infancia», en que se recrea la quema de libros que el padre de la autora llevó a término en una época especialmente dura en torno a la represión comunista durante los años cincuenta. Pero, por supuesto, lo central en la escritura de Blandiana son sus poemas, donde, como dijo Jordi Doce en un artículo-entrevista en “Turia”, «suceden muchas cosas y se imaginan otras tantas. O, mejor dicho, cada elemento baila con los demás en una coreografía incesante de causas y consecuencias, de mutaciones vertiginosas que señalan el camino de la extrañeza y el asombro: los párpados caen “como la cuchilla de una guillotina / sobre el cuello del mundo exterior”; “las iglesias / se deslizan sobre el asfalto / como navíos / cargados de terror”; o, en fin, «el horizonte se parece a / una bola de ámbar / en la que / fosilizados dioses / y proyectos inconclusos de ángeles / se transparentan / con asombrosa exactitud / y casi se mueven”».

Como remarca el poeta español, evocando unas palabras de la traductora de Viorica Patea: «Antes de ser un nombre conocido, Ana Blandiana fue un nombre prohibido». Doce apunta que fue hija de un sacerdote ortodoxo que había sido preso político y que la poeta fue castigada a los diecisiete años por publicar su primer poema en una revista. «Esta primera prohibición fue quizá la más dura, la más determinante de las que tres que fueron impuestas por el régimen: no solo duró cuatro años, sino que supuso “la privación del derecho de cursar estudios universitarios” y la obligó a trabajar por un tiempo como peón de la construcción». Todo ello, sin embargo, cimentó en ella una fuerte determinación a mantener alto su compromiso ético y elevar su mirada de la vida, de la vida vigilada por el Poder, en alta poesía y tratar de responder a los primeros versos de su pieza «Un caballo joven»: “Nunca he llegado a entender / en qué mundo vivo”.

¿Por qué leer a Ana Blandiana?

Por Manuel Borrás, editor de Pre-Textos

Recibo con inmensa alegría la noticia de la concesión del Premio Princesa de Asturias de las Letras 2024. Un galardón que no solo distingue a una indiscutible gran poeta, sino también a una de las más fructíferas tradiciones culturales de nuestra gran Europa, Rumania. Un país que, pese a sus dramáticos avatares históricos, mantuvo y ha mantenido un alto nivel de cultura.

La Editorial Pre-Textos nunca fue ajena a ese continuum y buena prueba de ello ha sido que, cuando nadie reparaba en la cultura de ese país, pese a su distancia geográfica tan vinculado a nosotros, no escatimamos medios para contribuir a su difusión como una tarea más de nuestro afán por hacer justicia poética antes que por la consecución de una operación numérica. Hace diez años, en 2014 pusimos ya en circulación, al alcance de todos los lectores de nuestra lengua, su libro Mi patria A4, traducido por Viorica Patea y Antonio Colinas; en 2016 El sol del más allá y El reflujo de los sentidos, traducido también por Patea y Natalia Carbajosa, y en 2017 Octubre, noviembre, diciembre (1972), edición a cargo de estas mismas traductoras. Es de justicia destacar la gran labor de apoyo y divulgación, así como el tesón puesto por Viorica Patea en la difusión entre nosotros de la poeta.

El reflejo más claro de lo que acabo de apuntar, de la importancia cultural de Rumania, lo tenemos en la obra de Ana Blandiana. Escritora de una pieza que nos ha iluminado apelando a una poesía simple, limpia, “tan transparente que insinúa la sospecha de que ni siquiera existe”. En esta última frase podría concentrarse toda una poética, toda una actitud vital. La poesía no debería nunca aspirar a la originalidad. Se ha perdido demasiado tiempo en ello. Su autenticidad la hace siempre originaria, no hace falta inventar nada. Lo contrario es atentar contra la propia esencia de su naturaleza. “En la poesía lo importante no es lo inaudito, sino algo que conocíamos de otra vida. La poesía no debe transmitir la sensación de un conocimiento, sino de un reconocimiento”. Es decir, la poesía es la llamada que nos hacen las voces más antiguas germinadas en nosotros.

La poesía de Ana Blandiana supone para mí todo un ejemplo de serenidad en un mundo lleno de ruidos ensordecedores, de griterío de mercaderes, un remanso en medio de un mundo en el que se habla y escribe tanto cuando el significado del poema consiste en restablecer el silencio, según nos indicó la propia poeta.

En fin, que lo importante en poesía no es lo que uno u otra poeta haya podido escribir, sino lo que una u otro poeta es capaz de hacer que regrese con lo que uno ha escrito.