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Danza

Antonio Najarro: «Nunca bailo si me lo piden, es algo muy serio»

En septiembre se despide de la dirección del Ballet Nacional de España después de ocho años de sudar la camiseta

El director del Ballet Nacional de España, Antonio Najarro / Foto: Connie G. Santos
El director del Ballet Nacional de España, Antonio Najarro / Foto: Connie G. Santoslarazon

En septiembre se despide de la dirección del Ballet Nacional de España después de ocho años de sudar la camiseta.

Lo suyo es la revolución, desenterrar las raíces de nuestra cultura y ponerlas sobre la mesa con un regusto a orgullo y respeto al pasado que fusiona con la vanguardia, con la moda, con los perfumes... Para él no hay límites. En septiembre se despide de la dirección del Ballet Nacional de España después de ocho años de sudar la camiseta. Para celebrarlo seguirá «currando», pero también se escapará unos días a Malasia con su chico. Además, tiene una nueva ilusión: su nueva casa, un ático maravilloso que un amigo arquitecto le ha diseñado basándose en los bocetos de sus escenografías.

¿Se ha llevado muchos pisotones en estos años?

Alguno ha habido, pero todos los pisotones que me he llevado en mi vida, aunque me han hecho daño, siempre me han servido para algo positivo que estaba por venir.

¿Esa imagen de bailarines con tutú, es cosa del pasado?

Estos años hemos conseguido dar la visión real de lo que es un ballet nacional, que supone una representación del arte español, del folclore, que algunos pensaban que era algo pasado de moda. Le hemos dado una vuelta para hacerlo actual y nos hemos acercado a la sociedad. Eso sí, aún queda mucho por hacer. El público está más receptivo para acabar con los clichés del típico niño bailarín que es afeminado, eso es algo del pasado.

Supongo que en toda fiesta que se precie le piden que baile; ¿es el rey de la pista? Nunca bailo si me lo piden, si lo hago es porque me apetece y el momento lo provoca. Para mí bailar es algo muy serio, una profesión que me ha costado mucho sacrificio. Cuando me dicen: «Venga, baila, báilanos algo», es como si te estuvieran obligando a hacerlo. Mi trabajo es bailar y lo hago en un escenario, así que quien quiera verme que pague la entrada.

¿Hay algún estilo que se le resista?

Bailo toda la música, a todo le encuentro algo especial, eso sí, hay que buscar el momento adecuado. También te digo que después de estar cada día seis u ocho horas bailando, la verdad es que lo que me apetece es descansar.

Supongo que estará harto de que le hablen de Billy Elliot... ¿Era un niño tan motivado como él?

De pequeño me gustaba investigarlo todo, no era travieso, pero hacía cosas que no estaban bien porque no veía el riesgo en ellas. Tenía locos a mis padres, nunca sabían en qué situación me iban a encontrar.

Y ahora dicen que es uno de los 50 gays más influyentes de España. ¿Le molestan este tipo de etiquetas?

Que sea alguien influyente como persona por lo que hago es un halago. Me gusta servir de inspiración, despertar emociones. Pero lo del hecho de ser gay, sinceramente, no me aporta nada porque para mí es como ser heterosexual. No me importa que me metan en esas listas, pero no lo veo necesario. Yo soy un luchador por la normalización.

Su éxito internacional es sobresaliente, volverá locos a los chinos con sus propuestas... Les encanta, se vuelven totalmente locos con el flamenco, pero en España también gusta mucho. Eso de que tiene más éxito fuera que dentro de nuestras fronteras no es cierto.

Usted le ha quitado «polvo» a nuestro folclore. ¿Qué había bajo la alfombra?

El flamenco, la danza española en su raíz, tiene mucha valía y no necesita cambiar nada. Lo que sí es necesario es cambiar la forma de venderlo y comercializarlo. Este es el secreto de cualquier arte y lo que he hecho yo estos años: que la gente lo vea como algo accesible y nada elitista. Por supuesto que la modernidad y la vanguardia tienen valía, pero también nuestros orígenes.

¿Con quién no se atrevería a hacer un «porté»?

Con alguien que pese mucho (risas). El «porté» tienes que ejecutarlo con una persona que posea química contigo y una sensibilidad especial.

¿Por quién se dejaría subir a los cielos?

Me dejaría volar por Baryshnikov. Me encantaría que él me hiciera un «porté».

¿Qué «cicatrices» deja en el cuerpo el ballet?

Pues bastantes dolores, artritis, y con la edad, empieza a salir de todo porque forzamos mucho el cuerpo.