La arrojada cantinera de Monte Arruit
Un desastre militar, una valerosa mujer y un informe oficial comprometedor para las altas esferas del Ejército y para la monarquía de Alfonso XIII componen "Expediente Picasso"
Madrid Creada:
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Resulta un tanto forzado pensar que el aire serrano de la ciudad de Granada pudiese insuflar a sus gentes un pundonor natural. Pero considerarlo nos permitiría entender cómo de las entrañas de la capital del Darro han surgido figuras destacadamente valerosas. Para tratar de apuntalar la teoría valgan como botón de muestra las vidas de Aixa, reina nazarí que demostró su coraje en la enconada resistencia ante las huestes cristianas de los Reyes Católicos; la de Álvaro de Bazán, héroe de la batalla de Lepanto; o la de la afamada liberal Marina de Pineda, aplastada por el ominoso rodillo del absolutismo fernandino. Y entre estos nombres de gran relevancia histórica brilla también con luz propia el de un personaje más desconocido para el gran público. Se trata de Juana Martínez López, la arrojada cantinera de Monte Arruit.
El extremo final de la línea biográfica de Juana nos lleva hasta el cementerio melillense de la Purísima Concepción, no muy lejos del Panteón de los Héroes, donde, quizá, deberían estar emplazados los restos de esta decida mujer a la que los registros de la época describen como una abnegada patriota. Para comprender por qué descansa in aeternum en este rincón al norte de África hay que rastrear la vida de esta granadina, madre de una nutrida prole, que dejó su tierra para regentar por sí sola una cantina en el puesto avanzado de El Batel, localidad enclavada en la zona candente del sector oriental del protectorado español de Marruecos.
Los entresijos de su historia nos trasladan hasta 1921, año en el que las tropas españolas destinadas en el norte de África sufrieron en Annual una gravísima derrota ante las fuerzas locales comandadas por Abd el-Krim, líder de la resistencia contra las administraciones coloniales europeas. Este mayúsculo desastre militar supuso un duro golpe para la monarquía de Alfonso XIII y fue causa directa del golpe de Estado y posterior dictadura de Miguel Primo de Rivera. Un cóctel letal compuesto por excesos de ego castrense, errores logísticos de bulto y menosprecio de las capacidades del enemigo fue la causa de una de las mayores tragedias militares sufridas por el Ejército español en campo de batalla. Más de diez mil soldados asesinados a placer por las cabilas rifeñas aprovechando el caos extendido entre una oficialidad que daba palos de ciego y una soldadesca presa del pánico, entregada a una anárquica desbandada. Para depurar responsabilidades y dar explicaciones a una opinión pública que no terminaba de dar crédito a lo sucedido, se encargó al general Juan Picasso elaborar un expediente para determinar las responsabilidades de esta debacle militar. Para ello contó con el testimonio de numerosos testigos de los hechos entre los que se encontraba la cantinera Juana Martínez.
Su declaración es un estremecedor relato sobre la huida a la desesperada de los soldados españoles que, andrajosos, faltos de comida y agua, trataban de alcanzar la posición de Monte Arruit, al tiempo que eran abatidos impunemente por los francotiradores rifeños. En ese escenario dantesco, la cantinera Juana Martínez aguantó hasta el último momento en El Batel asistiendo a los heridos. Cuando la situación se hizo insostenible cubrió a tiro limpio la retirada de los últimos soldados, que apenas se sostenían sobre sus piernas. Alcanzado Monte Arruit, aún tuvo tiempo de asistir in situ al teniente coronel Fernando Primo de Rivera, hermano del dictador, al que los médicos le amputaron un brazo dañado por el impacto de un casco de granada y que acabó muriendo días después a causa de la gangrena.
Todavía le quedaban por vivir a la cantinera episodios dolorosos. Tras la capitulación pactada de Monte Arruit, los nativos asaltaron de nuevo a los restos de las diezmadas tropas que marchaban rendidas y desarmadas hacia Atalayón confiadas en la veracidad del acuerdo. Muchos hombres fueron asesinados sin piedad y Juana fue hecha prisionera y trasladada a la casa de un caíd local donde estuvo retenida junto a otros compatriotas hasta que se acordó su liberación. En su camino hacia Melilla, donde culminó su odisea, quedó aterrada con la visión del reguero de cadáveres de españoles abandonados en la carretera.
En cualquier caso, ni el testimonio de Juana, ni las pesquisas de la comisión destinada a esclarecer los hechos sirvieron para arrojar luz sobre quiénes fueron los máximos responsables del cúmulo de errores tácticos que acabaron en tan descomunal matanza. Toda la investigación cayó en saco roto, ya que la dictadura de Primo de Rivera se encargó de echar tierra sobre este trágico suceso. La guerra en el Rif finalizaría unos años más tarde, concretamente en 1925, con el desembarco francoespañol en Alhucemas. Este episodio de tintes épicos queda recogido en la obra «Historia(s) del siglo XX», en la que Rafael Delgado y Diego Caballero, junto a la ilustradora Andrea Cid, han creado un compendio de cuarenta relatos que abordan estos vertiginosos cien años. En ellos se mezclan historias de amor, guerra, revolución, ciencia y aventura que, en conjunto, componen un fresco del apasionante siglo XX. Por él desfilan personajes reales como Juana Martínez que permiten poner rostro a las figuras menos conocidas de la Historia.
Para saber más:
Desperta Ferra Ediciones.
245 páginas
24,95 €.