¿Por qué triunfaron los reinos cristianos en la Reconquista?
La ventaja no se debió ni a una economía más eficiente ni a la unidad política, sino a su peculiar estructura socioeconómica
Madrid Creada:
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Cuando abordamos el fenómeno de la expansión de los reinos cristianos en la Península Ibérica a costa de los Estados musulmanes que conformaban el al-Ándalus –lo que tradicionalmente se conoce con el debatido concepto de Reconquista–, cabe preguntarse por qué acabaron los primeros imponiéndose sobre los segundos. Las causas son sin duda múltiples y están sujetas a intenso debate entre los especialistas, pero ciertamente hay algunas que parecen destacar sobre el resto. A lo largo de los primeros siglos de presencia musulmana en la Península la potencia claramente hegemónica fue al-Ándalus. Sin embargo, a partir del siglo XI, con el colapso del califato y la división del espacio musulmán en pequeños reinos (taifas) se invierten las tornas, y los cristianos comienzan a tomar la iniciativa en términos militares y territoriales.
La respuesta andalusí a esta amenaza fue la llamada en su auxilio de sus poderosos vecinos norteafricanos, primero los almorávides y después los almohades, que en efecto lograron frenar la expansión cristiana. Sin embargo, con la derrota sin paliativos de estos últimos en la batalla de las Navas de Tolosa, en 1212, se abrió una nueva era en la que los pequeños reinos musulmanes de la Península quedaron abandonados y a merced de sus vecinos septentrionales. A partir de ese momento, la expansión cristiana fue imparable. ¿Pero por qué, en ausencia de apoyo exterior, el al-Ándalus se mostró más débil que sus vecinos cristianos? A largo plazo, la ventaja que tuvieron los cristianos frente a los musulmanes no se debió ni a una economía más eficiente ni a la unidad política. Recordemos que las grandes expansiones cristianas de los siglos XI, XII y XIII sucedieron en un periodo en el que estos estaban divididos en varios reinos, cuyo número fluctuó a lo largo de estos siglos, pero que solía rondar el número de cinco.
No, la clave del éxito cristiano fue más bien su peculiar estructura socioeconómica y militar, en particular, en las zonas de frontera. Los reyes cristianos ofrecieron grandes privilegios a los habitantes de estas zonas, lo que atraía tanto a guerreros como a campesinos, que, una vez asentados, se militarizaban fuertemente y defendían sus nuevas tierras con uñas y dientes, dificultando con ello cualquier avance andalusí hacia el norte. Además, la presencia de monjes-soldado (las célebres órdenes militares) contribuyó a esta fuerte militarización. Tanto para la nobleza como para los humildes, la frontera no fue un problema sino, más bien, una oportunidad.
La fiscalidad era menor y, además, había muchas posibilidades de enriquecimiento: la nobleza podía lanzar cabalgadas de rapiña en territorio enemigo para obtener botín (oro, ganado, prisioneros…), e incluso arrebatar nuevas tierras al musulmán, tierras que no tenían la obligación de entregar a su rey, al contrario, pasaban a ser propiedad del noble que las hubiera conquistado, que en adelante las gobernaría con autonomía casi plena. Este espléndido aliciente generó generaciones enteras de nobles que se especializaron en la guerra, que hacían de ello un modo de vida y que, de resultas, acabaron perfeccionando la técnica y volviéndose militarmente muy superiores a sus homólogos musulmanes.
Para agravar más la brecha, esto coincidió con una desmilitarización creciente del al-Ándalus, que delegaba su seguridad en las mencionadas potencias norteafricanas, en ejércitos mercenarios bereberes o incluso en algunos casos en contingentes de mercenarios cristianos. Además, la guerra en el ámbito andalusí se concibió siempre como un asunto estatal, fuertemente centralizado, lo que implicaba un alto coste y poco o nulo margen de ganancia para sus participantes. En ese marco, las élites andalusíes carecían de alicientes para la actividad militar, algo extensible a la sociedad en su conjunto.
No tenían tampoco un modelo de repoblación del territorio conquistado que favoreciera la llegada de nuevas gentes cuyo interés fuera ligado al de la defensa de estas regiones. En suma, dos modelos de estructura socioeconómica y militar contrapuestos: el uno brindaba privilegios a los habitantes de la frontera que, fuertemente militarizados, gozaban de gran autonomía y actuaban con agresividad; el otro, dependiente de la ayuda extranjera o de mercenarios, con una sociedad desmilitarizada y sin alicientes para la guerra. No ha de extrañarnos, pues, el resultado final, conocido por todos, en la pugna entre estos dos modelos.
Desperta Ferro Especiales n.º 39: "Ejércitos medievales hispánicos (V). La gran expansión de los reinos cristianos (1157-1248)"
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