Arte

Miguel Ángel infla la burbuja NFT

El gobierno italiano planea frenar la creación de versiones digitales de obras de arte a raíz de la venta de “Tondo Doni”

"Tondo Doni", de Miguel Ángel Buonarotti
"Tondo Doni", de Miguel Ángel BuonarottiGalleria degli Uffizi

A todo gran cambio le persigue una preocupación. Un vértigo hacia lo desconocido, que desemboca en esa tendencia tan humana de establecer límites, normas palpables que parecen tener todo bajo control. En términos de gran transformación, de un cambio cuya magnitud responde a lo inabarcable del mundo online, cabe destacar un fenómeno que viene alterando desde hace un tiempo el mercado del arte, y que cada vez parece más difícil de torear: el universo NFT.Le rodean más preguntas que respuestas, y así lo planteaba el diario «La Repubblica» en mayo de 2021: «¿De quién es el “Tondo Doni”de Miguel Ángel? ¿Quién tiene sus derechos legales? Si el comprador decide alguna vez exhibirlo, ¿puede hacerlo sin el permiso de los Uffizi? Básicamente, ¿no corremos el riesgo de perder el control de nuestra herencia en un momento en que nos estamos moviendo cada vez más hacia el metaverso?». Con estas palabras se refería a la venta en el mismo mes de una copia digital de esta obra de arte, una de las joyas de la Galleria degli Uffizi de Florencia. Fue un coleccionista romano quien se hizo, por supuesto, no con el lienzo original, sino con una versión NFT de esta pintura, por 140.000 euros. Una venta que, para el museo, en tiempos pandémicos, fue del todo nutritiva, y que despertó unas preocupaciones que ahora se intentan solventar.

El gobierno de Italia está planeando detener la venta de copias digitales de obras maestras de artistas como Miguel Ángel o Leonardo Da Vinci, en busca de una regulación que delimite este complejo asunto. La intención básica es evitar contratos injustos, así como podría ser una demostración de que aquella venta del «Tondo Doni» digital infló –o, para algunos, pinchó– la burbuja NFT, que tanto debate produce en el sector cultural al ser toda obra con este sello de autenticidad susceptible de llevar el apellido «de arte». Un fenómeno que, ahora, podría poner en riesgo los derechos exclusivos de los museos públicos respecto a estas obras.

Un portavoz de Cinello –empresa que cerró la venta del «Tondo Doni» junto a los Uffizi–, defiende que estas versiones digitales no afectarían a la obra original: «Todos los derechos pertenecen al museo propietario de la imagen original. Creamos un nuevo concepto vinculado a nuestra patente, que es el DAW (“Digital Art Work”)». Según explicaba Eike Schmidt, director de los Uffizi, a este diario días después de la venta mencionada, estos DAW «son imágenes que están gobernadas por estrictos derechos y obligaciones», a lo que el portavoz de Cinello añade que «el coleccionista no puede exhibirlo en exposiciones públicas según el contrato, la obra es solo para uso privado. No sirven para dispersar el patrimonio italiano». Con esto, y si en el arte todo cabe, surgen dudas en el sector que, de nuevo, se adelantan a los hechos: ¿es pronto para sentar directrices en torno a las NFT? ¿hasta qué punto las obras físicas pierden su esencia y unicidad si se permiten las ventas de estas versiones? ¿Son infundadas las preocupaciones alrededor de la convivencia entre arte físico y digital?