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cultura
Carnaval de Cádiz: ¿es de derechas o de izquierdas?
Desde su origen obrero la fiesta de las coplas ha evolucionado, sobre todo desde la Transición, hasta ser transversal social y culturalmente

Cuenta el periodista del Diario de Cádiz Fernando Santiago que en 1977 «un grupo de profesionales entre los que había dentistas, oftalmólogos, maestros, empleados de banca y demás sacaron el coro ‘Los Dedócratas’» y que, a partir de ahí, el carnaval de Cádiz «dejó de ser solo de clases populares para ser interclasista. Se incorporaron gente de diferente ideología». E insiste Santiago: «Es verdad que en su origen el carnaval es de clase obrera pero ahora ya no lo es, y por eso hay letras de derechas». En la misma línea el comunicador de Canal Sur Fernando Pérez asegura que «decir que el carnaval pertenece a la clase obrera es desconocer cómo se conforma el carnaval moderno que hoy en día tenemos». Reconoce Pérez también la evidencia de las raíces de la fiesta: «Es cierto que su origen está en la sociedad más humilde, que fue quien mantuvo viva la llama de la fiesta durante la dictadura, pero no es menos cierto que el carnaval sale y se expande de forma absoluta a mediados de los 70». «Había gente de izquierdas, de centro y de la burguesía conservadora construyendo este carnaval moderno –abunda el periodista de la cadena autonómica–. Esta situación convirtió a la fiesta en un movimiento mucho más al alcance de todos, lo que permitió su crecimiento absoluto en la década de los 80 y de los 90».
Sin embargo, Fran Quintana, que es psicólogo y autor de comparsas, considera que «el carnaval de Cádiz no es de la izquierda, sino que la izquierda es del Carnaval: es su territorio natural e histórico, puesto que la función de la copla como herramienta de contrapoder nace y se desarrolla desde lo popular para la denuncia de injusticias y desigualdades». Se muestra Quintana rotundo «frente al pretendido lavado ideológico de quien asegura que el carnaval no es de izquierda: hay un grupo de resistentes que afirman que, por supuesto, el carnaval de Cádiz es de izquierdas, y que la gente de derechas está equivocada si les gusta o si son seguidores de una u otra agrupación o disfrutan con las coplas de determinados autores».
Son las tres opiniones anteriores reacciones a una controvertida letra de pasodoble que cantó en el recién concluso COAC 2025 la comparsa de Jesús Bienvenido, «Las ratas», vencedora en su modalidad. La letra apelaba al aficionado de derechas, quien a juicio del autor «debería saber que esta fiesta tal vez no le representa a usted, si lo que pueda decir a usted de usted le molesta». Y sigue: «usted, con alma chirigotera y un credo tradicional, sepa que el carnaval fue conquista y grito de la clase obrera». Para continuar con un «a usted le gusta lo nuestro, el soniquete y el 3x4 chirigotero, y a mí se me cae el alma cuando contemplo lleno de fachas el gallinero». Y en la estrofa que sigue dispara a quemarropa Bienvenido contra algunos compañeros: «Sé muy bien que hay autores asépticos, voz de geriátrico y enfermedades; y también quien para tu aplauso ganar comulga con tus verdades. ¡Qué peligro –advierte– ser poeta del demonio, de tu discurso de odio de tu España y tu verdad!». Y remata: «Prefiero el crudo silencio de un teatro entero antes que tu aplauso. Yo soy un carnavalero, un soldado de febrero, un hijo de la libertad, y no un bufón de palacio».
Entre la omertá y la espiral de silencio
Aunque diga Miguel Ángel García Argüez, escritor y autor de comparsa, que frente al «discurso progresista» del carnaval de calle –donde no cabe esperar «una apología del 155, un elogio a la banderita o la Constitución»– en el concurso se tiende al «cuñadismo ideológico y al patrioterismo morcillero». Decimos que aunque Argüez, voz más que autorizada de la fiesta, defienda esa tesis –a la que agrega que en este «arte profundamente popular las líneas maestras las marcan las clases trabajadoras, pero a veces las clases populares pasan de lo revolucionario a lo reaccionario»–, lo cierto es que es evidente que los autores del carnaval gaditano tienen más facilidad y predisposición para afilar la pluma contra un gobierno de derechas que frente a uno de izquierdas. Al anterior alcalde de la ciudad, «Kichi», excomparsista, no se le cantó hasta el sexto año de su mandato cuando Antonio Martínez Ares abrió fuego amigo, rompiendo una suerte de omertá, llamándole «tirano gordo de poder y prepotencia» en la letra de un pasodoble de «Los sumisos». En cambio, Teófila Martínez, la regidora del PP que precedió a Kichi, la crítica la llevaba en el cargo: «Teo, pa’ti cuando me peo» o «Teo, que hasta el nombre lo tienes feo», fue lo más suave que tuvo que escuchar.
Sostiene el periodista Chapu Apaolaza, gran amante de la fiesta, que «hay una espiral de silencio que impide que la heterogeneidad del pueblo esté realmente representada en las coplas: se sigue un corpus argumental de izquierdas». Asimismo, María Luisa Páramo, una filóloga madrileña estudiosa del carnaval de Cádiz, piensa que «lo que ocurre es que pensamos que la crítica está siempre de parte de la izquierda. Y el carnaval es crítica».
¿Se puede cantar contra Pedro Sánchez?
Algo así debieron pensar los hermanos Pastrana, Marcos y Rafael, quienes no se vieron venir el aluvión de reproches –han llegado a tacharles de «fachas»– del entorno carnavalero cuando cantaron con su comparsa «El corazón de Cádiz» una dura crítica a Pedro Sánchez. En el pasodoble daban respuesta a la pregunta, que según desveló el efímero ministro Máximo Huerta en «El Hormiguero», se hacía el presidente del Gobierno a modo de «espejito, espejito»: «¿Cómo me recordará la Historia?». Los Pastrana, tras desarrollar su argumento, remataron con que se le recordará «como un perro sin honor y el cabrón que traicionó a toda España». Tanta caña le dieron a los autores de la comparsa, que decidieron sacar un comunicado donde, además de desmacarse de colectivos «de extrema derecha» que se apropiaron de su crítica, recordaban que «el carnaval, desde sus orígenes ha sido un espacio de libertad donde se cuestiona y se critica a quienes ostentan el poder, sin importar su color o posición».
Quien desde luego no pidio «licencia para criticar» fue José Guerrero Roldán «Yuyu», que con su chirigota «Los James Bond que da gloria verlos» –primer premio en la modalidad reina– se pitorreó de Pedro Sánchez como quiso y con mucho arte. Nos imaginamos la mandíbula de Sánchez apretada por el escozor que produce la burla cuando estos James Bond cantan en el popurrí que «estando de misión en el Vietnam» unos espías rusos los secuestraron para que hablaran del Gobierno de España. Les inyectaron el suero de la verdad, y estos, preguntados por el presidente, les respondieron que «Pedro Sánchez es un cab... Pedro Sánchez es un cab... Pedro Sánchez es un caballero». «Ojú, cuesta trabajo decirlo hasta con el suero», rematan. También le dedicaron un cuplé al hermano de Pedro Sánchez, David Azagra, quien tuvo un accidente de moto, y al ver el Guardia Civil que respondía a todas sus preguntas con amnesia y evasivas, «no sé nada», «entonces dijo el sargento apoyado en el remolque en la bola del enganche: ‘No tengo ninguna duda, es el hermano de Pedro Sánchez’».
Demuestra así este chirigotero, que ya se vio envuelto en una polémica por el cartel anunciador de su chirigota, al que «algunos carajotes tildaron de machista», que en el carnaval de Cádiz hay libertad para criticar a quien se quiera –por supuesto siempre que se haga con arte– y que la única censura realmente activa es la propia. Un Yuyu al que, por cierto, durante la actuación de semifinales, un espontáneo del público del Falla debido a su prominente barriga le preguntó no sin guasa si era niño o niña. Y este, con no menos guasa, respondió que «es una pringá». Siguiendo esta lógica, podemos concluir entonces que el carnaval de Cádiz no es de izquierdas ni de derechas, es un cazón en adobo.
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