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cine
Filma, memoria
Crítica de la película 'Oh, Canadá', protagonizada por Richard Gere

Es una idea hermosa: el cineasta que se ha pasado la vida filmando la verdad del mundo, buscando la verdad de las imágenes, solo puede revelar la suya cuando es a su vez filmado.
Pero ¿podremos confiar en esa verdad, que es la de la memoria de un hombre que quiere explicarse a sí mismo pero que quizás, confundido, miente, inventa, imagina? Paul Schrader adapta la última novela Russell Banks, «Los abandonos», haciéndonos conscientes del desfase de quien recuerda (Richard Gere, aquí un documentalista de prestigio al borde de la muerte) y su proyección en el pasado (Jacob Elordi, al que no se parece físicamente) para tal vez poner en duda su relato, que cambia de formato sugiriendo nuevos estados de ánimo que podrían hacer variar el tamaño de los agujeros negros de su biografía.
Quizás porque la búsqueda de redención del protagonista nunca es del todo diáfana «Oh, Canadá» se nos aparece como una película más deslavazada, más descuidada en su estructura, menos sólida dramáticamente, y que ignora por completo las posibilidades metafóricas de la profesión de su protagonista: no acabamos de creernos que Gere ha sido un cineasta que ha forjado su reputación con la realidad como materia prima, y eso debilita su voz al construir la ficción de su vida a partir de sus recuerdo. Más decepcionante que crepuscular.
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