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La historia de la primera mujer en dirigir la Sinfónica de Berlín

La historia de la primera mujer en dirigir la Sinfónica de Berlín
La historia de la primera mujer en dirigir la Sinfónica de Berlínlarazon

La historia de Antonia Brico, una holandesa que en 1930 se convirtió en la primera mujer en dirigir la Sinfónica de Berlín.

La estadounidense Karina Canellakis fue nombrada a principios de este año conductora titular de la Orquesta Sinfónica de la Radio de los Países Bajos. Es la primera mujer en obtener ese cargo en Holanda y debutará en Hilversum este mes. Junto con otro puñado de mujeres (sobran los dedos de las manos para contarlas), Canellakis ha logrado abrirse un camino en esta carretera musical de dominio masculino. Y si en el siglo XXI todavía existen prejuicios sobre la capacidad de una mujer para dirigir una orquesta, a principios del XX si quiera soñar con sostener una batuta era motivo de burla. Lo vivió Antonia Brico, que después de años de estudios e intentos frustrados de ser tomada en serio, se convirtió en la primera mujer en dirigir la Orquesta Sinfónica de Berlín. Brico nació en Rotterdam, aunque emigró a Estados Unidos junto a sus padres adoptivos cuando era muy pequeña. Más tarde regresaría a Europa para estudiar y buscar a su madre biológica. De hecho, en su país de acogida nunca encontró el apoyo profesional que Europa, aunque a regañadientes, sí llegó a darle.

Quince años sin financiación

En todo caso, su lugar de nacimiento fue excusa suficiente para la cineasta Maria Peters, que durante quince años soñó con llevar la historia de Brico al cine. Insistiendo en la conexión patria, Peters pidió una y otra vez financiación al fondo de subsidios para producciones cinematográficas de Holanda, aunque durante mucho tiempo la respuesta fue un no rotundo. A nadie le interesa esta historia, le dijeron. A Peters sí, tanto que hasta comenzó a escribir una novela basada en la vida de Brico pensando que la película nunca se rodaría. Al final, una y otra verán la luz este mes.

«Descubrí a Antonia a través de un documental que hizo de ella Judy Collins, la cantante folk estadounidense, que fue su alumna. Al verlo, pensé: “¡Qué mujer tan fantástica! Siguió adelante con su misión de hacer lo que le gustaba a pesar de que nadie a su alrededor creía en ella”. Tenía un don, pero la sociedad no le dejaba utilizarlo», asegura Peters, que también escribió el guión de la cinta. «Además, vi similitudes entre su historia y la mía. Un director de orquesta es apenas tan bueno como el número de conciertos que dirige; similarmente, en el cine un realizador rueda una película cada dos o tres años, por lo que en muchos de mis filmes yo soy la que menos experiencia tiene de todo el equipo», explica, y comenta también las dificultades económicas que superó para realizar finalmente la cinta.

Y no solo las hubo de dinero, sino también de casting. El filme se rodó en inglés y Peters insistió en que la protagonista fuera holandesa pero hablara el inglés casi sin acento, como la propia Brico. Christanne de Bruijn cumplía ese requisito inicial y, además, había estudiado canto y tenía experiencia en musicales. El siguiente paso fue contratar a dos directores que la enseñaran a sostener la batuta. Sin embargo, Peters recuerda que desde el primer momento De Bruijn mostró una destreza especial para el papel: «Fue muy difícil encontrar a la persona correcta, pero en cuanto vi la audición de Christanne supe que era ella, sobre todo, porque estaba disfrutando al dirigir, como también lo hacía Antonia». La música debía ser un elemento principal en la historia y para ello Peters contó, justamente, con la Orquesta Sinfónica de la Radio de Hilversum, que la propia Antonia, como ahora Canellakis, llegó a dirigir.