El color del océano está cambiando y sí, también es por el cambio climático
Un nuevo estudio determina que, aunque es imperceptible para nuestro ojo, los océanos son ahora más verdes
Las predicciones del cambio climático han vuelto a acertar, y eso no es una buena noticia. Por algún motivo, existe la percepción popular de que las estimaciones de los climatólogos suelen fallar, que se equivocan estimando cuánto subirá el nivel del mar en X años o que se quedan largos cuando informan acerca de la subida de temperaturas a una década vista. Sin embargo, si algo nos ha enseñado la experiencia es que los modelos climatológicos funcionan bastante bien. Es más, sus predicciones suelen ser, en todo caso, algo más conservadoras de lo debido, quedándose incluso cortas frente a los cambios ecológicos que estamos viviendo. Quienes exageran no son los científicos, sino algunos medios de comunicación.
Porque el cambio climático existe, nuestras emisiones de dióxido de carbono son las principales causantes y la velocidad a la que está mutando el clima es demasiado rápida para que la mayoría de las formas de vida se adapten, todo eso forma parte del consenso científico y hay sobrada evidencia al respecto. La exageración de los medios es, en ocasiones, cuestión de números, tomando los estudios con resultados más extremos o, directamente, como ha ocurrido más de una vez, interpretando los datos de forma equivocada. En cualquier caso, nos enfrentamos ante un nuevo acierto de los climatólogos, porque a principios de milenio pronosticaron que los océanos cambiarían de color en 21 años y así ha sido. No esperaban que fuera perceptible para el ojo humano, pero sí para los satélites y, efectivamente, son cada vez más verdes.
El color del desastre
Investigadores del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) con la colaboración de la NASA, han estado desde 2002 hasta 2022 midiendo el color de los océanos desde el espacio. Para ello han utilizado el satélite Aqua, que va provisto de un MODS (Espectrorradiómetro de Imágenes de Resolución Moderada), y los resultados son claros: más de la mitad de los océanos del planeta han cambiado su coloración perdiendo tonos de azul y ganándolos de verde. De hecho, la superficie oceánica afectada es tan grande que supera los kilómetros cuadrados de tierra emergida. Y lo cierto es que, como dato, es bastante curioso, pero ¿acaso tiene la menor relevancia el color de los océanos? Por desgracia, la respuesta es un contundente sí, y por partida doble.
Por un lado, su importancia es como medida indirecta del progreso del cambio climático. Aunque todavía no conocemos bien los mecanismos que hay tras este cambio de color, sí sabemos que está altamente relacionado con el cambio climático. Por lo tanto, su color es relevante por el mismo motivo que lo es ver muchas luces rojas en una carretera, la luz en sí no es un problema, pero indica que tenemos ante nosotros un posible atasco. El segundo motivo para preocuparnos es, en cambio, mucho más directo. Porque el color de los océanos también nos indica el tipo y la cantidad de vida que hay en ellos. Por lo general, las aguas más verdes se deben a que hay más organismos haciendo la fotosíntesis en ellos y, por lo tanto, hay más clorofila, que aporta el color verde. Sin embargo, no sabemos si el cambio que estamos viviendo se debe a eso e, incluso si fuera por ese motivo, no tendrían por qué ser buenas noticias, porque un desequilibrio súbito en un ecosistema siempre es un problema, ya que desplaza a otras especies.
Siete colores
Lo importante es que el color está cambiando rápido y que eso no solo es preocupante, sino que es lo que predijeron los modelos hace un par de décadas. Por aquel entonces se barajaban distintas opciones para medir cómo estaban cambiando los océanos. Se planteaba, por ejemplo, medir la cantidad de clorofila a partir de la luz que reflejaba el agua, pero las variaciones de este parámetro que naturalmente ocurren entre un año y otro son tan grandes que habrían hecho falta 30 años para medir una tendencia relevante. La opción ganadora acabó siendo medir siete longitudes de onda visibles diferentes (colores). De este modo también podían estimar los cambios en la presencia de clorofila (y por lo tanto de seres fotosintéticos), pero podían controlar mejor los datos para, en 20 años, encontrar una posible tendencia.
Así pues, a partir de un modelo matemático se estimó que, si teníamos en cuenta el cambio climático, en 20 años, más del 50% de los océanos habrían mudado su color volviéndose algo más verdosos. Algo que, por la contra, no pasaría si en el modelo no introducíamos el cambio climático. Y eso es exactamente lo que ha sucedido, en dos décadas, el 52% de los océanos han empezado a virar a verdes. Evidentemente, hacen falta más estudios para comprender qué está ocurriendo, pero no nos podemos permitir ese tiempo de espera para tomar unas medidas que ya van tarde.
- Es importante insistir en que, efectivamente, ha habido cambios climáticos en el pasado, lo que diferencia a este es, en todo caso, su velocidad y su aparente relación con el desarrollo industrial de nuestra especie y, por lo tanto, con nuestras emisiones de gases de efecto invernadero. Que el cambio climático es antropogénico se ha vuelto un hecho bastante fidedigno, independientemente de que pueda haber otros factores ajenos a nuestra civilización contribuyendo en este proceso.
- Global climate-change trends detected in indicators of ocean ecology. Nature [[LINK:EXTERNO|||http://dx.doi.org/10.1038/s41586-023-06321-z" target="_blank">]]